lunes, 30 de enero de 2012

La oración de los pecadores incorregibles no surten efecto

Precisamente, cuando Jesucristo nos pide que oremos en lo escondido, es para que no caigamos en pecado. Pues la oración de los mundanos no son oración, sino que se hacen pecado.


«La oración de algunos se convierten en pecado, como se lee acerca de Judas el traidor, pues la plegaria del que ora con arrogancia buscando la alabanza de los hombres (Sal 108, 7), no solo no borra el pecado, sino que ella misma se convierte en pecado. Como sucede con los judíos y herejes, quienes aunque parecen que ayunan y oran, sin embargo su oración no les sirve para merecer el perdón, antes bien, se transforman en pecado. (San Isidoro de Sevilla, Libro III de las Sentencias, 761, PÁG. 82. Apostolado Mariano, Sevilla) »
Hay otros textos que leemos en el Evangelio, la del publicano que se consideraba justo, y que se imaginaba que salía justificado pero no alcanzó el perdón del Señor cuando salió; y en la misma parábola del publicano que se reconocía pecador, y éste salió en paz, Dios le había perdonado. En el Evangelio de San Lucas 18, 9-13
La de largas oraciones: en el Evangelio de San Marcos 12, 38-40; Lc 20, 47-47, sus muchas oraciones les hacen que tengan una sentencia más rigurosa, por la falta de caridad y de hacer el bien.
Los que oran para ser vistos por el mundo, pierden méritos ante Dios, en el Evangelio de San Mateo 6, 3-5.
En Isaías, capítulo 1, leemos que el Señor no escucha las oraciones de los que obran malas acciones. Muchos por falta de reflexión y examen de conciencia, se pierde la gravedad del sentido del pecado, y no tienen en cuenta de lo que puede ser bueno para uno, resulta que es malo para Dios, aunque multipliquéis las plegarias, no os escucharé (versículo 15). Es preciso hacer un cambio profundo dentro del propio corazón, desechar todas aquellas cosas que no son conformes a la voluntad de Dios.
Apenas se pone en práctica, por eso, y muchas veces ni siquiera hay ánimos para la oración, porque el alma superficial, no quiere encontrarse con Cristo cuando va a la iglesia, sino buscando la compañía humana para mantener unas palabras.  
No se debe cometer pecados de ninguna de las maneras, porque Dios nos ama, debemos aprender a orar con la profundidad de nuestro corazón, libre de todo egoísmo y conocimiento ajeno.
Como es bien sabido, tenemos libros de los Santos Padres que nos hablan del modo y donde hacer oración siguiendo las enseñanzas de Jesucristo.  
Si embargo, hubo almas tan entregadas a la oración, que cuando caminaba entre la gente, como el Venerable Casimiro Barello, un peregrino que se hizo oración, y se arrodillaba en las puertas de las iglesias, que encontraban en su camino, pero cuando abrían la puerta de la iglesia se metía dentro, y se pasaba largas horas orando. Otros santos peregrinos por el mundo, la gente miraba que en esos momentos oraban, no lo hacía para ser vistos por la gente, pues centraba en la oración: San Francisco de Asís, San Pedro de Alcántara, los compañeros primitivos de San Francisco, etc., pero por encima de todo eso, que trataba de evitarlo, buscaban lugares de que los ojos humanos no tuviesen conocimiento.
Nadie de nosotros debe tocar las trompetas, yo oro de esta manera, o yo de esta otra, y lo mismo con las limosnas No necesitamos las alabanzas humanas, sino el complacer a Dios con todo nuestro corazón y con toda nuestra alma.
Los Santos Padres del Desierto, en ocasiones eran visitados por gentes del pueblo, y algunos quedaban edificados al ver como oraban, y se ponían bajo la autoridad del abad.  
Siempre necesitamos, como queda referido, orar en todo tiempo, a veces no podemos evitar que la gente nos pueda ver, pero nosotros hemos de procurar, un pensamiento, no hay nadie más que Dios y el alma orante, no tiene que pensar en que ojos humanos, puedan, está solamente Dios y tú, eso es lo que debe importar.
Pues la triste realidad, es que no quieren todos imitar la oración de Jesús, y por eso anda bastante descuidado espiritualmente.

Encontramos otros ejemplos, si meditamos las Sagradas Escrituras atentamente, como Dios no hace caso, aún cuando un santo como Moisés intercede por los pecadores, algunas veces la intercesión tiene efecto, pero otras no, porque los pecadores se endurecen, quedan embrutecidos por la corrupción del pecado.
  • «…Es cierto que Dios no ha prometido escucharnos cuando aquellos por quienes rogamos ponen positivamente obstáculo a su conversión; pero muchas veces el Señor, por su bondad tiene cuenta con las oraciones de sus siervos y apronta gracias extraordinaria con qué reducir a los pecadores más duros y obcecados. Por tanto, no dejemos nunca, cuando dijéremos u oyéremos la Santa Misa cuando comulguemos o meditemos, o visitemos al Santísimo Sacramento, de encomendar siempre a Dios los que se encuentran de Él apartados. Y dice un docto autor, que el que ruega por los otros también verá puesto cumplida la oración que por sí mismo ha hecho» (San Alfonso María de Ligorio; El gran medio de la Oración (Obra completa) Cap III. De las condiciones de la oración, pág 65. Apostolado Mariano. Sevilla).
El pecador que pide oraciones, debe poner todo lo que esté de su parte para mejorar su vida. Renunciar todas las cosas que obstaculizan el camino de la Santidad, como las malas compañías, el demasiado hablar por hablar, durante la Misa y la oración en comunidad, no debe tener el teléfono encendido, etc. Evitar todos los programas y debates laicistas de los medios de comunicación para poder entregarse más seriamente al Señor. Si no pone su vida en orden a los Sagrados Corazones de Jesús y María, de nada aprovecharán las misas y comuniones y oraciones que hagan cada día, pues será de los pecadores que no quieren convertirse.

2 comentarios:

  1. Estimado hermano, gracias por este compartir, pienso que el alma que realmente ora no busca ser vista por las demas, por que todos cuanto hace es oración y todo lo convierte en oración, es un don que hemos de pedir constantemente Señor enseñanos a orar, Dios sea con usted gracias.

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    1. Es verdad, el alma orante no quiere ser vista por los demás. Alguna vez me he descuido y me han pillado en tal o tal lugar, incluso, cuando me veían algunos me tiraban hasta piedras doy gracias a Dios por ello.Otros me decían, ¡anda vete de aquí y reza en tu casa! y yo precisamente aquel día, estaba esperando a que abriera la Iglesia, y no había personas por ese momento, pero cerca hay un lugar donde los muchachos les gustan jugar al fútbol, pero no respetan a quienes quieren entregarse a la vida de oración.

      Todavía estoy aprendiendo a orar.

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