Algunas veces he comentado, que es importante
vivir de acuerdo conforme a la voluntad de Dios, y por eso, hemos de purificarnos,
arrancar de nuestro corazón todas aquellas cosas que nos estorban para una vida
de Gracia.
Hay demasiada confusión en el mundo, también entre
los cristianos, pretenden salvarse pero no obedeciendo la Voluntad de Dios y fuera
de la Iglesia Católica, y están convencidos de que están obrando bien.
Los apegos del mundo impide el verdadero conocimiento
de lo que viene de Dios. Alguna vez me he encontrado con alguna persona, que pretendía
ser “católico”, pero viviendo una vida
entregada a los vicios, me decía que la impureza, la lujuria es voluntad de
Dios. Son pobres almas infelices que al entregarse a los brazos del pecado, ya
no son capaces de discernir lo que está bien y lo que está mal.
Un alma que se apegue al mundo, a sus
diversiones, a pasarlo bien, nunca alcanzará a conocer la perfección
espiritual, creerá que lo está consiguiendo, que sigue a Cristo, pero no se
priva en absoluto de las falsas alegrías que la idolatría deportiva… u otras
diversiones le ofrece este mundo enemigo de Dios, como si fuera lo más
importante en su vida. El alma entregada a satisfacer lo mundano, no considera que apaga su propio espíritu.
-"¿Quién eres tú para juzgarme?"-, dicen algunos para justificarse en su error, porque no tienen conocimiento del Evangelio, tampoco son capaces de abrir el Catecismo. Porque si lo que se escribe, lo que se dice, debe siempre edificarse en la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia Católica, pero quien no se interesa por el Espíritu Santo, se sienten dolidos, porque el hombre viejo se retuerce de rabia, y se incomoda terriblemente ante la Vida Nueva que es Cristo Jesús.
Nuestro seguimiento a Cristo debe ser sincero, humilde, buscano únicamente complacer al Señor nuestro Dios; Él nos da fuerzas para poder recuperarnos, con su Gracia, renunciando seriamente a todo lo que nos separa de su amor.