viernes, 9 de marzo de 2012

La voz del Arzobispo: Camino para vivir profundamente el misterio de ser hijos de Dios

Claro que llegamos a acordarnos que cuando el paso de un año a otro, se dice “Feliz año nuevo”, pero esta felicidad no es simplemente unas palabras vacías y rutinarias, que muchos ya no ha terminado el primer mes del año, y de nuevo retorna a lo que arrastra a la muerte; saliendo y entrando el año sin haber renunciado el pecado. Ya antes de Cuaresma, son muchas pobres almas vacías de Dios, que no dejan su propia corrupción, con sus disfraces de Carnaval toman las vestiduras del pecado, de la muerte, y esto no les ayuda a ser, en lo mínimo, como buenos y honestos.
Los cristianos renunciamos a todo lo que no nos ayuda a acercarnos a Dios, y en este tiempo de Santa Cuaresma, nosotros hemos de vestirnos con la gracia de Dios, de nuestro Señor Jesucristo, y perseverar todo el año, toda nuestra vida.
Si por los sacramentos del Bautismo y de la confesión, el Señor nos limpia de las suciedades de todo lo viejo, del pecado, de todo mal. Y necesitamos tenerle presente en todo momento. La oración como en estos temas voy reflexionando, es más necesario que el aire que respiramos.
Y, habiendo recibido de Dios su amor, el Espíritu de Cristo, nos encaminamos hacia la vida, pero si el alma se descuida y se aficiona al mundo, no entra en la vida. Pero Dios nos ama, sabe que somos débiles, y reconociéndonos en nuestra debilidad, hemos de fortalecernos con la Eucaristía y la oración constante; son medios muy poderosos, para que el tentador no nos hunda hacia la ruina, los poderes del mal no pueden afectar al alma que está continuamente con el Señor.
A continuación: La voz del Arzobispo