Reflexionemos, ¿cuánto tiempo dedicamos a la oración y al recogimiento?; ¿Después de la oración nos dedicamos ya a nosotros mismos, es decir, a divertirnos entre juegos y entretenimientos mundanos?
Supongamos que un alma se dedica como una hora de oración, pero el resto de las horas se dedica precisamente a juegos... cine, televisión, y otras cosas que nada tiene que ver con el progreso a la vida de santidad. Es de temer que cuando se hora, es como si el agua limpia que cae del grifo, el fondo del vaso esté roto, que se pierde Algo así le sucede al alma, que ora sin amor a la oración, la rutina, la supeficialidad.- El alma que antes de la oración, alejada de Dios, se entretiene en pensamientos torpes, cuando se entrega a la oración, le asaltan las imaginaciones que antes tuvo, dificultándose el fácil acceso a la plegaria, a fin de que su espíritu no se eleve al deseo eclesial.
- Por ello, en primer lugar se ha de apartar de los asuntos temporales para que con pureza de intención se diriga a Dios verdadera y sinceramente. Porque entonces en realidad confiamos poder conseguir los dones divinos cuando nos presentamos en la oración con sencillez de afecto.(San Isidoro de Sevilla, Libro III de las Sentencias, cap, VII, 749-750. Apostolado Mariano. Sevilla)
Antes de la oración no debemos entretenernos en cuestiones de entrenimienso mundanos como el fútbol.
Del hemano Salvador Romaguera, un testimonio que se puede encontrar en el íntice temático, que ya hablé tiempo atrás. Pues este piadoso ermitaño, antes de dedicarse a la vida religiosa, vivir el Evangelio al modo de San Francisco de Asís, era jugador de fútbol, al sentir la llamada de retirarse del mundo, y a medida que pasaba el tiempo, amaba más la oración, es verdad que tuvo enemigos entre los medios de comunicacion, pero él sentía la alegría cuando recurría a Jesús y a María Santísima, fue un verdadero devoto de la Santísima Madre de Dios,
Bien, él me contó que un día unos conocidos, le invitaron a ver un partido de fútbol, pero que no aceptó, ya que sería un obstáculo para la verdadera oración.
Cuando se ora precisamente con el sonido de los labios, se va a la caza de las imaginaciones vanas.
Eso es prepararse, el desinterés por el mundo para mejor cuidar de los asuntos del Señor. Una negación incluso de todo aquellas cosas mundanas que tienen apariencia de bien, pero que en realidad existe la raíz del mal, para obstaculizar el trato íntimo con Dios por medio de la oración.
Se ha de vaciar todo pensamiento de este mundo, que cuando oremos, no se resienta la oración interior.
La oración es precisamente para mirar a Dios, hablar pero sobre todo, para escucharle, no para mirar la vanidad del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario