miércoles, 25 de septiembre de 2013

El Papa Francisco y los medios de información; prensa de papel y digital, Televisión y radio..

Nota: actualizaciones recientes:
 
  • « La razón que lleva a encontrarnos con reacciones similares en colectivos tan diferenciados, tiene que ver con uno de los problemas comunicativos de la Iglesia: la falta de selectividad en el canal de comunicación con la sociedad. ¿A qué me refiero? Cuando habla públicamente el Papa, un obispo, un sacerdote o hasta un simple laico, se sobreentiende que es la Iglesia la que habla, pero no siempre es así. Otro elemento a tener en cuenta es que es imposible comunicar con toda la sociedad utilizando un mismo lenguaje. Para que el mensaje sea comprensible por todos, debería ser traducido al lenguaje que cada colectivo reconoce como suyo. Como no es posible realizar esta traducción, siempre tenemos errores en la comunicación de masas que realiza la Iglesia. Según el lenguaje empleado se aleje del colectivo que es capaz de entenderlo óptimamente, los errores serán más graves. Por ejemplo, el lenguaje de Benedicto XVI era impresionantemente preciso, claro y motivador para los colectivos que eran capaces de sintonizar con él. Para otros colectivos, las palabras del Santo Padre Emérito eran incomprensibles o producían gran cantidad de malos entendidos. Igual le sucedió a Juan Pablo II y le sucede ahora al Papa Francisco. » (Néstor Mora Núñez)

 
Precisamente, es lo mismo que enseñaba un Doctor de la Iglesia Católica, sobre el lenguaje de la predicación. San Alfonso María de Ligorio. Pues a todos tiene que llegar el mensaje de salvación. Que todos puedan comprenderlo con facilidad, tantos intelectos como personas que no saben leer. Es un lenguaje que procede del Espíritu Santo, y así, Benedicto XVI, nuestro querido Papa Emérito, se hacía y se hace comprender, por toda clase de personas, por su sencillez.


Seguir leyendo en los siguientes enlaces:

Nuevo:
  1. Sobre la entrevista al Papa Francisco
  2. El Papa Francisco habla a la Universidad
  3. ¿Algo nos duele? El Papa Francisco y la comunicación.
 Aci Prensa:Bulos en la red: El poema que el Papa Francisco no escribió y las frases que no tuiteó


No es una novedad esto de falsear las enseñanzas del Sucesor de Pedro, a lo largo de los siglos, también, y si hacemos memoria al Evangelio de Cristo vemos como sus enemigos se inventaban mentiras contra Jesucristo, y por Cristo sufrieron los Apóstoles. En otras partes del mundo, también muchos cristianos que aman a Cristo, son calumniados de blasfemos y lo condenan a morir, mártires de Cristo. Porque el tener un rosario para rezar, una Biblia católica, sabemos que no es ningún delito a los ojos de Dios, y precisamente, cuántas "matanzas en nombre de Dios"
 
Otros crímenes, las de los medios de información laicistas.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Benedicto XVI: «es urgente formar rectamente la conciencia de los fieles»

El Papa Francisco dice que hay que Dios perdona a quien obedece su conciencia. Pero una conciencia bien formada, instruida en la fe, no puede cometer pecado, no puede cometer abusos a la Divina Misericordia.

Algunos dicen, después de haber cometido un acto reprobable: “Mi conciencia no me dice nada, me siento tranquilo”, sin embargo, sigue cometiendo los mismos males, pecados y vicios: “la conciencia no me dice nada”
 
·         Papa Francisco: “En primer lugar, me pregunta si el Dios de los cristianos perdona a los que no creen y no buscan la fe. Teniendo en cuenta que --y es la clave-- la misericordia de Dios no tiene límites si nos dirigimos a Él con un corazón sincero y contrito, la cuestión para quienes no creen en Dios es la de obedecer a su propia conciencia. El pecado, aún para los que no tienen fe, existe cuando se va contra la conciencia. Escuchar y obedecerla significa de hecho, decidir ante lo que se percibe como bueno o como malo. Y en esta decisión se juega la bondad o la maldad de nuestras acciones.” (Roma, . El papa Francisco abre un diálogo público con los no creyentes. - Zenit.org )

A mi parecer, que solo desde la fe de  la Iglesia Católica, la conciencia puede ser rectamente formada, pero no nos quedamos en la superficialidad, ya que una conciencia bien formada, nos lleva por el camino de la caridad, de la humildad de corazón para permanecer con Cristo.

Yo siempre he entendido, que si Dios perdona mis pecados, es cuando busco el arrepentimiento. Pero sería trágico para un alma, que no cree en Dios, tampoco creerá en el perdón del Señor; o que le dará igual ser perdonado como que no. Yo encuentro un tanto extraño, el párrafo.

Si para el creyente, para nosotros los cristianos que amamos la Iglesia Católica, todavía encontramos defectos en nuestra conciencia, por su no completa formación, sabemos que para gozar del perdón de Dios necesitamos el sacramento de la penitencia, y es desde ahí que Dios perdona nuestros pecados, porque nos hemos arrepentidos, y nos esforzamos por no recaer en los pecados y vicios que corrompen nuestra vida de fe.

Para los que no creen ni buscan la fe, dice el Apóstol San Pedro: «Si el justo se salva a duras penas ¿en qué pararán el impío y el pecador?» (1 Pedro 5, 18). La Palabra de Dios nos habla sobre la importancia de la fe, para que nos reconozcamos necesitados del perdón de Dios y caminar con Cristo Jesús.  

Una persona sin fe, es como un cadáver (cfr St 2, 26); «La Fe es fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se ve» (Hb, 11, 6), sin fe es imposible complacer a Dios (cfr Hb, 11, 6), con la fe nos apartamos de la mundanidad y de toda clase de idolatría. ¿Dios nos perdona si no tenemos fe, ni le buscamos? «Y si el justo a duras penas se salva, ¿Qué será del impío y pecador? (1Pe 4, 18). Pero el Señor siempre desea perdonarnos, y nos da soluciones para conseguir su perdón y comenzar con una vida de gracia y santidad, o recuperarla si por culpa nuestra nos hemos desviados del camino de la santidad. 

Pues aquello que pudiera ser “conciencia”, podría ser una sugestión maligna, diabólica para cometer abominaciones y crímenes, y “la conciencia no da la voz de alarma”

Hay quienes ha dicho: “una voz me ha dicho que cometa esta acción”, y se ha imaginado que es de su propia conciencia. 

En la respuesta que el Papa Francisco a un no creyente, añadía: “”El pecado, aún para los que no tienen fe, existe cuando se va contra la conciencia. Escuchar y obedecerla significa de hecho, decidir ante lo que se percibe como bueno o como malo.”

Hoy día, muchos cristianos ha perdido la conciencia recta, la gravedad del pecado, ya no le da tanta importancia, que justificando incluso acciones mundanas y perversas, aprobando ciertas cosas que Dios ha reprobado y condenado, no sienten remordimiento de conciencia. Aún cuando comulgan, lo hacen sin fe, sin amor ni reverencia a Dios. Y asi como San Pedro decía lo dificultoso que es la salvación para el justo, Jesús enseñaba sobre los que optan por el camino ancho que lleva a la perdición. Muchos querrán entrar y no podrán.

El pecado existe, tanto para los que tienen fe y no lo tienen, no porque no se crea en Dios, ya el pecado no será pecado; no porque algunos han perdido el sentido grave del pecado, ya no existe. El pecado sin duda, es una realidad presente, entonces sí que se comprende esta enseñanza. La existencia del pecado.

El pecado es siempre un atentado contra la propia conciencia. Cuando más se peca contra la conciencia, llega un momento, en que deja de sentir remordimientos, la costumbre de pecar, ha endurecido su corazón, dejando su conciencia adormecida, insensible. 

Pero dirán alguno, “no exageres, que Dios es eternamente misericordioso, y enseguida nos perdona”. Otros podrían decir: “esto es un chollo, puedes pecar y confesarte, y ya estás perdonado, y volver a pecar” Esto significa, que en la hora de la muerte, no se arrepentirá de sus pecados, aún más, terminaran desesperados y lanzará gritos de dolor, y alaridos, no querrán confesarse.

En uno de los sermones o consideraciones de San Alfonso María de Ligorio, nos abre los ojos:

 

PUNTO 2
Dirá, quizá, alguno: «Puesto que Dios ha tenido para mí tanta clemencia en lo pasado, espero que la tendrá también en lo venidero.» Mas yo respondo: «y por haber sido Dios tan misericordioso contigo, ¿quieres volver a ofenderle?» «¿De ese modo--dice San Pablo-desprecias la bondad y paciencia de Dios ? ¿Ignoras que si el Señor te ha sufrido hasta ahora no ha sido para que sigas ofendiéndole, sino para que te duelas del mal que hiciste?» (Rm 2, 4). y aun cuando tú, fiado en la divina misericordia, no temas abusar de ella, el Señor te la retirará. «Si vosotros no os convirtiereis, entensará su arco y le preparará (Sal. 7, 13). Mía es la venganza, y Yo les daré el pago a su tiempo (Dt., 32, 3S). Dios espera; mas cuando llega la hora de la justicia, no espera más y castiga. 

Aguarda Dios al pecador a fin de que se enmiende (Is., 30, 18); pero al ver que el tiempo concedido para llorar los pecados sólo sirve para que los acreciente, válese de ese mismo tiempo para ejercitar la justicia (Lm., I, 15). De suerte que el propio tiempo concedido, la misma misericordia otorgada, serán parte para que el castigo sea más riguroso y el abandono más inmediato. «Hemos medicinado a Babilonia y no ha sanado. Abandonémosla» (Jer., 51, 9).

¿Y cómo nos abandona Dios? O envía la muerte al pecador, que así muere sin arrepentirse, o bien le priva de las gracias abundantes y no le deja más que la gracia suficiente, con la cual, si bien podría el pecador salvarse, no se salvará. Obcecada la mente, endurecido el corazón, dominado por malos hábitos, será la salvación moralmente imposible; y así seguirá, si no en absoluto, a lo menos moralmente abandonado. «Le quitará su cerca, y será talada…» (Is., 5, 5). ¡Oh, qué castigo! Triste señal es que el dueño rompa el cercado y deje que en la viña entren los que quisieren, hombres y ganados: prueba es de la abandona.

Así, Dios, cuando deja abandonada un alma, le quita la valla del temor, de los remordimientos de conciencia, la deja en tinieblas sumida, y luego penetran en ella todos los monstruos del vicio (Sal. 103, 20). y el pecador, abandonado en esa oscuridad, lo desprecia todo: la gracia divina, la gloria, avisos, consejos y excomuniones; se burlará de su propia condenación (Pr., 18, 3).

Le dejará Dios en esta vida sin castigarle, y en esto consistirá su mayor castigo. «Apiadémonos del impío…; no aprenderá (jamás) justicia» (Is. 26, 10). Refiriéndose a ese pasaje, dice San Bernardo (Serm, 42, in Cant): «No quiero esa misericordia, más terrible que cualquier ira».

Terrible castigo es que Dios deje al pecador en sus pecados y, al parecer, no le pida cuenta de ellos (Sal. 10, 4). Diríase que no se indigna contra él (Ez., 16, 42) y que le permite alcanzar cuanto de este mundo desea (Sal. 80, 13). ¡Desdichados los pecadores que prosperan en la vida mortal! ¡Señal es que Dios espera a ejercitar en ellos su justicia en la vida eterna! Pregunta Jeremías (Jer., 12, 1): «¿Por qué el camino de los impíos va en prosperidad?» y responde en seguida (Jer., 12, 3) : «congrégalos como el rebaño para el matadero.»

 
No hay, pues, mayor castigo que el de que Dios permita al pecador añadir pecados a pecados, según lo que dice David (Sal. 68, 28-29): «Ponles maldad sobre maldad… Borrados sean del libro de los vivos»; acerca de lo cual dice San Belarmino: «No hay castigo tan grande como que el pecado sea pena del pecado.» Más le valiera a alguno de esos infelices que cuando cometió el primer pecado el Señor le hubiera hecho morir; porque muriendo después, padecerá tantos infiernos como pecados hubiere cometido.  

PUNTO 3

Refiérese en la Vida del Padre Luis de Lanuza que cierto día dos amigos estaban paseando juntos en Palermo, y uno de ellos, llamado César, que era comediante, notando que el otro se mostraba pensativo en extremo, le dijo: «Apostaría a que has ido a confesarte, y por eso estás tan preocupado. Yo no quiero acoger tales escrúpulos... Un día me dijo el Padre Lanuza que Dios me daba doce años de vida y que si en ese plazo no me enmendaba tendría mala suerte. Después he viajado por muchas partes del mundo; he padecido varias enfermedades, y en una de ellas estuve a punto de morir. Pero en este mes, cuando van a terminar los famosos doce años, me hallo mejor que nunca. ..». y luego invitó a su amigo a que fuese, el sábado inmediato, a ver el estreno de una comedia que el mismo César había compuesto y en aquel sábado, que fue el 24 de noviembre de 1668, cuando César se disponía a salir a escena, dióle de improviso una congestión y murió repentinamente en brazos de una actriz. Así acabó la comedia.

Dirás, acaso, que en dónde está ese modo de misericordia de Dios… ¡Ah, desdichado! ¿No te parece misericordia el haberte Dios sufrido tanto tiempo con tantos pecados? Prosternado ante Él y con el rostro en tierra debieras estar dándole gracias y diciendo: «Misericordia del Señor es que no hayamos sido consumidos» (Lm., 3, 22).


Pues bien, hermano mío; cuando la tentación del enemigo te mueva a pecar otra vez si quieres condenarte puedes libremente cometer el pecado; mas no digas que deseas tu salvación. Mientras quieras pecar, date por condenado, e imagina que Dios decreta su sentencia, diciendo: «¿Qué más puedo hacer por ti, ingrato, de lo que ya hice?» (Is., 5. 4). y ya que quieres condenarte, condénate, pues… tuya es la culpa.

Al cometer un solo pecado mortal incurriste en delito - mayor que si hubieras pisoteado al primer soberano del mundo. y tantos y tales has cometido que si esas ofensas de Dios las hubieses hecho contra un hermano tuyo, no las hubiera éste sufrido… Más Dios no sólo te ha esperado, sino que te ha llamado muchas veces y te ha ofrecido el perdón. ¿Qué más debía hacer"? (Is., 5, 4).

Si Dios tuviese necesidad de ti, o si le hubieses honrado con grandes servicios, ¿podría haberse mostrado más clemente contigo? Así, pues, si de nuevo volvieras a ofenderle, harías que su divina misericordia se trocara en indignación y castigo.

Si aquella higuera hallada sin frutos por su dueño no los hubiera dado tampoco después del año de plazo concedido para cultivarla, ¿quién osaría esperar que se le diese más tiempo y no fuese cortada? Escucha, pues, lo que dice San Agustín: « ¡Oh árbol infructuoso!, diferido fue el golpe de la segur. ¡Mas no te creas seguro, porque serás cortado! Fue aplazada la pena-expresa el Santo-, pero no suprimida. Si abusas más de la divina misericordia, el castigo te alcanzará: serás cortado.»

¿Esperas, por tanto, a que el mismo Dios te envíe al infierno? Pues si te envía, ya lo sabes, jamás habrá remedio para ti. Suele el Señor callar, mas no por siempre. Cuando llega la hora de la justicia, rompe el silencio. Esto hiciste y callé. Injustamente creíste que sería tal como tú. Te argüiré y te pondré ante tu propio rostro (Sal. 49, 21). Te pondrá ante los ojos los actos de divina misericordia, y hará que ellos mismos te juzguen y condenen.
«Preparación para la muerte», de San Alfonso María de Ligorio, paginas 147-155.

 

Démonos cuenta que la Misericordia de Dios, nos encamina al arrepentimiento absoluto de nuestros pecados y vicios, no es volver al vómito del pecado, sino perseverar en su Santísima Voluntad.

¡Qué terrible que el que está habituado en el pecado, ya no sienta remordimiento de conciencia! Dios nos espera porque quiere recompensarnos en el momento en que le digamos perdón con sincero corazón, se requiere verdadero dolor de los pecados. 

Comenté en alguna ocasión, que en la JMJ Madrid 2011, nuestro grupo parroquial, que el que quisiera confesarse podría acercarse a uno de los confesonarios, y así fue Pasado los minutos, de nuevo nos reuníamos en la zona del parque. Uno de ellos dijo a otros jóvenes, “En la confesión no me he confesado todos los pecados, he engañado al sacerdote”. El que obra así, no desea arrepentirse de sus pecados, como vemos, si confiesan, porque otros han insistido que lo haga, o por el qué dirá, es capaz de cometer sacrilegio en la confesión, como también en la Sagrada Comunión. Y en la mala conducta, no sentir remordimientos, es el peor castigo que ya el alma puede padecer en este mundo.

 
·         San Agustín: « ¡Oh árbol infructuoso!, diferido fue el golpe de la segur. ¡Mas no te creas seguro, porque serás cortado! Fue aplazada la pena, pero no suprimida. Si abusas más de la divina misericordia, el castigo te alcanzará: serás cortado

 

Para el cristiano que ha perdido el sentido del pecado termina por corromperse,

«Conozco tu conducta: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Ahora bien, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca.» (Ap 3, 15-16)

Es peor el tibio que el que no cree. Pues el tibio puede un día terminar en apostasía y luchar contra la Iglesia Católica como ya ha sucedido. Pero antes, sentirá ciertos remordimientos en la conciencia, algo que se puede evitar cuando más profundamente nos dediquemos a la vida de oración, a vivir conforme a Cristo, y así, los pecados no nos dominarán. Porque con la vida de gracia, Dios es quien nos ayuda a vencer la maldad.

Para formar rectamente la conciencia, no nos podemos bastar nosotros mismos, pues necesitamos ayuda espiritual, que Dios puede poner en nuestro camino. Una buena dirección espiritual, la obediencia humilde al sacerdote que está muy unido a Cristo y ama intensamente a la Iglesia Católica que es fiel con su vocación sacerdotal, que no es mundano, y no tiene aficiones idolátricas, pues como había dicho lo de estar muy unido a Cristo. Porque así no expone ideas propias, sino la sabiduría del Espíritu Santo.
 
Leyendo a San Alfonso María de Ligorio, aprendemos que no siempre es fácil encontrar un sacerdote que nos ayude en los temas espirituales y vida de santidad, y por eso, un buen libro de doctrina espiritual, también puede ser ayuda a formar nuestra conciencia.

En estos tiempos, tenemos las enseñanzas del Bienaventurado Benedicto XVI, que es una importantísima guía espiritual, que nos ayuda a vivir más plenamente el Evangelio de Cristo.

Y no descuidemos las palabras del Papa Francisco que nos encamina hacia un Evangelio más radical, al modo de los santos, podemos aprender muchísimo bien. Debemos tomar en serio, perseverar en estas enseñanzas que nos lleva a la salvación eterna. Pero no todos comprenden sus enseñanzas, y no tarda mucho tiempo, en que lo bueno que han escuchado, es como la parábola de Jesús, la semilla buena del sembrador que cae en mala tierra, y no crece, se seca y se muere.

Una conciencia mal formada, y que le cuesta corregirse, cuando hace aparentar que gusta un pensamiento espiritual, suelen responder con expresiones sin sentido, por ejemplo; -“graciasssssss”-, para ser tierra buena, necesita una buena formación, porque con estas y otras exclamaciones parecidas, se hace notar con una mala disposición, que sólo Dios sabe si cambiará o no. Pero no son expresiones cristianas, sino mundanas, como si fuera un desafío a la madurez cristiana, que no quiere cambiar.

Pero gracias a Dios, en las redes sociales, me he encontrado cristianos muy comprometidos con su propia fe, unos casados, otros sacerdotes, encontramos almas consagradas en una orden religiosa, también los hay seglares. Se toman en serio su oposición a lo mundano para ir creciendo en los auténticos valores espirituales y santos. Estas personas también pueden ayudarnos a corregir nuestros propios defectos.

Son personas que viven para gloria de Dios, que de verdad se preocupan de sus hermanos y hermanas en la fe de la Iglesia Católica que es Madre y Maestra.

Segunda parte:


Mensaje a los participantes en un curso de la Penitenciaría Apostólica
 

CIUDAD DEL VATICANO, lunes 16 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el texto completo del mensaje que el Papa Benedicto XVI ha enviado a los participantes en un curso sobre el Fuero Interno, organizado por el Tribunal de la Penitenciaría Apostólica.

*******

Al Venerado Hermano

señor cardenal James Francis Stafford

Penitenciario Mayor

Con satisfacción, también este año, me dirijo con afecto a usted, señor cardenal, y a los queridos participantes en el curso sobre el Fuero Interno, promovido por esta Penitenciaría Apostólica y que ha llegado ahora a su XX edición. Saludo a todos con afecto empezando por usted, venerado hermano, extendiendo mi grato pensamiento al Regente, al personal de la Penitenciaría, a los organizadores de este encuentro, como también a los religiosos de las distintas órdenes que administran el sacramento d ella penitencia en las Basílicas Papales de Roma.
Esta benemérita iniciativa pastoral vuestra, que atrae cada vez más interés y atención, como lo atestigua el número de cuantos quieren formar parte de ella, constituye un seminario singular de actualización pastoral, cuyos resultados no confluirán, como en las Actas de otros congresos, solo en una publicación al caso, sino que se convertirán en materiales útiles a los participantes para proporcionar respuestas adecuadas a cuantos se encuentren durante la administración del sacramento de la penitencia. En este nuestro tiempo, constituye sin duda una de nuestras prioridades pastorales el formar rectamente la conciencia de los creyentes para que, como he podido reafirmar en otras ocasiones, en la medida en que se pierde el sentido del pecado, aumentan por desgracia los sentimientos de culpa, que se quisieran eliminar con remedios paliativos insuficientes. En la formación de las conciencias contribuyen múltiples y preciosos instrumentos espirituales y pastorales que hay que valorar cada vez más; entre estos me limito a señalar hoy brevemente la catequesis, la predicación, la homilía, la dirección espiritual, el sacramento de la Reconciliación y la celebración de la Eucaristía.
Ante todo, la catequesis. Como todos los sacramentos, también el de la Penitencia requiere una catequesis previa y una catequesis mistagógica para profundizar el sacramento “per ritus et preces”, como bien subraya la Constitución litúrgica Sacrosanctum Concilium del Vaticano II (cfr n. 48). Una catequesis adecuada ofrece una contribución concreta a la educación de las conciencias estimulándolas a percibir cada vez mejor el sentido del pecado, hoy en parte perdido o, peor, oscurecido por un modo de pensar y de vivir “etsi Deus non daretur”, según la conocida expresión de Grocio, que está ahora de gran actualidad, y que denota un relativismo cerrado al verdadero sentido de la vida.
A la catequesis debe unirse un sabio uso de la predicación, que en la historia de la Iglesia ha conocido formas diversas según la mentalidad y las necesidades pastorales de los fieles. También hoy, en nuestras comunidades se practican estilos diversos de comunicación que utilizan cada vez más los modernos instrumentos telemáticos a nuestra disposición. En efecto, los actuales media si por un lado representan un desafío con el que medirse, por otro ofrecen oportunidades providenciales para anunciar de forma nueva y más cercana a las sensibilidades contemporáneas la perenne e inmutable Palabra de verdad que el Divino maestro ha confiado a su Iglesia. La homilía, que con la reforma querida por el Concilio Vaticano II ha vuelto a adquirir su papel “sacramental” dentro del único acto de culto constituido por la liturgia de la Palabra por la de la Eucaristía (SC 56), es sin duda la forma de predicación más difundida, con la que cada domingo se educa la conciencia de millones de fieles. En el reciente Sínodo de los Obispos, dedicado precisamente a la Palabra de Dios en la Iglesia, diversos padres sinodales insistieron oportunamente en el valor y la importancia de la homilía para adaptarla a la mentalidad contemporánea.
También la “dirección espiritual” contribuye a formar las conciencias. Hoy más que nunca se necesitan “maestros de espíritu” sabios y santos: un importante servicio eclesial, para el que es necesaria sin duda una vitalidad interior que debe implorarse como don del Espíritu Santo mediante la oración prolongada e intensa y una preparación específica que adquirir con cuidado. Todo sacerdote además está llamado a administrar la misericordia divina en el sacramento de Penitencia, mediante el cual perdona en nombre de Cristo los pecados y ayuda al penitente a recorrer el camino exigente de la santidad con conciencia recta y formada. Para poder llevar a cabo un ministerio tan indispensable, todo presbítero debe alimentar su propia vida espiritual y cuidar la permanente actualización teológica y pastoral. Finalmente, la conciencia del creyente se afina cada vez más gracias a una devota y consciente participación en la Santa Misa, que es el sacrificio de Cristo para la remisión de los pecados. Cada vez que el sacerdote celebra la Eucaristía, recuerda en la Plegaria Eucarística que la Sangre de Cristo se derramó para el perdón de nuestros pecados, por lo que, en la participación sacramental en el memorial del Sacrificio de a Cruz, se realiza el pleno encuentro de la misericordia del Padre con cada uno de nosotros.
Exhorto a los participantes en el Curso a atesorar cuanto han aprendido sobre el sacramento de la Penitencia. En los diversos contextos en que se encontrarán viviendo y trabajando, procuren mantener siempre vivos en sí mismos la conciencia de deber ser dignos “ministros” de la misericordia divina y educadores responsables de las conciencias. Que se inspiren en el ejemplo de los santos confesores y maestros espirituales, entre los cuales quiero recordar particularmente al Cura de Ars, san Juan María Vianney, de quien precisamente este año recordamos el 150 aniversario de su muerte. De él se ha escrito que “durante más de cuarenta años guió de modo admirable la parroquia a él confiada... con la predicación asidua, la oración y una vida de penitencia. En la catequesis que impartía cada día a niños y a adultos, en la reconciliación que administraba a los penitentes y en las obras impregnadas de esa caridad ardiente, que él obtenía de la santa Eucaristía como de una fuente, avanzó hasta tal punto que difundió en todo lugar su consejo y acercó sabiamente a muchos a Dios” (Martirologio, 4 agosto). He aquí un modelo al que mirar y un protector al que invocar cada día.
Vele finalmente sobre el ministerio sacerdotal de cada uno la Virgen María, a la que en el tiempo de Cuaresma invocamos y honramos como “discípula del Señor” y “Madre de la reconciliación”. Con estos sentimientos, mientras os exhorto a cada uno a dedicaros con empeño al ministerio de las confesiones y de la confesión espiritual le imparto de corazón a usted, venerado hermano, a los presentes en el Curso y a sus seres queridos mi Bendición.

En el Vaticano, 12 de marzo de 2009

BENEDICTUS PP. XVI

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez]

 

 

1.    CONCIENCIA - Corazones.org

 

¿No es triste que ya queda menos para pasar del Año de la Fe, y que haya cristianos que no han comenzado a dar el primer paso? Han dejado de creer en Cristo, pues todo el que ama a Cristo, no se cuida de las cosas mundanas, eventos deportivos, tauromaquia, disfraces, chistes, etc? Son pobres amas que no se han tomado en serio los intereses de Cristo, no han empezado a valorar la santidad, ni la vida de Fe.

Ir aquí Þ: Fe - Corazones.org;  también aquí  Þ : Año de la Fe - Corazones.org

aquí Þ CATEQUESIS V: LA FE



 Damos gracias a Dios, por esos hermanos y hermanas en la fe de la Iglesia Católica, porque en este año de la fe, han sabido aprovechar y valorar las enseñanzas de la Iglesia Católica y de nuestros Papas, sobre el camino que cómo cristianos hemos emprendido para complacer a Dios nuestro Padre.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Pío XII: «Consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María»

 
 

¿Cómo podemos ayudar a que las guerras puedan ser evitadas sin oración?

Por ejemplo, algunos pretenden que haya paz en el mundo, a costa de provocar guerras, no oran. El aborto es un medio eficaz de Satanás para el crecimiento del odio y todo tipo de delitos.

El cristiano que se corrompe en la mundanidad, termina por ceder al príncipe de las tinieblas, la idolatría, por lo cual tengo  bastante escrito sobre el tema.

Nosotros no podemos sembrar obstáculos que destruyen nuestra vida y la vida de los demás. Por el contrario, si queremos paz cualquier sitio, es importante que nos dediquemos a la oración día y noche, nuestra ocupación debe ser que seamos fieles a la Voluntad de Dios.

 ¿Nos seguimos preparando como la Iglesia Católica a consagrar al mundo al Inmaculado Corazón de María? Pues sería desinterés si aún no hemos comenzado, pero hay tiempo. Algunos ya están en este camino de preparación. Oración, humildad de corazón, importante la confesión de nuestros pecados, respeto profundo en la iglesia, donde es la Casa de Oración para todos los cristianos.
A la verdad, no sería preparación si el alma cuando va a la iglesia, a la Santa Misa, y está mas tiempo lejos del Señor con el corazón y la mente, por mil distracciones vanas, hablar por el móvil si suena, interrumpiendo la Santa Eucaristía.
 
Yo ruego por la caridad de Cristo, que todos los hijos e hijas de la Santa Madre Iglesia Católica, nos tomemos muy en serio esta consagración que el Papa Francisco hará dentro de poco, en el mismo Año de la fe. Iniciado precisamente el 11 de octubre de 2012 por el Santo Padre Benedicto XVI, Emérito, y terminará el 24 de noviembre de 2013 por el Papa Francisco. Pues no creo que sin fe se pueda vivir este año de la Fe, si no hay fe, ¿qué celebra? Y la Nueva Evangelización, que no es sino retornar a las raíces propias del Evangelio de Cristo Jesús y tal como lo enseña el Concilio Vaticano II.
Lo que queda de este mes, hasta la importante que el Papa Francisco a señalado, me parece que sería una buena idea que nuestros pastores sobre este acontecimiento espiritual, pues es un bien para cada uno de nosotros.

No me digas hermano, que tienes fe, porque si tu corazón tiene afición a la mundanidad, no eres cristiano, también lo dijo el Papa Francisco, sino un idólatra. Y parece que no quieres arrancar la idolatría de tu vida.

Cada vez nuestro tiempo en esta  vida se va acortando, un día menos, otro día menos, otro día menos… que nos estamos acercando a la eternidad. Y la eternidad no existe el final, para bien o para mal de nuestra alma.

¿Cómo me gustaría a mí que fuera mi muerte? ¿Viviría despreocupado por la oración y la salvación de mi alma? ¿Quién es el alma que se sentiría feliz al presentarse a Dios con las manos vacías?

¿Orar por todos los hermanos y hermanas, por la paz del mundo, con verdadero sentimiento de humildad, no esperando en este mundo nuestra recompensa. Sabemos que necesitamos negarnos a nosotros mismos para comprender mejor a Jesucristo nuestro Señor, lo que nos está diciendo a cada uno. Y lo que nos dice, lo tenemos claramente explicado en la Santa Biblia, Nuevo Testamento, en nuestros sacerdotes y obispos que están fielmente unidos al Sucesor de Pedro, ellos también nos adoctrinan.

Necesidad de que estemos unidos con el Papa, y lo estaremos millones y millones por la consagración del Mundo al Inmaculado Corazón de María Santísima.

Si deseamos que esta consagración que se aproxima, en nosotros mismos, en nuestras propias personas, haya abundante de frutos espirituales, no podemos hacer, que después de haber orado con el Papa, no es posible, que retornemos al vómito de la mundanidad del Maligno. Si así sucediera, significa, que tal corazón no se ha unido al Corazón de María, y por eso se echa atrás, para seguir enlodándose en las inmundicias de la idolatría y mundanidad.

No creo que sea conveniente para nosotros, seguir ignorando las Sagradas Escrituras, pues sería como aquel siervo inútil, que enterró su talento bajo tierra, y ni siquiera le valió el testimonio de sus compañeros para aumentar sus talentos.

«Consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María»

PIO XII ( 31 DE OCTUBRE) 
El 31 de octubre de 1942, día de la clausura solemne del Jubileo de las Apariciones de Fátima, el Papa Pío XII habla en la radio, ofrece al mundo el Corazón Inmaculado de María para responder al llamado de nuestra Madre del cielo. Renueva ese gesto importante el 8 de diciembre de 1942. En 1944, en plena guerra mundial, el mismo soberano pontífice consagraba todo el género humano al Corazón Inmaculado de María para ponerlo bajo su poderosa protección.  Con motivo de esta misma ceremonia, decreta que la Iglesia entera celebraría aquel año una festividad en honor del Sagrado Corazón Inmaculado de María para obtener la intercesión de la Santísima Virgen,

la paz de las naciones, la libertad de la Iglesia, la conversión de los pecadores, el amor a la pureza y la práctica de las virtudes.” “Ante tu trono nos postramos suplicantes, seguros de alcanzar misericordia, de recibir gracias y el auxilio oportuno... Obtén paz y libertad completa a la Iglesia santa de Dios; detén el diluvio del neopaganismo; fomenta en los fieles el amor a la pureza, la práctica de la vida cristiana y del celo apostólico, para que los que sirven a Dios aumenten en mérito y número” 

El 4 de mayo de 1944, aprobó la Misa y Oficio del Inmaculado Corazón de María, pedida por Sor Lucía, vidente de Fátima, el 12 de diciembre de 1940 en una carta, por petición de los obispos de Portugal. El antecedente más directo fue la tercera aparición de Fátima, en 1917 la Virgen le dijo a Lucía Martos, la niña vidente:

Nuestro Señor quiere que se establezca en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado. Si se hace lo que te digo se salvarán muchas almas y habrá paz; terminará la guerra... Quiero que se consagre el mundo a mi Corazón Inmaculado y que en reparación se comulgue el primer sábado de cada mes... Si se cumplen mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz... Al final triunfará mi Corazón Inmaculado y la humanidad disfrutará de una era de paz.”

EN CADA EPOCA HA PREDOMINADO UNA DEVOCIÓN En el siglo I, la Theotocos, la Maternidad divina, como réplica a la herejía de Nestorio. En el siglo XIII, la devoción del Rosario. En el XIX, la Asunción y la Inmaculada. A mediados de ese mismo siglo se fue extendiendo la devoción al Inmaculado Corazón de María, adelantada ya por San Bernardino de Sena y San Juan de Ávila; y en el siglo XVII, San Juan Eudes. San Antonio María Claret, fundó la Congregación de los Misioneros del Inmaculado Corazón de María, en el XIX. Y en el siglo XX, alcanza su cenit con las apariciones de la Virgen en Fátima y la consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María. En Fátima la Virgen manifestó a los niños que Jesús quiere establecer en el mundo la devoción a su Inmaculado Corazón como medio para la salvación de muchas almas y para conservar o devolver la paz al mundo. La Beata Jacinta Marto, le dijo a Lucía: "Ya me falta poco para ir al cielo. Tú te quedarás aquí, para establecer la devoción al Corazón Inmaculado de María".

También se lo dirá después la Virgen. El año 1942, después de la consagración de varias diócesis en el mundo realizada por sus respectivos obispos, Pío XII hizo la oficial de toda la Iglesia, con lo que la devoción al Inmaculado Corazón de María se vió confirmada y afianzada. Y después Pablo VI y, sobre todo, Juan Pablo II, que respondió en Brasil, cuando le dijeron: “Santo Padre, agradecemos a Dios, sus trece años de pontificado”: -“Tres años de pontificado y diez de milagro”. Él ha sido el Pontífice que ha acertado a cumplir plenamente el deseo de la Virgen, cuyos resultados se han visto con el derrumbamiento del marxismo y la conversión de Rusia.

LAS CONSAGRACIONES Pío XII, que ya en los años de su pontificado era universalmente señalado como el Papa mariano y con esta denominación ha pasado a la historia, tiene algunos hitos de su vida marcados por la presencia de María, como, por ejemplo, fue consagrado obispo el mismo día y a la misma hora en que la Virgen se aparecía en Fátima: el 13 de Mayo de 1917; tuvo como un acto histórico de su pontificado la consagración del mundo que hizo a María en 1942, en el 25º apariciones de Fátima en un radiomensaje, y la renovó el 7 de Julio de 1952, en esta hace particular consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María como lo había pedido la Virgen a los pastorcitos de Fátima.  El 21 de Noviembre de 1964 Pablo Vl renueva la consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María, Madre virginal de Dios. El 13 de Mayo de 1982 Juan Pablo II realiza en Fátima la consagración del mundo, que renovará el 25 de Marzo de 1984 en la plaza de San Pedro ante 200.000 personas y arrodillado ante la imagen que se venera en la Capelinha de las Apariciones en Fátima, que se había trasladado privadamente a Roma para esta consagración. En una de sus partes el Papa le dice a la Virgen en Fátima:

“¡Oh Madre de los hombres y de los pueblos!... acoge nuestro grito, que, como movidos por el Espíritu Santo, dirigimos directamente a tu Corazón, y abraza, con el amor de la Madre y de la Esclava, a este mundo humano que te entregamos y te consagramos, llenos de inquietud por la suerte terrena y eterna de los hombres y de los pueblos. De manera especial te entregamos y consagramos aquellos hombres y aquellas naciones que más particularmente necesitan esta entrega y esta consagración”...

De esta manera la última consagración realizada por Juan Pablo II es considerada por la Hna. Lucía como completa, porque: "La ha hecho públicamente en comunión con todos los Obispos que con su Santidad se unieron al pueblo de Dios, Cuerpo Místico de Cristo; la ha hecho al Corazón Inmaculado de María, Madre de Cristo y de su Cuerpo Místico, para que con Ella y por Ella con Cristo pudiera ser llevada y ofrecida al Padre para la salvación de la humanidad".   

Diócesis de Turín, Milán y el País Ecuador consagrados al Corazón de María. El día 21 de Junio de 1855, el Papa Pío IX concedió la aprobación a una Misa y Oficio en honor al Purísimo Corazón de la Santísima Virgen María promulgado por la Sagrada Congregación de Ritos. En 1891, los obispos de Turín y Milán comenzaron un movimiento en favor de la Consagración de las diócesis de Italia al Inmaculado Corazón de María. Este proyecto apareció por primera vez, en el Congreso Mariano de Turín, en 1898, aparentemente por la iniciativa del mismo Papa, en su carta del 22 de agosto de 1898. Fue aprobado unánimemente por el Congreso y se le pidió al Santo Padre que consagrara Italia al Inmaculado Corazón de María. El 12 de diciembre de 1898, la Sagrada Congregación de Ritos aprobó la fórmula de consagración propuesta, –no sólo para las diócesis que la pidieron–, sino para todas aquellas que pidieran permiso en el futuro. La primera nación que se consagró oficialmente al Corazón de María fue la República del Ecuador, el 6 de agosto el año 1892, siendo su presidente el Dr. Luis Cordero. Los Obispos Ecuatorianos publicaron entonces una pastoral colectiva cuya primera parte rezaba así:

Como pastores que somos de esta iglesia, consagramos solemne e irrevocablemente la República del Ecuador al corazón purismo e inmaculado de María, obligándonos a reconocer desde hoy a la madre divina del redentor por patrona, abogada y protectora especial de nuestro pueblo, y nuestra intercesora eficaz ante el trono de las misericordias”.

Anteriormente, ya el Ecuador se había puesto bajo el Patrocinio del Purísimo Corazón de María (a principios del siglo XIX) por decisión del Episcopado. Pasaron decenas de años para que esta consagración fuese ratificada por el Honorable Congreso en la fecha señalada. En esa oportunidad, en el documento que se firmó se denominó al país con el nombre de: La República del Inmaculado Corazón de María acto de consagración al Inmaculado Corazón de María (Papa Pío XII)

¡Oh Reina del Santísimo Rosario, auxilio de los cristianos, refugio del género humano, vencedora de todas las batallas de Dios! Ante vuestro Trono nos postramos suplicantes, seguros de impetrar misericordia y de alcanzar gracia y oportuno auxilio y defensa en las presentes calamidades, no por nuestros méritos, de los que no presumimos, sino únicamente por la inmensa bondad de vuestro maternal Corazón. En esta hora trágica de la historia humana, a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, nos entregamos y nos consagramos, no sólo en unión con la Santa Iglesia, cuerpo místico de vuestro Hijo Jesús, que sufre y sangra en tantas partes y de tantos modos atribulada, sino también con todo el Mundo dilacerado por atroces discordias, abrasado en un incendio de odio, víctima de sus propias iniquidades. Que os conmuevan tantas ruinas materiales y morales, tantos dolores, tantas angustias de padres y madres, de esposos, de hermanos, de niños inocentes; tantas vidas cortadas en flor, tantos cuerpos despedazados en la horrenda carnicería, tantas almas torturadas y agonizantes, tantas en peligro de perderse eternamente. Vos, oh Madre de misericordia, impetradnos de Dios la paz; y, ante todo, las gracias que pueden convertir en un momento los humanos corazones, las gracias que preparan, concilian y aseguran la paz. Reina de la paz, rogad por nosotros y dad al mundo en guerra la paz por que suspiran los pueblos, la paz en la verdad, en la justicia, en la caridad de Cristo. Dadle la paz de las armas y la paz de las almas, para que en la tranquilidad del orden se dilate el reino de Dios. Conceded vuestra protección a los infieles y a cuantos yacen aún en las sombras de la muerte; concédeles la paz y haced que brille para ellos el sol de la verdad y puedan repetir con nosotros ante el único Salvador del mundo: Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad. Dad la paz a los pueblos separados por el error o la discordia, especialmente a aquellos que os profesan singular devoción y en los cuales no había casa donde no se hallase honrada vuestra venerada imagen (hoy quizá oculta y retirada para mejores tiempos), y haced que retornen al único redil de Cristo bajo el único verdadero Pastor. Obtened paz y libertad completa para la Iglesia Santa de Dios; contened el diluvio inundante del neopaganismo, fomentad en los fieles el amor a la pureza, la práctica de la vida cristiana y del celo apostólico, a fin de que aumente en méritos y en número el pueblo de los que sirven a Dios. Finalmente, así como fueron consagrados al Corazón de vuestro Hijo Jesús la Iglesia y todo el género humano, para que, puestas en El todas las esperanzas, fuese para ellos señal y prenda de victoria y de salvación; de igual manera, oh Madre nuestra y Reina del Mundo, también nos consagramos para siempre a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, para que vuestro amor y patrocinio aceleren el triunfo del Reino de Dios, y todas las gentes, pacificadas entre sí y con Dios, os proclamen bienaventurada y entonen con Vos, de un extremo a Otro de la tierra, el eterno Magníficat de gloria, de amor, de reconocimiento al Corazón de Jesús, en sólo el cual pueden hallar la Verdad, la Vida y la Paz.


 
Ahora fijémonos en esta foto...

Para saber más, aquí:
Multitudinaria procesión en la capital del Ecuador - Caballeros de la Virgen 
 

 
Tenemos tanto que hacer por amor a Cristo, que no podemos permanecer como si nada.
La consagración de los obispos ecuatorianos (1892) vemos aquí la gratitud de todos estos agradecidos hijos e hijas de Dios. Cada año renueva la consagración.
 
La cantidad de devotos de María, pero hemos de tener en cuenta, que la verdadera devoción no permite apego a lo mundano, sino que para alcanzarlo, debemos excluir de nuestro corazón, todo apego, el deporte, los eventos paganos de los animales como fiestas nacionales o populares, que esto es ir en contra de la realidad, y embrutece el corazón, no conviene.
 
Quiere la Santísima Madre de Dios que oremos todos los días, Jesús nos lo ha pedido ya en el Evangelio y los Santos Apóstoles, y María insiste que no debemos dejar de orar, y hacer sacrificios, penitencia, son remedios saludables para nuestra vida en lo temporal y para la eternidad.

No es tu mundo ni el mío, nuestra Patria está donde está Dios, el cielo, en el mundo estamos de paso, como una aduana de paso a la eternidad, es un valle de lágrimas.
 
Nuestra recompensa está en manos de Dios, y el mundo que debemos respetar por ser una obra de Dios, no significa que debemos amar al mundo, pues de hacerlo, uno terminaría siendo idólatra para dedicarse a muchas actividades de aquellos que no aceptan a Dios ni esperan recompensa eterna.
El mundo jamás fue creado para que la gente cometiera pecado alguno, el pecado destruye la fe del alma, no la dispone para comprender al Espíritu Santo, el pecado es la mayor desgracia que existe en esta realidad, es infinitamente peor que los terremotos, inundaciones, sequías, huracanes, y cualquier otra adversidad, pero que suele repetirse con frecuencia por la mala disposición del corazón inclinado al pecado.
 
Cuando un alma deja de respetar el mundo, no solamente destruye la imagen de Dios sobre sí, sino que mata a todo ser viviente, la causa, que se ha convertido en un ministro, agente del Maligno. Pero la vida del ser humano no está hecha para dañar a nadie.

Hacer que el mundo vaya a mejor cada día, depende de cómo nos entreguemos al Señor nuestro Dios. Porque si echamos a perder nuestra vida, en tantas mundanidades, seremos nosotros que estamos precipitándonos hacia el fracaso, y no hay freno si dejamos la oración del corazón. Solamente con la oración, el Señor nos ayudará en todo lo demás que no podamos. Preocupémonos únicamente para complacer a Dios nuestro Padre, todo lo demás es basura.

Por eso, mis buenos hermanos, debemos ser fieles, perseverar en la Santísima Voluntad de Dios. ¿Y después de la consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María, qué se hará?

Pues lo mismos que están haciendo en la actualidad, tantos hermanos y hermanas fieles a Cristo y que tiene gran amor a la Iglesia Católica. seguir rezando.

¿Ha pasado el tiempo de oración que el Papa celebró en Roma por la Paz en Siria y del mundo entero? ¡De ninguna manera!, los verdaderos cristianos continúan orando por la paz, no lo quieren dejar el resto de sus vidas, Y buen ejemplo para todos, ser perseverantes, si ellos, nuestros hermanos y hermanas siguen orando, es porque se han negado así mismo por amor a Cristo.


«Este es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo y por la ciudad santa» (2 Macabeos 15,14).
 
 «…Revestíos de la humildad, en el trato mutuo, porque Dios resiste a los soberbios, más da su gracia a los humildes». (1P. 5, 5).
 
El verdadero orante, el que ama con toda su alma a Dios, y sigue los pasos de Nuestro Señor Jesucristo, no tiene tiempo para cosas mundanas que solamente satisfacen a los que no buscan un sentido espiritual en su vida. La oración perseverante nos ayuda a crecer en la verdadera humildad,
 
No tenemos necesidad de orar por aparentar, que la oración bien hecha, únicamente la conoce el Señor nuestro Dios. Y es ganancia para nosotros.
 
 Yo pienso que en España, en todo el país creyente, que nuestros obispos debería consagrarla a los Sagrados Corazones de Jesús y María. Por lo que sé. España ha sido dos veces consagradas al Corazón de Jesús, pero debería hacerse en este caso, a los Sagrados Corazones.

España tiene raíces profundamente católicas, no hemos de olvidarlo, pues los que están en enemistad con Dios, no son capaces de decir la verdad, es como el mismo demonio que todo lo arrasa, se siente molesto por la presencia de Dios en cualquier parte.

Por eso, insistiendo, que los obispos deberían renovar la consagración al Sagrado Corazón de Jesús, cada año; o bien, iniciar la consagración como queda dicho, a los Sagrados Corazones, Cristo Jesús y María Santísima. Cuando el Papa Francisco rezó por la paz mundial, el Espíritu Santo, llevó a otras personas al Vaticano, y personas no católicas, y según se ha dicho, llegaron a adorar a Cristo, arrodillándose, yo no lo pude ver por la televisión. Pero sí que la oración cuando se quiere hacer bien, el Señor sabe como hacer el resto, y el Papa Francisco nos ha dado una lección de unidad.

Hemos de rezar, que nuestra ocupación sea la oración, que si perseveramos, las imperfecciones de nuestra oración, se irá purificando, dejando atrás las imperfecciones para comenzar a orar en espíritu y verdad. Insisto, la oración se hace más perfecta, aún cuando en la sequedad no dejamos de orar con toda el alma.