He leído alguna
noticia que no ha resultado conforme a los intereses de Cristo. Y es que en
ocasiones, hay periodistas que se dicen católicos, que escriben cualquier cosa
que le puede ser demasiado interesante, cayendo en alguna que otra herejía.
lunes, 22 de diciembre de 2014
domingo, 21 de diciembre de 2014
IV Domingo de Adviento, «Anunciación y Encarnación del Hijo de Dios»
¡Bendito sea el Señor nuestro Dios!
¡Bendita sea la Llena de Gracia que nos trajo la Salvación del mundo!
Ya se ve por las calles, en estos días, las calles más alegres, por las luces, pero no es esa la verdadera alegría, sino la que recibimos de Dios que es bendito por los siglos de los siglos, en nuestra propia vida.
Es verdad que Dios nos promete la paz, y no es la paz según el mundo, que siempre habrá guerras, nunca se podrá evitar, Habrá guerras y disturbios hasta el final de los tiempos, porque de eso se encarga nuestro enemigo el diablo, de tentar a los corazones que no buscan a Dios y no se dedican a la oración y tienen todo su disfrute en este mundo. La paz verdadera es para las almas justas, los hijos e hijas de Dios.
Por lo que no debemos descuidar nuestro compromiso como hijos de Dios, creo que lo somos, y efectivamente, no somos hijos del mundo, y no seguimos tampoco las corrientes mundanas, que sería causa de nuestra perdición.
Mis buenos hermanos, ¡qué poquitos días faltan para ir corriendo a ver al Niño Dios que ya está con nosotros!
Pensemos en esto, cuántas veces el Señor nos ha llamado a conversión auténtica, y perseverar en la voluntad de Dios. ¿Lo he tomado en cuenta?
domingo, 14 de diciembre de 2014
Evangelio: San Juan 1,6-8.19-28. Ciclo B
Juan el Bautista testimoniaba la inminente llegada del Hijo de Dios, del Salvador de la Humanidad entera. Nosotros, más aún porque el Señor nuestro Dios nos ha hecho hijos de la Iglesia, por el sacramento del Bautismo, cuando no testimoniamos en toda ocasión, cuando hay ocasión con nuestras palabras, pero en todo momento con nuestro testimonio y ejemplos. Y no estamos en este mundo para ser mundanos. La mundanidad, que tantas veces he comentado, siempre se opone a los intereses de Cristo.
Cristiano es vivir conforme a Cristo, no es solamente un concepto, debe ser una realidad. Pues la eternidad es una realidad, existe el cielo y el infierno, es eterno.
domingo, 7 de diciembre de 2014
Evangelio dominical, 2ºDomingo de Adviento. (Mc 1,1-8), Ciclo B
Gloria y alabanza al Señor que nos ama,
Llegamos al II Domingo de Adviento.
No debemos someternos al mundo, sino todo lo contrario: «Preparad el camino del Señor, haced rectas sus sendas». Las sendas del Señor no las debemos torcer según el capricho del hombre viejo, vivir en la rectitud de vida, siempre con perseverancia.
Llegamos al II Domingo de Adviento.
Meditando este evangelio, el testimonio
de San Juan Bautista siempre me llama la atención, siendo el precursor de
Cristo, que anunciaba la conversión del corazón a todos… Hoy día, nuestra
soberbia nos impide imitar este ejemplo, si él, el Bautista, no se consideraba
digno de desabrocharle sus sandalias. En nuestros días, cuando ya se ha perdido
la gravedad del sentido del pecado, el alma ingrata que se cree tan superior al
Precursor de Cristo, no adora a Cristo, y toma la Sagrada Comunión, sin el
mínimo respeto y reverencia. No se preparan dignamente; ni siquiera se
esfuerzan en ello: --“yo hago lo que quiero, y por eso, comulgo de pie y en la
mano, y luego me entretengo en conversaciones y risas con quienes estén a mi
lado”--. Esto sucede entre los jóvenes, pero también entre algunas personas de
más edad, incluso en la ancianidad. Se pasa todo el tiempo de la Misa,
hablando, y hablando.
El demonio, nuestro enemigo, busca
muchos modos, para el cristiano irreflexivo cumpla los malos deseos del
Maligno, confesiones y comuniones sacrílegas, que no le ayudan a mejorar su
relación espiritual con Dios.
« es necesaria una purificación para
recibir al Mesías. » El cristiano mundano
cada vez que comulga indignamente, agrava su situación para la eternidad.
Pero no pensemos que la purificación es
para los Santos, ¿Qué pasa con nosotros? Que no somos santos, y sí, necesitamos
purificar toda nuestra vida. Renunciar los apegos a la mundanidad. Los mundanos
me responden: “lo que hay en el mundo es bueno y santo”; “no es malo ser
mundano”; “nosotros somos los malignos”, etc., esta forma de pensar nos aleja
de Jesucristo, y no conviene, necesitamos cambiar nuestros pensamientos. No
podemos hacer “me gusta este Evangelio”, con el corazón y la mente en la
mundanidad, no podemos vivir así, esto no es verdadera vida.
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