jueves, 12 de febrero de 2015

Caridad fraterna (Ga 6, 1-10) / Reflexiones espirituales

Es muy peligroso para nosotros si nuestro corazón está endurecido, por las cosas de este mundo, los apegos, que nos convertimos en soberbios y orgullosos, y aparece alguien con toda caridad de Cristo, comience a corregirnos, y nosotros estallemos repentinamente con ira, porque nuestra ceguera no ha captado el sentido espiritual de ese hermano, de esa hermana que nos está advirtiendo del peligro si continuamos con nuestra vida superficial, nos creemos que estamos caminando con Cristo, y resulta todo lo contrario, pues nuestro amor a la mundanidad… nos ha convencido de que obramos bien.
 
Se supone que todos los cristianos creen en la Palabra de Dios, pero creer debe significar alimentarse diariamente en nuestra vida espiritual.   
La corrección fraterna es importante, si en nuestro ambiente, en nuestra familia, en el trabajo, nos encontramos con alguien que obra de forma distinta a lo que Dios quiere, debemos advertirle. Pero en la Sagrada Escritura, yo he encontrado, un número pequeño, de las veces que hemos de corregir.  Y no es más de tres, no lo confundamos, que perdonar debe hacerse siempre, pero corregir, no más de tres, según la Palabra de Dios. Ahora bien, un padre o una madre de familia, debe corregir siempre a sus hijos si se comportan mal. Los padres cristianos no deben quedar indiferentes, saber corregir a sus hijos con amor, sobre  todo, el perseverante testimonio de una vida conforme a Cristo, sin discusiones.
 
A cuántos de nosotros nos habremos encontrado: “tú no tiene que juzgar a nadie”, y trata de justificarse con algunas de las palabras de Jesús, “no juzguéis para no ser juzgados”, etc. Sin embargo, por otra parte estas pobres almas, no quieren ser fiel a Dios, y cuando se hace un rechazo hacia una actitud malvada, enseguida salta, y es que identifica con aquello que es malo a los ojos de Dios, pero bueno al mundo.  

Antes de hacer un juicio, es decir corregir al prójimo, debemos mirarnos a nosotros mismos si estamos preparado para ello, que  nuestra vida sea conforme a Cristo.
 
La corrección fraterna se hace mejor cuando pasamos muchas horas ante el Sagrario, cuando nos animamos a ser orantes con perseverancia. Sin vida de oración, y sin la vida en Cristo, la corrección fraterna llega a convertirse como quien está en un campo de batalla. Porque el demonio se aprovecha de las almas que no se familiarizan con la oración. Pero el deseo de perseverar, si hemos estado en ese campo de batalla, el Señor nos ayuda a salir. Pero debemos ser uno en Cristo Jesús.

Nos ayuda mucho, si dedicamos mayor parte de nuestro tiempo a la vida de oración, el Santo Rosario, prefiero insistir en ello, porque cuando mejor oremos, el tentador no consigue destruir nuestra paz, porque con la ayuda de Jesucristo y de María Santísima estamos alerta. La humildad es una herramienta necesaria. Pero si el prójimo está profundamente atado a sus pecados, no resulta efectivo, entonces, es preciso dejarlo en las manos de Dios con nuestra oración.
 
* * *
En el versículo 8: El que siembra en la carne cosecha corrupción”, además de la impureza, cuando se siembra para la carne: el “culto al cuerpo”, con ejercicios físicos, para aumentar su musculatura, cosecha en su carne, la moda de los paganos, sobre la “mujer más bella del mundo” los maquillajes…, salen por pasarelas, exhibiéndose, hombres y mujeres cosechan pecados sobre pecados y recogen corrupción: y recogerán según el fruto de sus obras.  

El Señor mediante el sacramento del Bautismo, nos prepara para ser templos vivos de Dios, no podemos olvidarlo, no debemos profanarlo con nada de lo que propone el mundo. Los cristianos no somos del mundo, sino de Dios.
 
En el versículo 4, que leemos aquí, en la edición de la Conferencia Episcopal Española, dice así: «Y que cada uno examine su propio comportamiento; el motivo de satisfacción lo tendrá en sí mismo y no en relación con los otros» (Ga 6, 4).
A veces nos sucede que cuando leemos meditaciones de otros hermanos, nos alegramos muchos, por su cercanía hacia Dios, esa alma es toda de Cristo, y suele reflejarse en sus pensamientos espirituales, pero que ninguno de nosotros debemos pararnos ahí, sino perfeccionarnos en orden hacia Dios.
 
Motivos de satisfacción, o “gloriarnos”, según lo espiritual, llevando una vida plena de Dios, y vacío de la mundanidad.
 
Porque Cristo Jesús está en nuestra vida, y si todavía no lo tenemos, es importante que nos vaciemos por completo de todas las cosas que no tienen relación con el Amor de Dios, y podemos conocer cuál es su Voluntad Santísima, que es lo que nos pide, siempre que nos dediquemos tiempo para meditar la Palabra de Dios.

Estamos en este mundo para sembrar el bien, siempre en la espera del Señor nuestro Dios. Señor, Dios mío, he hecho esto porque tú me lo has mandado. Y lo que el Señor nos pide, siempre es con relación a la salvación de las almas, creciendo día a día, en la vida espiritual.

Esta caridad fraterna no es posible conseguirla si nuestra vida se ajusta a lo mundano, pero cuando dejamos que Cristo forme parte de nuestra vida; mejor dicho, no Él a nosotros, sino nosotros en Él, y desde Cristo y con perseverancia todo se consigue. Nosotros necesitamos formar parte de Cristo, para que Él obre en nosotros el bien para todos los demás.

Los Santos, verdaderos amigos de Dios, pasaron por este mundo haciendo el bien. Este es nuestro camino.

lunes, 9 de febrero de 2015

¡Ánimo!, si allí no puede ser, nos vamos a otra parte...


Cuando buscamos de corazón al Señor nuestro Dios, pues todo lo queremos hacer para complacerle, y cuando sucede esto, no recibimos aplausos. En el caso de que nos aplaudiera, enseguida tenemos que rechazarlo, para que no se pierda lo que nos ayuda a acercarnos a Dios.
 
Los aplausos no nos orientan hacia Cristo, sino que nos aleja de la humildad.
 
En una de las redes sociales hay personas que mendigan la aprobación del prójimo, ¿por qué? porque no se han dedicado a la hermosa tarea de evangelizar. Y precisamente, son muchos que intentan llenar un vacío interior, pero que no les hace felices, porque quienes le suele dar aprobación son personas que no buscan un camino de santidad ni acercamiento a Cristo.
 
Son muchas las personas que se acercan al Papa, en audiencias o en la meditación del Santo Ángelus. Y precisamente, cuando el Santo Padre Francisco, invita a acercarse a Cristo, a ser almas de oración, a la lectura de la Palabra de Dios, las iglesias, al menos, cuando hay más personas son en Domingo o días festivos, pero se echa en falta la humildad, la devoción, los confesionarios... ni siquiera ya el sacerdote se anima a sentarse a la espera, ni se prepara o llega más tarde y no tiene tiempo para confesar.
 
Bueno, estamos también en tiempos muy complicados, hablar de penitencia no parece buena idea, sino pasarlo bien, y atraerse un número mayor de aplausos, pero detrás de los aplausos, ya queda claramente entendido que no se busca a Jesucristo para nada, no hay tiempo, hay otras cosas más importantes, en el mundo, que los que se arriesgan a perder la salvación, llegan a valorar, pero sin ningún valor a los ojos de Dios.
 
Muchas almas, una vez que han alcanzado un cierto tiempo de aplausos, y la vanagloria hincha y destruye nuestra fe, por eso, con la ayuda de la gracia, se puede salir de esa esclavitud, cuando realmente, el evangelizador, no quiere servirse de Dios para evangelizar, quiere ser fiel a Dios, servir a Dios, aún cuando nadie le quiera comprender, quiere ser firmes en la fe, en la santidad. Siempre fiel a Cristo.

Para nosotros, lo más importante es Jesucristo, y es por eso que buscamos a Cristo, queremos formar parte de la vida de la familia de los hijos e hijas de Dios.
 
Yo necesito ser corregido, ¿Quién tiene la caridad de corregirme? Y si nadie me corrige, puedo hacer dos cosas, acudir al Señor para alcanzar su misericordia, y el examen de conciencia, para no perder de vista al Señor nuestro Dios.
 
Mayor bien nos hace una severa reprimenda que no una cantidad de aplausos que nos llevaría a apartarnos de Dios. No, no conviene aceptar las golosinas envenenadas del mundo, esto es, como voy diciendo que son los aplausos, las adulaciones, la soberbia de la vida presente, una vida superficial y vacía de verdad. No nos conviene cosas así. Pues el demonio es muy astuto, y los aplausos son cadenas de muerte de la fe.
 
Hace algunos años escribí una reflexión, con citas de la Sagrada Biblia, del pensamientos de algunos de los Santos Padres y doctores de la Iglesia la peligrosidad de los aplausos. Y es que el estudio de la Palabra de Dios, cuando se toma en serio, nos libra de un sin fin de errores, y salimos del camino del extravío para ir con Cristo, y nunca separarnos de su amor. La Santa Biblia también nos anima a ser verdaderos devotos de la Santísima Madre de Dios.

Si nos alegramos por los elogios, los aplausos, no estamos complaciendo al Señor, hay que huir velozmente como hicieron los santos y santas. Entonces no fracasamos, porque lo que hacemos es por el Altísimo, nunca por nosotros mismos, y también para que el prójimo ponga su mirada y pensamientos en Dios, olvidándose del mensajero. Que solo hace lo que Dios le manda.

Alegrémonos sí, cuando somos insultados y despreciados, porque amamos a Cristo, y hacer el bien, con nuestras oraciones a quienes nos hacen mal.

En algún sitio u otro, ha sucedido que cuando yo compartía, partes del Nuevo Testamento, o enseñanzas de San Juan Pablo II, por ejemplo, pues ya hace años, eran censurados, incluso eran demasiados molestos las palabras de San Pablo, etc. Y son personas que se decían católicas. Pero que más que aceptar la verdad según la fe de la Iglesia Católica, era más bien, un llevarse bien incluso con quienes no estaban de acuerdo con la Sagrada Escritura.

Esto en un momento nos pueden resultar un tanto incómodo, porque no han aceptado a Cristo. Pero nosotros hemos de seguir adelante. En el pasado era un tanto complicado tener un blog, porque o no era tan conocido, o porque todavía no se había hecho como programa para facilitar una comunicación con todos los interesados, ahora si, Pero lo mismo que las redes pueden arrojar a la condenación a muchas almas, por los malos usos, que a otros, cuando se hace buen uso y es para evangelizar, llega a ser un gran bien para todos. Esta fue mi idea de siempre, Y siempre con caridad, y misericordia.

Cuando leemos el Evangelio, nos encontramos que Cristo no era bien recibido en todas partes, a los pecadores incorregibles, les molestaba  su presencia, pero Él continuaba con la misión encomendada por nuestro amado Padre Dios; la Primera Persona de la Santísima Trinidad.
 
Es muy edificante esta reflexión de un buen sacerdote, el Padre Santiago Martín, la que en esta ocasión comparto.
 

viernes, 6 de febrero de 2015

1Cor 3,1-3 / «¿Firmes en la fe?»

  • Publicada el 6 de febrero de 2015
  • actualizada el 7 de febrero de 2016

Cuando un “cristiano” se aferra a las cosas terrenales, durante muchos años, será difícil convertirse a Cristo. Pero cuando el cristiano, se deja guiar por el Espíritu Santo, es espiritual, porque ya no tiene las miras al mundo, las antiguas amistades del mundo, han muerto, ahora vive sin respetos humanos, sin favoritismo.

Nuestra fe no tiene que ser la misma que la que comenzamos en nuestra infancia, seria peligroso para nuestro espíritu una vida estancada, mediocre, sin sentido, no haber profundizado en las enseñanzas de la Iglesia Católica. Son un gran número que por negligencia, pereza, no se ha unido a Cristo. 

No seria haber progresado en el conocimiento de Cristo, por aquellos años, hasta hoy, si todavía nuestro corazón está corrompido y estamos apegados a eventos deportivos, cirquenses, teatros, encuentros y no precisamente para anunciar a Cristo. El cristiano debe ser evangelizador, con su testimonio silencioso o su palabra, en todo momento dar razón de nuestra fe,




  • «Estad siempre dispuestos a dar la razón de vuestra esperanza» (1 Pe 3, 15)



¿cómo es que dice el Apóstol que estemos –siempre- dispuesto a dar razón de Cristo Jesús? Porque este es el camino de los cristianos, cuando están firmes en la fe, solo se preocupa de complacer solamente a Cristo. Sería una necedad que en vez de anunciar a Cristo en todo tiempo, solo un ratito, ya que luego, en vez de rezar el Santo Rosario aplaudimos ante unos personajes, payasos, malabaristas, actores, actrices, ponemos interés en lo que diga tal político, el ateo, el libertino. La cobardía es no anunciar a Cristo en todo momento. Los Apóstoles no cesaban de anunciar a Cristo, incluso cuando trabajaba.


No debemos fingir ser cristianos para que otros simpaticen con la mediocridad, tibieza. Debemos ser auténticos cristianos para honrar a Dios aún cuando nos vean extremadamente desagradables y antipáticos. Precisamente porque no buscamos las cosas de la tierra sino las del cielo.


Mis queridos hermanos, cuando un cristiano ya se cansa de Cristo, ha dejado entrar la corrupción del mundo en su corazón, no es cristiano aplaudir, (¿Es demasiado incómodo que recuerde siempre las mismas cosas? Pues es necesario hacerlo, porque lo esencial es Cristo y no los deseos caprichosos de nuestro hombre viejo,