lunes, 19 de septiembre de 2011

Benedicto XVI: oración y sentido religioso

Ser cristiano es hacer todo lo que Jesús nos enseña, y muy común para todos nosotros es la vida de oración, que no solamente pueden disfrutar los religiosos y sacerdotes, sirve para cada persona, sin importar el oficio o profesión que realice, como carpintero, jardinero, albañil, fotógrafo, y todo lo que decente.
Como albañil, no es imposible dedicar nuestro tiempo al Señor, pues tenemos las jaculatorias, “Jesús, confío en Ti”; Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío”, “Sagrado Corazón de María, sed mi salvación”, etc. Los trabajos duros de la construcción gracias a la vida de oración y entrega al Señor, dejan de ser dura. La oración del Santo Rosario, siempre hay otros momentos para dedicarlos devotamente al Señor. No existe ningún tipo de justificación que diga que no se puede orar.
Deja de orar, y aparecen multitud de problemas, uno de ellos es ir apagando sin que se de cuenta la fe.
«El que persevere en la oración, por pecados, caídas de mil manera que ponga el demonio, tengo por cierto le sacará el Señor a puerto de salvación. » (Santa Teresa de Jesús, vida 8) [Antología de la Oración, página 156, 1. Apostolado Mariano]
El camino de la oración es un medio muy eficaz, para ir superándonos, si hemos caído en la suciedad del pecado, nos da fuerzas para levantarnos.
Hay sacerdotes, religiosos y religiosas, que perseveran en la vida de oración, y se perfeccionan cada vez más en su vocación, en la llamada que el Señor ha hecho. Cuánto más oración es más perfecta la vocación, hay más santidad y verdadera vida de pureza y obediencia a la Iglesia Católica. Un alma que ora en espíritu y verdad, es imposible que renuncie a su vestimenta eclesial, ni el religioso renunciará a su hábito religioso. Pero cuanto menos trato de amor se tenga con Cristo, más un alma, opta por identificarse con el mundo, y se olvida de su compromiso con Cristo.