miércoles, 18 de marzo de 2015

«Estad siempre alegres» (1 Ts 5,16-24)


Mis buenos hermanos, se insiste en “sonríe”, que todos deben sonreír, correcto pero falta detalles esenciales. Pero para que esto sea una realidad, el cristiano debe vivir conforme a la Voluntad de Dios, cuando está en gracia, en permanente amistad con Cristo, jamás descuidar la oración, y la verdadera devoción crecerá con mucha belleza. Porque el Espíritu de Dios embellece y rejuvenece la vida del alma. 
 
La Palabra de Dios nos invita a que nuestra alegría sea en el Señor, una vida de pureza, desterrar de nuestro corazón la mundanidad.  
 
Sonríe, pero, qué especie de miedo hay, conviértete al Señor, renuncia lo que al mundo le agrada, los eventos que tanto hacen “felices” a los que no quieren convertir su corazón a Dios, y hay que insistir en esto.  Si el alma se conforma con una felicidad temporal, cuando le llegue una adversidad, como una enfermedad, se acabó su sonrisa, porque nunca la tuvo, el pecado, el rechazo a Dios jamás hará sonreír a nadie, en todo caso, es apariencia.   
 
No nos olvidamos que estamos en tiempo de Cuaresma, es un tiempo para crecer en santidad, para meditar la Pasión de Cristo Jesús, estar siempre con Él, no dejándole solo. Jesús sufre, pues también suframos nosotros. Son muchos hermanos y hermanas nuestros que sufren persecuciones, desprecios, hasta la misma muerte, y tantas humillaciones. Lo cierto, que estos hechos no nos invita a que nuestra vida espiritual no se disipe, nuestra vida no debe dispensarse, somos del Señor y debemos permanecer en el Señor, pero a tiempo completo, sin volver la mirada a las mentiras del mundo.
 
 
Hermano, hermana, si tu ya te sabes que eres hijo, hija de Dios, que aprovecha tu tiempo para la oración, ¿de verdad te vale aquello que te dice tu prójimo, que sonrías? Si es el mismo Dios quien te hace feliz, pero el mundo, en que siempre, como más de uno hemos leído, incluso oído sobre el rostro avinagrado. ¿Acaso la vida de Gracia y amistad para con Dios, nos avinagra nuestra vida? Nada de eso, en el alma que es constante, fiel a Cristo, siempre va por el mundo, con esa alegría interior, ¡tiene a Cristo en su corazón!, ¡tiene gran devoción a la Santísima Bienaventurada Madre de Dios!
 
 
Los del mundo, sí, aprende a ser feliz, a sonreír. Como he referido, ellos, los que se inclinan al mundo, hará un esfuerzo por sonreír. Pero le sucede, como quien quiere hacer un castillo de papel en una zona donde hay fuerte viento. Pues allí, donde no se da acogida a la vida de Gracia, siempre hay tempestades, caen por suelo.

 
Aprovechemos también para orar mucho por España, pues hay muchos mal intencionados que quieren destruirla. Oremos por Europa y por el mundo entero.
 
Reflexionemos ahora, esta enseñanza maravillosa de la Palabra de Dios,