sábado, 23 de junio de 2012

«El Amor a Cristo nos apremia» «Sígueme: tendrás un corazón nuevo»

El amor a Cristo nos apremia, si tanto nos ama Cristo, no podemos, no debemos ponerle límite a su amor hacia nosotros, sin embargo, se le está poniendo límite, porque nuestro corazón, cuando se aplica a lo mundano, ya le estamos cerrando la puerta de nuestro corazón a Cristo. 
  • Mira, estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él, y el conmigo. Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono como Yo he vencido y me he sentado con Mi Padre en su Trono (Ap 3, 21-22) 
Queridos hermanos, ¡qué hermosura meditar las Sagradas Escrituras!, ¡Cuánta belleza encontramos en la Palabra de Dios!, además si leemos, también las notas que explican determinados textos, en la edición de la Conferencia Episcopal Española, que lo explica de este modo:
  • El premio a la última carta resulta sorprendente: el cristiano vencedor podrá reinar con Dios y con Cristo para siempre; le será concedido compartir el  mismo trono de la divinidad. [Nota explicativa al Ap 3, 21] )
Pero tengamos cuidado, ya que nuestro amor a Dios, debe ser sin egoísmo, sin codicia. Porque el Señor conoce muy bien los propósitos que tenemos de amarle, y no se deja engañar. 
Cuando comprendemos que es el Señor quien nos llama, somos vencedores, porque en Cristo hemos vencido al mundo. Los que en algún momento han escuchado a Cristo, pero si en su recaída vuelve al vómito del mundo, no es un ganador, sino que ha optado por ser un perdedor. Los mundanos, tibios, superficiales, apostatas, traidores, los que hacen críticas y juicios a la Iglesia Católica y al Papa, por sí mismo, pero dejándose manipular por el demonio, se colocan en donde están los perdedores.
Muchas personas buscan sus “alegrías” en el mundo, cuando creen que lo han hallado, y pasado el momento de las “risas”, las diversiones, de pronto la nube oscura sigue sobre sí mismos, sobre su vida, porque no se han convertido al Señor, y el mundo no puede ayudar a encontrarse con Cristo.
En el mundo, hay un sinfín de tribulación y angustias, pero la realidad, los vencedores vencen al mundo, (cfr. Jn 16, 33) los que no quieren nada con Cristo, incluso luchan contra la Iglesia Católica, y fracasan a cada momento
Pero Cristo sigue amando a todas las almas, si el alma se abre al amor de Dios, tendrá la necesidad de hacer una renuncia total, a todo lo que le ha impedido reconocer ese amor de Dios. Vencer al diablo es vencer al mundo, y vencer al mundo es vencer al diablo, porque el alma que encuentra a Cristo, le abre su corazón.
En el Libro del Apocalipsis, leemos también:
El amor a Dios, contrario al amor del mundo:
  • Os escribo hijos, porque se os han perdonado vuestros pecados por su Nombre. Os escribo padres, porque conocéis al que Es desde el principio. Os escribo jóvenes, porque habéis vencido al Maligno. Os he escrito hijos, porque conocéis al Padre. Os he escrito, padres, porque ya conocéis al que Existía desde el principio. Os he escrito, jóvenes, porque sois fuerte, y la Palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al Maligno. No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el Amor del Padre. Porque lo que hay en el mundo —la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la arrogancia del dinero—, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa con su concupiscencia, pero el que hace la Voluntad de Dios, permanece para siempre. (Ap 2, 12-17).
Los jóvenes que han vencido al mundo, únicamente están pendientes de Dios, de la Iglesia Católica, de las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia Católica y del Papa, pues no quieren descuidarse, ni desean que pase por algo, aquel detalle que será muy importante para su vida y santidad personal.

Os escribo hijos, porque se os han perdonado vuestros pecados por su Nombre.

Gracias al Sacramento de la confesión los pecados se nos perdonan. Supongamos, tienes un mantel sucio, que su blancurfa ya no se distingue; lo lavas, queda muy limpio, te agrada. ¿Deliberadamente, la volverías a ensuciar, con el fango? Se supone que no, Pues con más empeño, hemos de cuidad la limpieza de nuestra alma, si nos dedicamos al mundo, nuestra alma se va ensuciando, la limpieza anterior, se hace inmundicia, por tal o tales pecados o vicios, que hemos de evitarlo con todas nuestras fuerzas, esto es, perseverando en la vida de Gracia, en la Voluntad de Dios. Y somos jóvenes, en condición de un espíritu santo en Cristo Jesús, como lo fue el Beato Juan Pablo II, y lo es el gran Papa Benedicto XVI, su juventud permanece en su interior, y en su mente, pues en la transformación de la imagen: Cristo Jesús, nuestro Dios.

Si alguien ama al mundo, el Amor del Padre no está en  él. En otros textos de las Sagradas Escrituras, también nos encontramos con estas realidades, que se imaginan alguno, por no comprender las Sagradas Escrituras, piensan que el amor del Padre, también está con los pecadores más terribles, como los terroristas, los que escriben leyes injustas, leyes que favorecen la corrupción y el vicio, etc., pero vemos que no es así. EL mundo hace envejecer de tal forma, que una persona de 20 años, puede aparentar, ciencuenta o sesenta, según la dedicación con qué se entreguen al vicio, al pecado, a lo mundano.
También:
"El amor de Cristo nos apremia..." (Tiempo ordinario 12º, ciclo B)
Comentarios a la segunda lectura dominical

Carta semanal de Monseñor Carlos Osoro: “Sígueme”: tendrás un corazón nuevo


2 comentarios:

  1. Gracias !!! me ha encantado su post.Cristo nos invita a seguirlo...a venderlo todo...nada tiene importancia...solo su AMOR.
    Feliz fin de semana!Dios le bendiga.

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  2. Tienes un blog fantastico!!! Un gran saludo en Cristo!!!

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