El laicismo lo corrompe todo, lo contamina. La Semana Santa es un tiempo de más recogimiento en nuestras vidas, pues es acompañar a Cristo, y permanecer con Él en su Pasión.
Vivir la Semana Santa, es una vida en Cristo. Aunque hay quienes intentan justificar que todas las formas de llevar los pasos en las procesiones son correctas, estoy seguro, que si se dedicaran intensamente a la vida de oración, ya no pensarían así.
Sabemos que no somos perfectos, pero la Semana Santa que es tiempo para meditar. Y si una persona es costalero, cófrade, su comportamiento debe ser ejemplar, una invitación a la caridad en el momento de llevar el gran peso sobre sus hombros y espaldas.
En mi niñez cuando con mi familia íbamos a ver la Semana Santa, había mucha piedad y recogimiento. Con el paso de los años, la situación ha cambiado, y en algunas ocasiones para mal.
Pero resulta, y esto es muy triste, que todos los cófrades no tienen los mismos sentimientos de respeto y caridad, y se dividen entre ellos.
Los mejores son aquellos que sí tienen los sentimientos de Cristo, que tienen fe y respeto, caridad y reverencia cuando llevan la carga sobre sus hombros. Y del mismo modo, son guiados por el capataz que no se adapta según el mundo.
Yo no sabía esto, en la división y las irreverencias de alguna cofradía, pues no la conozco toda, pero sí la he visto también por la televisión.
Porque no es un acto de piedad y reverencia, que los costaleros, vayan a la carrera, haciendo zarandeos con los pasos, como decía, esto no lo veía yo de niño, que daban saltos, o lo absurdo, como dicen, hacer bailar las imágenes, o tambaleando como si estuvieran ebrios. Esta conducta no procede de la piedad, sino del laicismo, que quiere a su manera, ridiculizar la Semana Santa, posiblemente haya quien no lo vea tan malo, pues cuando se pierde de vista a Cristo, la fe no es la medida de nuestro Salvador.
Pero estos errores no suceden en todos los pasos en este siglo XXI. Aquellos recuerdos del pasado, había más humildad, más fervor.
Los costaleros como auténticos hermanos, llenos de caridad y respeto, no lo son todos. Puesto que cuando el corazón irresoluto no tiene claro que hacer de su vida, lo mismo le da que participar en Semana Santa, que luego participar en juegos y entretenimientos mundanos, laicistas, paganos. Es una contradicción personal que arrastran sobre sí mismos.
Estos desordenes sucede en alguna que otra ciudad alicantina. No puede mezclarse la Semana Santa con el laicismo como están haciendo los falsos devotos, que sin ser fieles a Cristo, imitan el proceder del mundo. Esto debe ponerse freno.
Llegará un tiempo, que muchas almas se van a encontrar con las puertas cerradas en el Reino de los cielos. Hemos de ser fieles al Señor, todos los momentos.
Los costaleros tienen unas normas, el respeto, la caridad, y los demás valores cristianos. Si una persona ya no vive conforme a Cristo, si un día fue penitente, dejará de serlo para siempre, porque sus obras ya no agradan a Cristo. Y entre los costaleros, no deben haber confrontaciones.
Si un costalero o un penitente que va en procesión, tiene mentalidad laicista, ya tiene graves problemas en sí mismo, pues no es sincero con Cristo.
Por otra parte, hay personas que dicen que sienten rabia cuando no salen las procesiones a las calles, porque la lluvia se lo impide, y lloran, se enojan. Son comportamientos cuando no está dispuesto en aceptar la Voluntad de Dios, y no es ser verdadero devoto cuando maldicen el tiempo, la lluvia. No está ahí el amor a Cristo. ¿Qué esperan de Semana Santa quien no vive la vida de fe y amor?, ¿Qué esperan sacar de la Semana Santa cuando todo el año, tiene gran parte de su corazón en las cosas de este mundo?
Las lluvias no se originan por sí sóla, sino que tienen una misión, y el Señor es cuando decide en qué momento debe suceder. Y esto, si la persona que sale en procesión, pierde la paz y murmura, significa que no está dispuesto en aceptar la Voluntad de Dios.
No fue en Semana Santa, recuerdo aquella vez cuando en otra procesión de Corpus Christi, no pudo salir la procesión a la calle por motivo de la lluvia, y se hizo el recorrido dentro de la iglesia. Quiso el Señor que sucediera así.
Debemos culparnos a nosotros por no dedicarnos a la vida de oración. Si no renunciamos de corazón nuestros pecados, verdaderamente, hemos de culparnos, nadie más es culpable, sino nosotros por causa de nuestros pecados.
Noticia:
si aprendemos a vivir conforme a los deseos de Cristo, las cosas no serán tan difíciles. Pero un mundo, que no respeta los tiempos santos, no esperemos que se nos premien. Que por cierto, las lluvias no podemos verlo como un castigo, sino como bendiciones del Señor, y avisos para que nos limpiemos, pues el agua puede limpiar y quitar las manchas. Aprendamos a reconocer los signos de los tiempos, y no abusemos de la Misericordia de Dios para ofenderle.
No veamos las lluvias como algo malo, pues es beneficiosa para la humanidad, El Señor hace llover sobre buenos y malos, sobre justos y pecadores, dice el Señor. Y siempre para bien, nunca para mal.
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