jueves, 1 de octubre de 2015

Dios nos enseña a orar

Gloria y alabanza a la Santísima Trinidad. bendita y alabada sea por siempre la Santísima Virgen María Madre de Dios.
La oración es el mejor medio para toda la vida del cristiano. Yo tengo bastantes libros, me gusta leer de la doctrina de los Santos Padres, pero siempre encuentro que es mucho más agradable la vida de oración, porque tratamos directamente con Dios, y con Dios ya lo tenemos todos. Estar en una vida retirada del mundo, en una humilde ermita, no necesito demasiados libros, excepto la Sagrada Escritura, el Santo Rosario, la Misa diaria, supera a la Biblioteca cristiana.

Los libros son buenos en cuánto no vivimos esa soledad, ni estamos habitando en cuevas, ni monasterios. Los libros espirituales nos ayudan contra los errores que los enemigos de la Iglesia Católica, contra los sectarios, contra los mundanos. Pues el mundano tiene odio a Dios, aunque pretenda decir lo contrario, pero la realidad es que no soporta a Dios, y se gozan de la fama que los hijos de este mundo les ofrece.
“Señor, enséñame a orar”, y cuando el alma se dispone completamente a la fiel escucha de lo que Dios le enseña, termina por convertir su corazón en sagrario para la Santísima Trinidad, ya no tiene ninguna relación con la mundanidad, pertenece íntegramente a Dios. Y es que la oración insistente nos cambia en verdad la vida.
¿Cómo pudieron los Santos Padres y Doctores de la Iglesia católica escribir obras tan maravillosas? Por la intensificación, la prolongación de sus oraciones, sacrificios, sacar de sí mismo toda mancha de pecado.
Conozco a ciertas personas, de mi localidad, que quieren ser felices, pero no tienen tiempo ni un minuto de oración. Les hablé lo importante que es ir a Misa, aprovechando el domingo: --“Estamos muy super ultraocupados”--, no tienen ni unos segundos para Dios, y tratan de evitar siempre el que se le hable de Él. Pero nuestros días en este mundo no son eternos, que el rechazo de Dios en la hora de la muerte, se olvidarán por completo del “éxito de sus negocios temporales”, porque la angustia que padece el alma que ha rechazado obstinadamente la invitación de Dios para ordenar el negocio más importante, que es la salvación del alma, el demonio le irá sumergiendo cada vez más en una desesperación. ¡Terrible!
Muchos se han encontrado con nuestro Dios, pero pensando más en sus negocios temporales, perdieron todo.
En repetidas ocasiones he repetido que no estamos en este mundo para condenarnos, pues Dios quiere que todos nos convirtamos y salvemos nuestras almas.  Los negocios temporales, si no sirven para glorificar a Dios, el negociante termina por perder por completo la fe, y no ve necesario ni un Ave María rezada con auténtica devoción. Si se reza con devoción, todas las demás oraciones: el Padre Nuestro, el Santo Rosario, el Credo, las novenas, etc., llega un momento que gracias al deseo de orar bien, pues es el Señor quien nos ayuda a conseguirlo, y no ninguno de nosotros. Comprenderemos entonces, que todos los negocios temporales valen menos que un grano de arena. Pues la oración está al alcance de toda clase de personas, ricas y pobres, sepan o no leer. Es para todas las edades, incluso para los bebes, que imitan los gestos de los adultos, y las palabras.
 



Los libros y los confesores con sus instrucciones ayudan grandemente para hacer la oración y para dar aliento a las almas; pero ni los libros ni los confesores pueden dar o poner esta oración en el alma; el único que puede darla es Dios como es también el único que puede dar su amor. Él es el único que pone la enseñanza de la oración en el alma, aun cuando se suele valer de sus ministros, todos ponderan mucho el valor; el poder y la importancia de la oración y aún se queda corto  deben prepararse para recibirla y pedírsela al Señor,
Santa Tais, apartada, sola, incomunicada en el desierto, no había leído libros ni recibido instrucción de confesores; pero a solas con Dios vaciada de todo lo mundano y de toda conversación humana, atenta a lo divino, después de grandes tentaciones y de perseverante constancia suplicando en humildad, aprendió a tener aquella soberana oración tan íntima y sobrenatural, porque Dios se la ha enseñado y dio; se había preparado. Y fue Dios igualmente el maestro de oración de San Antonio Abad  y de San Simeón el Estilitista, que tan altísima la tenían. Santa Teresa de Jesús nos dice de sí misma que Dios fue su único Maestro. Ni los libros ni los hombres enseñaron a la Santísima Virgen María su oración, la más alta y la más íntima que de persona humana ha habido en la tierra, y sólo Dios la enriqueció e inflamó en su amor, porque solo Dios puede enseñar y dar la oración íntima y profunda de verdadero amor; fue Dios el que la vistió de gracia divina y la enriqueció e iluminó con su amor. (Un Carmelita Descalzo: Con Dios a solas. Solo Dios da la oración íntima, 122; páginas181-12. Apostolado Mariano. Sevilla).




El alma que se abandona en Dios, es la persona más feliz del mundo, aunque viva en pobreza, o un humilde peregrino, que como techo de su hogar tiene las estrellas del cielo, y Dios habita en su corazón. Y es feliz, sí, porque tiene la posibilidad de escuchar el perdón de Dios, cuando se acerca con humildad al sacramento de la confesión con un corazón sincero, arrepentido profundamente.
 
 
Hemos comenzado octubre, mes del Santo Rosario, en que son nuevas oportunidades, por lo que ya hemos comenzado en el perfeccionamiento de nuestra oración.

Debemos acordarnos por rezar por el sínodo de las familias, para que nuestros pastores se llenen del Espíritu Santo. Que los que no buscan a Cristo si no se quieren convertir, debe excluirse de la Iglesia, a fin de que no contaminen la fe de los más inocentes.

Debemos orar por España, por todo el mundo, por la paz, para que se detenga esa terrible violencia contra los cristianos. Pero la peor persecución es el libertinaje que algunos gobiernos ha implantado en sus leyes, porque no aman a Dios.
 
Es momento de que nuestras oraciones, la que el mismo Dios nos quiere enseñar, estemos completamente bien dispuestos para acogerla, inmediatamente.

 

1 comentario:

  1. La Oración es necesaria, es un momento muy íntimo con Dios, es el instante en el que también reflexionamos y nos damos cuenta de nuestros errores, es uno de los medios por los que nos unimos al Señor. Orar en pleno recogimiento es algo maravilloso. Me ha gustado mucho amigo José Luis. Un fuerte abrazo y buen fin de semana. @Pepe_Lasala

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