¿Y cómo reza el Papa Benedicto?
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En lo que toca al Papa, también él es un simple mendigo
frente a Dios, y más que todas las demás personas. Por supuesto que rezo
siempre en primerísimo lugar a nuestro Señor, con el que tengo una relación de
tantos años. Pero también invoco al Espíritu Santo. Tengo amistad con Agustín,
con Buenaventura, con Tomás de Aquino. A esos santos se les dice: «
¡Ayudadme!». Y la Santísima Virgen es de todos modos siempre un gran punto de
referencia. En este sentido me interno en la comunión de los santos. Con ellos,
fortalecido por ellos, hablo entonces también con Dios, sobre todo mendigando,
pero también dando gracias, o simplemente con alegría.
( «Luz del Mundo» Una conversación con Peter Seewald, págs.
29-30. Ed. Herder)
Reflexión:
Debemos acudir a los Santos para que nos
ayuden, pero debemos dejarnos instruir por el Espíritu Santo. Los Santos Padres
y Doctores de la Iglesia Católica, nos enseñan de qué modo hemos de obrar,
entre los Santos tenemos al Gran Papa Benedicto XVI, es el Bienaventurado
Joseph Ratzinger. Efectivamente, los que están más unidos a Dios, son aquellos
que están desprendidos de todo el proceder mundano, para ser totalmente libres
en el Señor nuestro Dios, una libertad tan pura, tan bella que nos ayuda a amar
a la Santa Madre Iglesia Católica.
Cuando el Papa habla, cuando es entrevistado,
siempre vemos en sus palabras, caminos de perfección.
Estaríamos usandos palabras de oración, que no sería oración, no llegaría a Dios, si yo me empeñase en buscar los lazos del mundo, para divertirme, para pasarlo bien, en tal o tal deporte, En otro lugar de este libro, nos dice el Papa que no le agrada el deporte. ¿Por qué?, pues un servidor, reflexionando sobre ello, ya que la respuesta del Santo Padre ha sido muy breve. Y como iba diciendo, no le agrada ni practica deporte, porque se ha hecho un corazón con Cristo Jesús, lo sé, porque vi a Cristo cuando vino a Valencia, y ya comenté sobre ello.
También nosotros, necesitamos despojarnos de todo lo que nos estorba y el pecado, como también nos enseña San Pablo, pues no hay otra manera de complacer a Dios, si no es, en primer lugar negándonos a nosotros mismos, para vivir plenamente en el Señor Jesús y con Jesús para gloria de Dios Padre.
Tiene gran amistad con San Agustín y otros Santos Padres. El Papa nos enseña como valorar a los Santos Padres, que no les debemos tener miedo, porque ellos no nos apartan de Cristo, que al igual que lo hizo el Beato Juan Pablo II, nos sigue invitando el Santo Padre Benedicto XVI, y lo hará su Sucesor, y la misma Santa Madre Iglesia Católica, ellos mismos, nos señalarán, que hemos de abrir nuestro corazón a Cristo. Y este abrir nuestro corazón a Dios, es cerrarlo a todo lo que nos obstaculiza hacia el camino de la salvación eterna.
Nuestra devoción a la Santísima Madre de Dios, debe ser sincera, porque una de las tentaciones del demonio, es que cuando se ora a la Santísima Madre de Dios, de una forma atropellada, irreverente, sin apenas pensar en la oración, el tentador no huye, posiblemente se separa un poco. Por el contrario, cuando el corazón devoto, profundiza en la oración y recogimiento, el demonio no se queda cerca, sino que huye lo más lejo posible, y solamente se aprovecha del alma, cuando se descuida en la verdadera devoción a la Santísima Madre de Dios.
Los Santos, todos, fueron muy devotos de la Reina de todos los Santos, por eso, vencieron crisis, sequedades, no cayeron en la desesperación. No puede faltar en nuestra vida la Eucaristía, a ser posible participar diariamente, porque son todos los días, que el demonio trata de hacernos una vida más oscura, pero con la Eucaristía, nuestra vida siempre será como una hermosa mañana de primavera, la Primavera Espiritual, que llena de paz y alegría las almas en Gracia de Dios.
Comenzando la oración de cada día, a Jesús, pedirle perdón por todos nuestros pecados, ingratitudes, y tener dolor en el corazón por nuestras ingratitudes y pecados, la devoción a María Santísima, ya queda dicho que es una gran defensa contra las asechanzasa del diablo.
El Papa Benedicto XVI, va demostrando con su ejemplo, con su verdadera piedad y humildad, que también cada uno de nosotros podemos ser humildes de corazón.
Nuestra devoción a la Santísima Madre de Dios, debe ser sincera, porque una de las tentaciones del demonio, es que cuando se ora a la Santísima Madre de Dios, de una forma atropellada, irreverente, sin apenas pensar en la oración, el tentador no huye, posiblemente se separa un poco. Por el contrario, cuando el corazón devoto, profundiza en la oración y recogimiento, el demonio no se queda cerca, sino que huye lo más lejo posible, y solamente se aprovecha del alma, cuando se descuida en la verdadera devoción a la Santísima Madre de Dios.
Los Santos, todos, fueron muy devotos de la Reina de todos los Santos, por eso, vencieron crisis, sequedades, no cayeron en la desesperación. No puede faltar en nuestra vida la Eucaristía, a ser posible participar diariamente, porque son todos los días, que el demonio trata de hacernos una vida más oscura, pero con la Eucaristía, nuestra vida siempre será como una hermosa mañana de primavera, la Primavera Espiritual, que llena de paz y alegría las almas en Gracia de Dios.
Comenzando la oración de cada día, a Jesús, pedirle perdón por todos nuestros pecados, ingratitudes, y tener dolor en el corazón por nuestras ingratitudes y pecados, la devoción a María Santísima, ya queda dicho que es una gran defensa contra las asechanzasa del diablo.
El Papa Benedicto XVI, va demostrando con su ejemplo, con su verdadera piedad y humildad, que también cada uno de nosotros podemos ser humildes de corazón.
Tus reflexiones siempre nos guían, nos marcan el camino para la Oración, para mejorar en nosotros mismos, para fortalecer la Fe... para acercarnos a Dios. Gracias siempre de todo corazón amigo. Un fuerte abrazo y feliz Domingo.
ResponderEliminarQuerido amigo, yo soy un siervo inútil, pero al igual que tú, también estoy abierto al Espíritu Santo.
EliminarComo ya estás pendiente, nuestro querido Papa Benedicto XVI, nos habla siempre del camino hacia la salvación, pero seguirá con igual entrega, después del 28 de febrero seguirá con la Iglesia Santa de Dios. Orando, en el recogimiento, siempre atento al Señor.
Nosotros seguiremos orando por él, y siempre lo haremos, como por su Sucesor, el próximo Papa, para que el Señor le guía con sabiduría y fortaleza, como lo ha hecho su Santidad Benedicto XVI.
Que Dios nuestro Señor te bendiga siempre y a los tuyos, y la Santísima Madre de Dios, y que disfrutes de toda esta semana siempre en la santa amistad de Dios nuestro amado Padre.