miércoles, 16 de mayo de 2012

La Iglesia de los últimos tiempos

Las profecías o revelaciones de la Beata Ana Catalina Emmerick habla sobre los pastores que no hacen caso al Papa, esto mismo está sucediendo en la actualidad, hay sacerdotes que para la hora de evangelizar, no siguen el Epíritu de Cristo, no están en plena comunión con el Papa, no tienen amor en sus corazones porque no obedecen,

Nosotros siempre estaremos en comunión con el Papa, pues es la voz de Cristo, que nos habla con la sabiduría de Dios.

Si aquellos sacerdotes, religiosos y religiosas que ahora no obedecen se sumaran al Papa para la Nueva Evangelización, las cosas irían mejor. Pues es conveniente esa obediencia, santa obediencia, La Santa Obediencia al Papa hace débil los poderes del enemigo, pero sin la santa obediencia, la violencia que surge del pecado se hace sentir en todas partes. Las crisis, existe una solución para hacerla desaparecer para siempre, pero esto es cosa personal, los mundanos dejarían de ser así, si abriesen su corazón para comenzar a obedecer a Dios y a la Iglesia Católica.
La Iglesia de los últimos tiempos


13 MAY 2012 | FERNANDO PAZ       

Ana Catalina En las visiones de Emmerick, la Iglesia romana se encontraba en un momento de repliegue, de retroceso. Muchos eran los embates que tenía que afrontar. Por un lado, la masonería trataba de minarla desde fuera, pues había "una gran cantidad de hombres que trabajan por invertirla (…) y con ellos, los apóstatas". Pero lo más terrible era que los masones también se encontraban dentro de la Iglesia, pues Ana Catalina vio "con horror que entre ellos había sacerdotes católicos", entregados a dicha labor "sin descanso".
Y es que entre el clero, y en general en el seno de la Iglesia, se había abierto paso la herejía. "Una gran cantidad de eclesiásticos castigados de excomunión se adhieren a opiniones sobre las que pesa el anatema", sin que a ellos les importase gran cosa, pues tenían en más sus propias opiniones que la obediencia debida al Papa. Lo importante era aplicar el principio de "vive y deja vivir", que hacía simpática a la Iglesia a los ojos del mundo. Entre tanto, y mediante la insidia, se iba poniendo cerco a la verdadera religión. Roma era cuestionada por los propios católicos, además de soportar los indisimulados ataques de los enemigos más directos: "De nuevo tuve la visión en la que la iglesia de San Pedro era minada, siguiendo un plan hecho por la secta secreta, al mismo tiempo que era deteriorada por las tormentas".
Subrepticiamente, se había operado una división en el interior de la Iglesia. Muchos abandonaban las tradiciones y se sumaban jubilosos a las novedades, asegurando que, de este modo, "las cosas son más bonitas y más naturales". Y todo ello obedecía a un plan preestablecido, "y este plan tenía, en Roma misma, a sus promotores entre los prelados". El Papa "estaba rodeado de falsos amigos que a menudo hacían lo contrario de lo que decía", lo que ignoraba el santo padre. Sin embargo, el Cielo le distinguiría con el don de la profecía y con visiones.
El catolicismo se hallaba en un momento crítico. Dentro de la propia Iglesia los sacerdotes guardaban silencio sobre la cruz y sobre el sacrificio, sobre el mérito y el pecado; se presentaba a Cristo como "el amigo de los hombres y de los niños; su vida no tenía más valor que como 'enseñanza', su Pasión era ‘ejemplo de virtud’ y su muerte tenía por único sentido la caridad". La verdadera fe moría ante el asalto de las luces y bajo el régimen de "la libertad y la tolerancia".
Ana Catalina vio "comunidades católicas oprimidas, vejadas y encarceladas; había muchas iglesias cerradas". La Iglesia se convertiría en objeto del odio popular, cuando "el pueblo salvaje e ignorante interviniera con violencia". El ataque contra Roma vendría de parte de las autoridades y también del populacho otrora cristiano. La situación de la comunidad cristiana era agónica: "Toda la parte anterior de la Iglesia estaba destruida: no quedaba en pie más que el santuario, con el Santísimo Sacramento, cuya devoción había sido olvidada".
La situación de la Iglesia se degradaría hasta el punto de que demandaría la intervención de la Virgen María, que, extendiendo su manto, ahuyentaría al enemigo de su Hijo.

1 comentario:

  1. Y no varia mucho de los momentos que vivimos. por eso es importante que cada uno desde donde ha sido llamado a servir al evangelio, se una fuerte junto a Pedro y en la Iglesia.
    Me ha gustado mucho tú post hoy, la verdad es que me gustan en general.
    un abrazo.

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