viernes, 11 de noviembre de 2011

Sermón pronunciado por san Carlos Borromeo

11-11-11


Hay quienes se han preocupado por esta fecha. Pero esta es una fecha como otra cualquiera, esta fecha como otras significa que debemos preocuparnos por cumplir la Santísima Voluntad de Dios, más oración, más recogimiento, tener nuestros pensamientos ocupados en el Señor, tener también otro tiempo para conocer lo que el Señor nos pide, y nos habla precisamente, ya lo sabemos, por las Sagradas Escrituras, pero también por su Iglesia Santa, las enseñanzas del Santo Padre Benedicto XVI, no dejemos de leer lo que nos dice semanalmente en las audiencias, en la Oración del Ángelus y en otros momentos muy importantes.

El 12/12/12, pues llegará, es preciso que aprovechemos bien nuestro tiempo para la oración, para la Santa Misa, rezar por aquellos sacerdotes, por su conversión, y rezar también por los verdaderos sacerdotes, pues son nuestros hermanos, y se dedican más intensamente a la misión que reciben de Dios y de la Iglesia Santa.
Pero vayamos a otro asunto. También el Señor sigue hablandonos por medio de sus santos, además de los dicho al principio. No conviene hacernos el sordo, porque el que pudiendo oír y comprender no quiere, terminará en la angustia y en la desesperación, que es lo que el Señor no quiere para nosotros, sino una alegría, una paz, pero aunque suframos en este mundo, será un sufrimiento temporal, no es eterno si estamos en gracia de Dios.


San Carlos Borromeo


Del Sermón pronunciado por san Carlos Borromeo,

Obispo, en el último sínodo que convocó.
(Acta Ecclesiæ Mediolanesis, Milán 1599, 1177-1178)



No seas de los que dicen una cosa y hacen otra




Todo somos débiles, lo admito, pero el Señor ha puesto en nuestras manos los medios con que poder ayudar fácilmente, si queremos, esta debilidad. Algún sacerdote querría tener aquella integridad de vida que sabe que se le demanda, querría ser continente y vivir una vida angélica, como exige su condición, pero no piensan en emplear los medios requeridos para ello: ayunar, orar, evitar el trato con los malos y familiaridades dañinas y peligrosas.

Algún otro se queja de que, cuando va a salmodiar o a celebrar la Misa, al momento le acuden a la mente mil cosas que lo distraen de Dios; pero éste, antes de ir al coro o a celebrar la Misa, ¿qué ha hecho en la sacristía, cómo se ha preparado, qué medios ha puesto en la práctica para mantener la atención?

¿Quieres que te enseñe como irás progresando en la virtud y, si ya estuviste atento en el coro, cómo la próxima lo estarás más aún y tu culto será más agradable a Dios? Oye lo que voy a decirte. Si ya arde en ti el fuego del amor divino, por pequeño que éste sea , no lo saques fuera enseguida, no lo expongas al viento, mantén el fogón protegido para que no se enfríe y pierda el calor; esto es, aparta cuánto puedas las distracciones, conserva el recogimiento, evita las conversaciones inútiles.

¿Estás dedicado a la predicación y la enseñanza? Estudia y ocúpate de todo lo necesario para el recto ejercicio de este cargo; procura antes que todo predicar con tu vida y costumbres, no sea que, al ver que una cosa es lo que dices y otras lo que haces, y se burlen de tus palabras meneando la cabeza.

¿Ejerces la cura de almas? No por ello olvides la cura de ti mismo, ni te entregues pródigamente a los demás que no quede nada para ti mismo; porque es necesario, ciertamente, que te acuerdes de las almas a cuyo frente estás, pero de manera que te olvides de ti.

Sabedlo, hermanos, nada es tan necesario para los clérigos como la oración mental; ella debe proceder, acompañar y seguir nuestras acciones: Salmodiaré —dice el salmista— y entenderé. Si administras los sacramentos, hermano, medita lo que haces; si celebras misa, medita lo que ofreces, si salmodias el coro, medita a quien hablas; si diriges las almas, medita con qué sangre han sido lavadas, y así todo lo que hagáis, que sea con amor; así venceremos fácilmente las innumerables dificultades que inevitablemente experimentamos cada día (ya que esto forma parte de nuestra condición); así tendremos fuerza para dar a luz a Cristo en nosotros y en los demás.

(L. H. pagina 1351-1352, Tomo IV. Fiesta de San Carlos Borromeo).





Yo animo a mis hermanos sacerdotes, que se entreguen más a la vida de oración, menos televisión para ver partidos de fútbol. Animo a mis hermanos sacerdotes que debéis recordar la importante labor que podéis ofrecer para la salvación de las almas. No olvidéis las palabras del Papa sobre los sacerdotes. Os invito que leáis las obras de San Alfonso María de Ligorio, en especial, la que refiere "La Selva", se trata sobre la santidad de los sacerdotes. Si a personas que no son sacerdotes, saca mucho provecho espiritual de la doctrina espiritual de los santos, que refieren a los sacerdotes, cuánto más el sacerdote aprende mejos a ser más sacerdote de Cristo y para la Iglesia, que no lo puede ser para sí mismo, ni para complacer una comunidad superficial o mediocre. De sacerdotes santos, terminan por santificarse aquellos que buscan de corazón a Dios,.

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