Hay autores muy importantes que sueles compartir sus edificantes reflexiones en defensa de la Liturgia, de la Sagrada Comunión; y son dignas sus palabras por la caridad y el respeto con que hablan.
Ayer escuché de Alejandro Bermúdez la siguiente reflexión, antes de seguir leyendo es preciso oír lo que dice:
martes, 29 de noviembre de 2011
Y tiene toda la razón. Porque el comulgante desde antes de recibir la Sagrada Comunión debe ya haberse preparado, bien dispuesto para gloria de Dios, Recibir la Sagrada Comunión como es debido, con verdadera paz y pureza de nuestro corazón, y unirnos al Corazón de Jesús, es gran ventaja.
Si el comulgante después de haber permanecido de rodillas todo el tiempo, porque su intención es crecer en la verdadera adoración al Señor, si no se pone en pie como exigía el sacerdote, y se retira porque no quiere dar la Comunión a nadie que se arrodille- El comulgante se ofrezca así mismo a Dios, con toda humildad, pero antes de levantarse, hacer la comunión espiritual, hay que amar y respetar al sacerdote, y rogar al Señor por su conversión. Hemos de tener la tarea de los verdaderos adoradores de Dios, las obras de la carne, resentimientos, malas caras, hacer juicios, y otras que ya San Pablo menciona, no nos ayuda a crecer en la humildad.
« ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?, como dice la Escritura: Por tu causa somos muertos todo el día; tratados como ovejas destinadas al matadero. Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó. Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro.» (Rm 8, 35-38)
Alguien me contó que este sacerdote, tuvo una muerte extraña, (tendría unos cuarenta años si no me equivoco. No hemos de desear el mal a nadie, no olvidemos la tarea de los verdaderos adoradores de Dios, ese es el camino de todo cristiano.
¿Hemos de ceder y ponernos de pies para comulgar si cuando ya nos hemos arrodillados? No olvidemos tampoco los ejemplos de los Santos Profetas del Antiguo Testamento, y más aún en el Nuevo, los Apóstoles y los primeros cristianos, que no cedían ante quienes se oponían a Dios y a nuestro Señor Jesucristo.
Aunque esas ocasiones no llegarán al derramamiento de sangre, pongo por ejemplo, los santos mártires, que no cedieron en su amor y perseverancia a Dios. Si ellos no cedieron en esos momentos tan trágicos y difíciles, mucho menos hemos de ceder, que si no nos quieren darnos la Sagrada Comunión, insisto, que todo resentimiento no debe tener lugar en nuestro interior. Respetar y amar a todos, a los sacerdotes, rogar por ellos, desearles todo el bien. Su salvación eterna.
«Dichosos de vosotros, si sois injuriados por el nombre de Cristo, pues el Espíritu de gloria, que es el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.
»Que ninguno de vosotros tenga que sufrir ni por criminal ni por ladrón ni por malhechor ni por entrometido: Pero si es por cristiano, que no se avergüence, que glorifique a Dios por llevar este nombre.
»Porque ha llegado el tiempo de comenzar el juicio por la casa de Dios. Pues si comienza por nosotros, ¿qué fin tendrán los que no creen en el Evangelio de Dios?
»Si el justo se salva a duras penas ¿en qué pararán el impío y el pecador?
»De modo que, aun los que sufren según la voluntad de Dios, confíen sus almas al Creador fiel, haciendo el bien. » [1 P 4, 1-19].
«Dios es Espíritu, y los que le adoren, en espíritu y en verdad es necesario que adoren" (Juan 4, 24).
El Señor nuestro Dios nos conceda a cada uno de nosotros, la paz, pero esa paz la hemos de trabajar con la perseverancia en nuestras oraciones diarias. Y la Santísima Virgen María, a todos nos guarde bajo su protección y nos dejemos guiar por la Santa Madre Iglesia Católica con auténtica humildad de corazón.
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