domingo, 2 de octubre de 2011

El Padre Pío, milagros en el siglo XX

La vida del Santo Padre Pío, es maravillosa, no es un santo que pasa al olvido, como tampoco los que la Iglesia recuerda y celebra cada día. San Pío de Pietrelcina todavía hace milagros, y conocerle cada vez mejor, nos ayuda a acercarnos mejor al Señor.
Ver una película bien hecha del Padre Pío está muy bien, pero leer su vida, y meditarla, con un buen libro, es muchísimo mejor, porque podemos hacerlo en un sitio tranquilo, en el campo, en algún jardín, y poder elevar nuestro corazón y pensamientos hacia Dios, dedicar momentos para la oración a nuestro Señor Jesucristo, a la Santísima Virgen María, y a los santos de nuestra devoción.
Los estigmas del Santo Padre Pío, todavía hay personas que no lo creen, sinceramente, yo sí los creo. Pero como se sabe, no es un dogma de fe. Pero yo me mantengo a todo lo que la Iglesia Católica se pronuncie. Y si todavía no se ha pronunciado sobre los estigmas del Santo Padre Pío, no podemos ni debemos adelantarnos nosotros.
Una de las palabras espirituales del Santo Padre Pío: «Reza, espera, ten fe y no te preocupes.»

San Francisco de Asís, el despreciador del siglo

Cuando nos falta la vida de oración, el tentador nos hará creer que el hábito no hace al monje, pero no podemos creer las mentiras de este mundo.
Es una idea para contradecir la vocación de entrega total al Señor, que llama a la santidad como sacerdote y religioso.

Aparecen acusadores, que se atreven a negar el hábito religioso o la sotana, porque quieren desahogarse "Es que aquel que llevaba hábito o sotana" a cometido graves pecados". Hay otra realidad, contra esta mala intención, y es que muchas personas  que no son religiosas, tampoco visten hábito religioso ni sotana, y con vestidos seglares, cometen barbaridad de escándalos. Sea como sea, el que peca, dice San Juan Evangelista que es del diablo. El vestido decente y casto no puede pecar, ni llevar a pecado. Mucho menos todo aquel que permanece en Cristo, no puede pecar (1Jn 3, 6); el que no permanece en Cristo se coloca al margen de la Iglesia Católica para cometer su pecado. Todo el que acusa a un alma consagrada es porque no lleva a Cristo en su corazón.

«En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del Diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano.» (1Jn 3, 10)
Cuando el Señor llamó a una vida distinta a Francisco de Asís, se despojó de sus vestidos seglar arrojándolo al suelo, en presencia del Obispo de Asís.