jueves, 15 de septiembre de 2011

Jornada Mundial de la Juventud: Una propuesta de amistad que rompe fronteras

Hoy abro una nueva sección para reflexiones espirituales, de sacerdotes, pero no voy a poner el sitio donde lo he encontrado, porque ahí hay una sección de comentarios, y que los comentaristas no tienen el mínimo respeto ni caridad cristiana.

Se publicó el pasado 17 de agosto de 2011.

Es una reflexión sobre la JMJ, por la que un servidor como otros, participó en esas interesantes jornadas tan maravillosa. Toda una aventura, yendo solo, como aquel hombre de más de sesenta años de Uruguay, que se sentía jóven, no tenía la preocupación de estar pendiente de su grupo. Pero en realidad no iba solo, y se lo dije a él, que tiene como una preciosa compañía de Jesús y María Santísima.

Yendo en grupo, es más complicado, porque la cantidad de peregrinos que había, si varios pasan delante de ti, y tienes que respetar, en cuestión de segundos, ya se pierde de vista al grupo, y para encontrarlo, toda una aventura.

Lo más importante para mí, fue escuchar al Santo Padre, retener sus palabras en la memoria, y en mi corazón, para poner en práctica todo aquello que me corresponde en mi vocación hacia la santidad; la Eucaristía, pero antes una visita al sacramento de la confesión, y con la Santa Misa, la comunión espiritual, pues no fue posible, la distribución sacramental, y la indulgencia plenaria. Es una vocación de todos los cristianos, estén o no estén casados; sacerdotes, religiosos, religiosas, todos estamos llamados a la santidad, y debemos vivir a ejemplo de Cristo Jesús, con una total entrega a Dios Padre, amando a la Iglesia Católica y al Papa. No olvidemos, que el Santo Padre Benedicto XVI, es la imagen visible de nuestro Señor Jesucristo. Como bien dice Santa Catalina de Siena: El Dulce Cristo en la Tierra.

Ahora vamos con la reflexión del padre Ismael.