miércoles, 2 de octubre de 2013

Hermano Salvador Romaguera, ermitaño. Recordándole con ternura y cariño fraternal.

Conocer a personas santas es un regalo de Dios, porque son ejemplos que nos invitan a que seamos santos, pero de verdad, con sinceridad de corazón. Porque si tenemos apego a lo terrenal, es imposible que estemos siguiendo a Cristo, más aún ni siquiera le andamos buscando, porque nos lo impide cuando el corazón se inclina a la idolatría, ni siquiera somos cristianos, sino un engaño.
 
El Hermano Salvador, era de verdad un alma humilde, pero no lo paso nada bien, como él cuenta, pues los enemigos de Dios se burlaron de él, cuando intentaba evangelizar en algún canal de la televisión, que precisamente no suelo ver esos tipos de programas que desprenden odio a la fe católica. Pero este ermitaño no sabía el mal rato que le iban a someter.

En este resumen que leeremos, se dice que algunos han llegado a olvidarle, pero los que buscamos y amamos a Cristo, todavía le mantenemos en la memoria, en el recuerdo de su testimonio, los que hemos hablado con él, los que hemos rezado con él, y comer con él. Con un hombre de Dios.
 
Dios nos ama inmensamente, nos llama, pero si hacemos oídos sordos, nuestra sordera puede llegar a ser crónica, sordera espiritual. No podemos ni debemos ignorar la llamada a la libertad, del amor, de la caridad cristiana, no podemos ignorar a Cristo. ¡YA!, pues cualquiera que lo deje para el día de mañana, su seguimiento será una rutina, una vida superficial, que a cada momento, terminará alimentándose de las inmundicias que le ofrece la mundanidad y el pecado.
 
Estoy seguro que el Papa Francisco y el Hermano Salvador Romaguera, serían muy grandes amigos, con Jesús y San Francisco de Asís, pues todo tienen en común la santidad, el desprendimiento del mundo, El próximo Santo Juan Pablo II con Benedicto XVI, siempre se esforzaron de acuerdo a las enseñanzas del Concilio Vaticano II, volver a las raíces del Evangelio, que a través de los siglos, numerosos franciscanos emprendieron la reforma de la Orden de San Francisco de Asís, pues el Hermano Salvador Romaguera, se hizo una verdadera reforma interior, otro Cristo.

Y es que el mundo nos impide tener un conocimiento más perfecto a Cristo, de los deseos de Dios, y tanto que es así, cualquier aficionado al deporte, no tiene memoria de Jesucristo, si alguna vez ha leído u oído algo sobre las enseñanzas de Cristo en el Evangelio, no tarda mucho en olvidarlo, porque no encuentra alegría en las palabras del Señor.

El mundo nos incapacita para comprender lo que en ese mismo momento que el Señor nos estuviera avisando, hablando.
En esta entrevista hay un párrafo que dice así: