jueves, 29 de noviembre de 2012

Para hablar de Dios, se requiere una familiaridad sincera con Cristo Jesús.

Hablar de Dios, ¿cómo lo estamos haciendo? Necesitamos ser constante en la oración, en la caridad, en la misericordia, no hacer juicios temerarios, que a veces podremos caer en esa trampa, que el demonio quiere, defender los derechos de Dios pero humillando a quien sea, y esto no debe ser así, el que ama a Dios, ama también al hermano. Aunque también otro engaño del demonio, que es amar a Dios, pero ofender a Cristo, tener caridad con el hermano, pero no con Cristo, que esto también está sucediendo. Si no nos unimos con humildad al Corazón de Cristo, todo cuánto hagamos de "provechoso al hermano", en cualquier momento, se convertirá en una maldad contra aquel hermano.
 
Y esto, que digo, es una realidad, según casos que se me han presentado... que no es necesario que se cuente, pero es preciso que ejemplos tan engañosos de caridad fingida debe evitarse.
 
Pues evitemos todo engaño, que si no tenemos caridad con Cristo, todo cae en saco roto.
 
 
EL Santo Padre nos anima que debemos ocuparnos de las cosas del Señor, porque es así, como desde el Señor, el bien que hagamos a los demás, se hará sin murmuración, sin egoísmo, sino que pensandolo: el bien que estoy haciendo a esta persona, a este pobre, se lo estoy haciendo al mismo Cristo, que nos ama.
 
¿podemos anunciar a Cristo sin aumentar nuestro tiempo de oración y meditación?
¿Cómo hablar de Dios sin participar en los sacramentos?
De hecho, se está dando también, que hay personas que hablan de Dios, pero no practican la humildad, ni la caridad, ni el respeto, etc. Pero sobre el respeto, sí tienen respetos humanos; es decir, que no es lo mismo, el respeto a los intereses de Cristo.

Resulta, que si un corazón está apegado a las costumbres del mundo, que vive sus costumbres, si habla de Dios, pero que no tiene propósito de renunciar a sus viejas costumbres del hombre viejo, no habla por inspiración del Espíritu Santo, sino en la medida del hombre viejo, y nadie le volverá a creer, incluso se apartará de su camino.
 
La Sabiduría de Dios en las enseñanzas del Santo Padre Benedicto XVI, que no debemos descuidar ni un solo momento de nuestra vida.
 
  • Benedicto XVI: «Por lo tanto, hablar de Dios requiere una familiaridad con Jesús y su Evangelio, presupone un conocimiento nuestro personal y real de Dios y una gran pasión por su proyecto de salvación, sin ceder a la tentación del éxito, sino siguiendo el método de Dios mismo. El método de Dios es el de la humildad, Dios se hace uno de nosotros, es el método cumplido en la Encarnación, en la humilde casa de Nazaret y en la gruta de Belén, la parábola del grano de mostaza. Se requiere no temer la humildad de los pequeños pasos y confiar en la levadura, que penetra en la masa y la hace crecer lentamente (cfr. Mt 13, 33). »