miércoles, 5 de octubre de 2011

Cómo ir a Misa y no perder la fe

¿Cómo ir a Misa y no perder la fe? el título tiene su autor, no es mío. Pero me ha servido para hacer la reflexión.
Desgraciadamente hay personas que cuando van a Misa, o comulgan lo hacen sin fe, la rutina, la tibieza, el olvido de Dios, de los sacramentos. Creer en Dios y vivir como si no existiera.
La infidelidad a Cristo puede llevar al desastre, porque cuando se desobedece a Cristo, ya está siguiendo los deseos del príncipe de las tinieblas.
Y se alegra mucho Satanás, cuando al distribuir la comunión, por no obedecer a la Iglesia Católica, que enseña que la bandeja debe mantenerse:


CAPÍTULO IV LA SAGRADA COMUNIÓN
2. LA DISTRIBUCIÓN DE LA SAGRADA COMUNIÓN.
[93.] La bandeja para la Comunión de los fieles se debe mantener, para evitar el peligro de que caiga la hostia sagrada o algún fragmento. (CONGR. CULTO DIVINO Y DISC. SACRAMENTOS, Dubium: Notitiae 35 (1999) pp. 160-161.)
Esta Instrucción, preparada por mandato del Sumo Pontífice Juan Pablo II por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en colaboración con la Congregación para la Doctrina de la Fe, el mismo Pontífice la aprobó el día 19 del mes de marzo, solemnidad de San José, del año 2004, disponiendo que sea publicada y observada por todos aquellos a quienes corresponde.
En Roma, en la Sede de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en la solemnidad de la Anunciación del Señor, 25 de marzo del 2004.
FRANCIS CARD. ARINZE Prefecto
† DOMENICO SORRENTINO Arzobispo Secretario
Supongamos que hay un alma, que un día quiere ser sacerdote, pero que en su corazón no ha dejado que se purifique del todo, y está apegado todavía así mismo, que no le afecta las normas canónicas de la Iglesia, omite casi todo, en la Santa Misa, hasta la bandeja de la Sagrada Comunión.
¿Qué sucede?
Cuando el sacerdote , al distribuir la Sagrada Comunión, se le cae algunas Sagradas Formas al suelo, y muy abundantemente, las partículas consagradas por los suelos. ¿Qué sucede entonces? Pues se le da alguna copia de lo que pronuncia la Santa Iglesia de mantener la bandeja, no hace caso, se ha acostumbrado a hacer todo lo que quiere, sin importarle lo que enseña la Iglesia.
Dirá que “no son partículas que se caen, sino los efectos de los rayos del sol que alumbra”. El hecho es que la densidad de los rayos del sol, son distintas a las partículas que caen. Pero aún, ni por prudencia opta por la bandeja de la Sagrada Comunión. Es Cristo; es Dios. Pero si el alma ya pierde la fe, es imposible en un corazón obstinado en la propia voluntad, que sea capaz de obedecer.
Sigamos. Las partículas consagradas han caído al suelo, como he dicho, la gente pasa, lo pisa, no lo hacen a propósito, no lo han tenido en cuenta, no tienen la culpa, diría yo, pero inconscientemente han pisado a Cristo, en las partículas consagradas. Pero eso no es todo, luego vienen las personas que se dedican a hacer limpieza en la iglesia, tampoco saben nada. Pero yo que escribo, sé esas cosas. Las limpiadoras barren por la zona donde ha podido caer Jesucristo por las partículas consagradas. Luego friegan el suelo, donde estaba Cristo, con el agua sucia, o la escoba sucia que antes había pasado.
¿Por qué hay tanto empeño en desobedecer a la Iglesia? Dice San Alfonso María de Ligorio, que es más fácil la conversión de un cristiano vicioso que un sacerdote tibio”.
Yo me pregunto, ¿por qué tengo que pensar esas cosas? Cuando amamos a Jesucristo, evitamos por todos los medios, las cosas que pueden ser pecados. Si el corazón se endurece sobremanera, la relajación, la tibieza, la superficialidad o mediocridad, llegan a ser como un medio indispensable para vivir una “fe” que arrastra a la muerte; porque no es una verdadera fe.
Cuando yo veo ciertas cosas muy contrarias a lo que enseña la Iglesia Católica, esos sacrilegios, ofensas, y muy graves, y no poder hacer nada más, después de hablar con el sacerdote, ¿Por qué no quieren abrir su corazón al Espíritu Santo, y ser dóciles y obedientes a Dios y a la Santa Iglesia Católica?
Sacerdotes que celebrando la Santa Misa, ofende también a Jesucristo, es muy doloroso y angustioso, que estos hermanos sacerdotes salesianos por ejemplo, cuando más deberían amar a Jesucristo y dar ejemplos de santidad, es todo lo contrario. Y delante de ti, algunos sus actos son muy contrarios a los valores cristianos. San Juan Bosco quería que todos los sacerdotes salesianos, tuvieran muchísima virtud y vida de santidad.
En esos momentos hay casi una soledad, no una soledad total, porque buscamos y amamos a Jesús y a María. Sé muy bien, que otros fieles católicos están sufriendo mucho, al ver como es maltratado Jesucristo en cada Misa, por algún sacerdote. No todos los sacerdotes son así, sino aquellos que han sido corrompido por una vida terrenal, mundana. Pues los buenos y santos sacerdotes, están a distancias más largas de dónde yo vivo. En mi localidad, lo más que puedo contar hasta tres. Sin embargo, tengo respeto por cada uno de todos ellos, por su ministerio sacerdotal.
Las personas que se acostumbran a que haya sacerdotes no sean fieles cumplidores de sus obligaciones con la Iglesia Católica, llegan a acostumbrarse al mal, por eso, se divierten en la iglesia, risas carcajadas con mucha frecuencia, pero gracias a Dios, ya no está el causante.
No es un buen ejemplo, que el sacerdote, hable con entusiasmo de una selección de fútbol, cuando antes había hablado del Señor. No podemos tener el corazón puesto en las cosas terrenales.
Por otra parte, hay muy buenos sacerdotes, que tienen en cuenta todo lo que es virtuoso y santo.
Obedecen al Papa como si estuvieran viendo a Cristo delante, pues el Papa es el Vicario de Cristo y el Dulce Cristo en la tierra.
Entre las personas que asisten a la Santa Misa, si tienen encendido el teléfono móvil y suena, comienza a hablar con la otra persona, ya la Misa no le dice nada, su corazón ya no tiene amor a Cristo, y asiste por rutina.
Pero supongamos que esta misma persona, tan superficial, asiste la Santa Misa, y que el sacerdote tuviera la misma atención y amor como tuvo San Pío de Pietrelcina, o San Juan de la Cruz, o San Pedro de Alcántara, en el día de hoy. Esta misma persona no hablaría por su teléfono, o lo hubiera desconectado antes, para atender mejor la Santa Misa.
El cardenal Antonio Cañizares advierte sobre la trivialización de la Liturgia
El cardenal Antonio Cañizares, prefecto de la Congregación para el culto divino, ha puesto el dedo en la llaga de una de las causas de la debilidad de la fe católica en España, como es la trivialización o canalización de la liturgia. Monseñor Cañizares afirma que la gran debilidad del la Iglesia son las misas celebradas de cualquier manera o participadas en cualquier disposición” y la “rutina, mediocridad, trivialización y superficialidad” a la hora de vivir la Liturgia. El cardenal Cañizares reconoce que la Liturgia no está siendo el alma, la fuente y la meta de la vida de muchos cristianos, seglares y sacerdotes”.Y pone de manifiesto la urgente necesidad de que los fieles sean conscientes de quela liturgia es, ante todo, obra de Dios y nada se puede anteponer a ella”. Cañizares explica que sólo Dios podrá renovar y cambiar el mundo, si se le pone en el centro de todo. (de los servicios informativos de Radio María, 2 de marzo de 2011)
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Las almas van a Misa precisamente para vivir en intensidad la vida verdadera que es según el Corazón de Jesús. Quieren ver santos ejemplos en los sacerdotes celebrantes, ¿Por qué se les niega ese derecho de vida de santidad?
Por desgracia, hay un número de sacerdotes, y no pocos, que celebran la Misa a la propia medida, han perdido el remordimiento cuando ofende a Dios, son misas que ofenden a Dios, precisamente porque no celebran de corazón a Cristo.
¿Por qué un sacerdote... omite la Oración del Credo domingo tras domingo? Yo sí creo en Dios, ¿has dejado de creer en Él?
La omisión del Credo, que en su lugar, “oran” otra parte que no corresponde al momento litúrgico. En ocasiones se omite el Credo, domingo tras domingo, todos. Como si hubiera un temor de confesar: “Creo en Dios Padre…”y lo que sigue.
¡Qué tremendo es, cuando el sacerdote, cuando distribuye la Sagrada Comunión a los comulgantes, no solamente cae de vez en cuando la Sagrada Hostia por los suelos, y todos los días las partículas consagradas por los suelos! Hay sacerdotes que tienen conocimiento porque se les avisa, pero no llegan a hacer caso, saben que es necesario usar la bandejita, para evitar que la Sagrada Comunión y partículas consagradas caiga al suelo, que luego es pisoteado por la gente. No hace caso, ni con la documentación eclesial a mano. Prefieren ir a la suya. Luego, por el lugar donde ha caído las partículas consagradas, no una sola vez, sino por cada comulgante, ya que ha sido troceado y dividido la Sagrada Eucaristía, la más grande. Como decía, luego, cuando personas que se dedican a limpiar la iglesia, sin saberlo, barren las partículas consagradas, ¡Ahí está Dios!, pero la resistencia a obedecer las normas canónicas sobre la Eucaristía, ni caso.
También como es muy grave y ofende al Señor, que algún otro sacerdote, mal eduquen a los que van a Misa, (pues para participar en la Santa Misa, es necesario tener al menos una mínima preparación: atención, recogimiento, devoción, reflexión, tener iniciativa para conocer y poner en práctica las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia Católica, todo aquello que es personal, y en común). Los que van a Misa–decía–, sin interés en amar a Cristo de corazón, le da lo mismo, ponerse en hablar en Misa, que cogen la Sagrada Hostia, y luego lo moja. Estas personas no tienen fe, porque descuido el deseo del aprendizaje de la Santa Madre Iglesia Católica. Cuando no hay amor de corazón, hacen lo que es contrario a la vida de santidad.
¿Qué enseñanza tiene la Iglesia Católica, que el sacerdote tiene que dar a la niña el Cáliz donde contiene ya la preciosísima Sangre de Cristo, para que los comulgantes mojen la Sagrada Comunión? Los abusos y atropellos a la Santa Eucaristía, parecen no terminar nunca. Y la gente que durante años y años, van a Misa, comulgan, no llegan a santificarse, como lo enseña según sus propias obras.
Que la dicha niña, con el cáliz en la mano, se dirige a unos aparatos de música para encenderlo, con el peligro de tener un tropezón y derramar el contenido del cáliz, que es la preciosa Sangre de Cristo; de aquí para allá. Ese sacerdote está atentando en extrema gravedad, la fe de la niña, si es que tiene fe.
Las ofensas continuadas al Señor dentro de la Casa de Oración, caen en la indiferencia, no son corregidas por los respetos humanos, estos desordenes son frutos de la desobediencia a la Iglesia Católica, desobedecen mínimos detalles, y alcanza hasta lo más importante.
«El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho (Lc 16, 10)
Si el sacerdote que no da frutos en sí mismo, frutos de santidad, es imposible que el pueblo que le sigue, tampoco se santifique y se pierdan sin remedio.
Otras ocasiones, hablar de futbol en alguna parte de la Santa Misa, no edifica al pueblo, sino que lo que se consigue es que se endurezca el corazón, haciéndolos insensible al Espíritu Santo. Con la superficialidad con que celebran la Santa Misa, normas canónicas litúrgicas, totalmente cambiadas, deformadas, va matando poco a poco a las almas que quieren seguir ese desorden.
Con frecuencia la Santa Madre Iglesia Católica insiste en la importancia de la celebración correcta y bella de la Sagrada Liturgia, pero el hombre terreno, acostumbrado a las cosas terrenales y mundanas, no consigue hacer las cosas conforme a las enseñanzas de la Iglesia Católica, se cierran al Espíritu Santo.
He observado que si un sacerdote es aficionado a este mundo, que tiene su corazón dividido, inclinándose por el futbol por ejemplo, u otros deportes; como aquellos que se hacen manifiestos en los festejos taurinos, se embrutecen sobre manera, la verdadera caridad según Dios, no se hace presente en sus corazones. Las prisas por las cosas de Dios, por terminar las oraciones atropelladamente, como la Misa atropellada, consecuencia de que no hace nada provechoso por Dios, y la verdad. Hacer las cosas para complacer al mundo, consigue con esa mediocridad, una eternidad alejada de Dios.
Como decía, la Iglesia amonesta a los sacerdotes celebrantes a celebrar correctamente la Liturgia de la Misa, también los Papas como Juan Pablo II el Grande, y el también gran Papa, Benedicto XVI, pero aún cuando el mismo Dios hablara a estos sacerdotes, como siempre, hacen oídos sordos, se acomodan a hacer Misas a la medida del “yo” y del mundo.
Las costumbres terrenales deben erradicarle del corazón del alma cristiana, más aún cuando se consagra como sacerdote, y costumbres que no parecen pecaminosa, pero contienen el veneno del pecado, del desorden espiritual, por ejemplo, las carcajadas, las risas, los aplausos, cosas que están bien vista en este mundo, que lo justifican. Pero por el contrario, es opuesto a la sobriedad, a la modestia, al recogimiento, a la humildad. Resumiendo que son contrarios a la vida del hombre según Jesucristo. Porque el hombre viejo combate contra el orden que Jesucristo nos enseña.
El cristiano aficionado a los actos deportivos terrenales, que celebra la Misa, o asiste a ella, llega a aconsejar que no sea tan necesario orar mucho, que no hay que confiar en la Divina Providencia llega a decir, incluso en alguna homilía. Ofende mucho al Señor, no lleva a Cristo en su propia vida, haciendo desprecios muy graves, a la Sagrada Eucaristía, aún cuando el Santísimo está en el Altar en exposición para adoración de los fieles. No todos le aman, salen apresuradamente, o no entran en la iglesia. El Amor no es amado. El daño que hace estos enemigos de Cristo a la Iglesia es muy grande.
Razón tiene el sacerdote que dijo que hay seminaristas que llevan una vida del mismo estilos de los jóvenes del mundo. Es verdad, a lo que añado personalmente, que cuando el seminarista se dedica a entretenerse a jugar el futbol, no está aprovechando al mismo tiempo para la oración ni el recogimiento, no se santificará, y son muchos de ellos, que al final, termina por retornar al vómito del mundo. Porque entraron al seminario con el corazón dividido, y finalmente no perseveró en la llamada del Señor, suponiendo que ha sido llamado para ser sacerdote, pues entrar sin ser llamado, sin vocación, termina por renunciar al sacerdocio.
Un verdadero sacerdote lo es, entre otras cualidades, cuando obedece a la Iglesia Católica, viste como sacerdote, piensa como agrada a Cristo. Porque vestir con ropa seglares, es avergonzarse de anunciar a Cristo con el vestir según lo enseña la Iglesia Católica. Lo que intento decir con esto, que al no poner en práctia pequeñas obediencias, caen en otras mayores, ofendiendo a Dios y haciendo daño a la Iglesia católica. Si Dios que es infinitamente bueno y justo, ¿por qué le tratamos tan mal?
El desorden y el mal ejemplo de estos sacerdotes, sin fe, consigue que los tibios se mantengan tibios, y la tibieza, hace más sordo, ciego, insensible, a los asuntos espirituales. Teléfonos que suenan en algunas iglesias, la renuncia de la Misa para conversar con la persona que habla por el móvil, no cuentan para nada con Dios, no llevan a Jesucristo ni en su corazón ni en su mente.
Cuánto sufrimiento causa a Jesucristo el sacerdote celebrante que no reconoce a Cristo como nuestro Dios y Redentor, y que en catorce o menos minutos celebran la Santa Misa, porque ha echado a perder su amor a Cristo. ¿Cómo? ¿La Misa dura 12 o 14 minutos? Y no hay exageración. Pero, no siente pesadez, cuando se entrega horas y más horas a cuestiones mundanas, terrenales como su equipo de futbol favorito.
Hay cristianos superficiales, que llegan a decir que tal actor o futbolista es su "dios", que los festejos taurinos o el fútbol; es su "religión", y se sacrifican por no perder un acontecimiento de esos del mundo. Y alguna vez van a Misa, pero sin deseos de santidad ni de converisón.
Que muchas personas, niños y adultos, ven como su religión este deporte idolátrico.
Desgraciadamente, es como un contagio irrecuperable, cuando el sacerdote ya no valora la belleza de la Misa, de la liturgia, comete infinidad de errores, no instruye a los que están presentes en la Santa Misa, no les instruyen los ,momentos en que se debe arrodillar para la adoración del Santísimo, la Iglesia Santa enseña esos m,omentos de arrodillarse, de estar de pie o sentado. Las personas deben atender lo que enseña la Iglesia, y para eso debe los feligreses, tener esa iniciativa, del deseo de aprender. Pero no sucede así, si viniese un sacerdote, les explica esos momentos importantes de la Liturgia, del comportamiento personal que debe mostrarse, posiblemente lo haga, pero lo hará siempre cuando el sacerdote que celebra, le enseña correctamente., aquellos siguen las instrucciones, pero si el sacerdote no celebra en ese momento, sino que hay otro, que no vive la vida de unidad con la fe de la Iglesia Católica, y como no perseveran en el orden correcto de la Liturgia de la Misa, se comportan como quieren, de pie o sentado cuando es el momento de arrodillarse, etc. Muchos se acomodan una vida mediocre, tibia, mundana, sin espíritu de Cristo, sin amor a Dios, por eso algunos ya tienen la costumbre, de cuando exponen el Santísimo, se apresuran para salir a la calle, para pasear o irse a sus casas.
Se le llega dar la espalda para hablar con otras personas o formar corrillo, en vez de atender a Dios que está presente en la Sagrada Forma. Van a Misa, muchos, comulgan, pero no crecen en la fe, ni en el respeto, ni en el amor a Cristo, las irreverencias, las indiferencias no llevan a la santidad, sino que son lazos que arrastran a la perdición eterna.
Han perdido la fe, pues ni siquiera se arrodillan cuando hay que hacerlo. Han dejado de reconocer a Cristo Rey desde su corazón. El respeto a Dios, no cuenta para esas personas que prefieren permanecer sentados o de pie, pero no hay ánimos de arrodillarse.
Come andare a messa e non perdere la fede_thumb[1]
Bux:En el campo litúrgico estamos frente a una desregulación insoportable.
Roma, Domingo, 6 de marzo de 2011.
Bux: "En el campo litúrgico, estamos frente a una desregulación insoportable”
ROMA, domingo 6 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Un debilitamiento de la fe y la disminución del número de fieles podrían atribuirse a los abusos litúrgicos y a las Misas malas, es decir, las que traicionan su sentido original y donde, en el centro, ya no está Dios sino el hombre con el bagaje de sus preguntas existenciales. Esta es la tesis que sostiene Nicola Bux, teólogo y consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe y de la Oficina de las Celebraciones del Sumo Pontífice del Sumo Pontífice.
Presentando en Roma, el pasado 2 de marzo, su libro Come andare a Messa e non perdere la fede [Cómo ir a Misa y no perder la fe, n.d.t.], Bux arremete contra el giro antropológico de la liturgia. En las páginas del volumen, especie de vademecum para la supervivencia a las Misas modernas. Bux replica a cuantos han criticado a Benedicto XVI, acusándolo de haber traicionado el espíritu conciliar. Al contrario – argumenta el teólogo – los documentos oficiales del Concilio Vaticano II han sido traicionados precisamente por estas personas, obispos y sacerdotes a la cabeza, que han alterado la liturgia con “deformaciones al límite de lo soportable”.
Asistir a una celebración eucarística pueda significar, de hecho, también encontrarse ante las formas litúrgicas más extrañas, con sacerdotes que discuten de economía, política y sociología, hilvanando homilías en las que Dios desaparece. Proliferan los ensayos de antropología litúrgica hasta reducir a esta dimensión los mismos signos sacramentales “ahora llamados – es la denuncia de Bux – preferiblemente símbolos”. La cuestión no es pequeña: afrontarla supone ser tachados de anticonciliares.
Todos se sienten con el derecho de enseñar y practicar una liturgia "a su manera", tanto que hoy es posible asistir, por ejemplo, “a la afirmación de políticos católicos que, considerándose 'adultos', proponen ideas de Iglesia y de moral en contraste con la doctrina”. Entre aquellos que han iniciado este cambio, Bux recuerda a Karl Rahner el cual, a raíz del Concilio, denunciaba la reflexión teológica entonces imperante que, en su opinión, se mostraba poco atenta u olvidadiza de la realidad del hombre.
El jesuita alemán sostenía en cambio que todo discurso sobre Dios brotaría de la pregunta que el hombre plantea sobre sí mismo. En consecuencia – esta es la síntesis – la tarea de la teología debería ser la de hablar del hombre y de su salvación, planteando las preguntas sobre sí y sobre el mundo. Un pensamiento teológico que, con triste evidencia, ha sido capaz de generar errores, el más clamoroso de los cuales es el modo de entender el sacramento, hoy ya no sentido como procedente de lo Alto, de Dios, sino como participación en algo que el cristiano ya posee.
“La conclusión que saca de ello Häuβling – recuerda Bux – es que el hombre en los sacramentos acabaría por participar en una acción que no corresponde realmente con su exigencia de ser salvado”, ya que prescinde de la intervención divina. A semejante tesis "sacramental", y a la derivación anexa de la liturgia, responde Joseph Ratzinger, que ya en el dorso del volumen XI "Teología de la liturgia” de su Opera omnia escribe: “En la relación con la liturgia se decide el destino de la fe y de la Iglesia”.
La liturgia es sagrada, de hecho, si tiene sus reglas. A pesar de ello, si por un lado el ethos, o sea la vida moral, es un elemento claro para todos, por otro lado se ignora casi totalmente que existe también un ius divinum, un derecho de Dios a ser adorado. “El Señor es celoso de sus competencias – sostiene Bux –, y el culto es lo que le es más propio. En cambio, precisamente en el campo litúrgico, estamos frente a una desregulación”.
Subrayando, en cambio, que sin ius el culto se vuelve necesariamente idolátrico, en su libro el teólogo cita un pasaje de la "Introducción al espíritu de la liturgia" de Ratzinger, que escribe: “En apariencia, todo está en orden y presumiblemente también el ritual procede según las prescripciones. Y sin embargo es una caída en la idolatría (…), se hace descender a Dios al nivel propio recudiéndolo a categorías de visibilidad y comprensibilidad”.
Y añade: “Se trata de un culto hecho a la propia medida (…) se convierte en una fiesta que la comunidad se hace a sí misma; celebrándola, la comunidad no hace sino confirmarse a sí misma”. El resultado es irremediable: 'De la adoración de Dios se pasa a un círculo que gira en torno a sí mismo: comer, beber, divertirse'. Y en su autobiografía (Mi vida, edit. San Pablo), Ratzinger declara: 'Estoy convencido de que la crisis eclesial en la que hoy nos encontramos depende en gran parte del derrumbe de la liturgia'”.
Para terminar, una sugerencia y una advertencia. La primera es la de relanzar la liturgia romana “mirando al futuro de la Iglesia – escribe Bux –, en cuyo está la cruz de Cristo, como está en el centro del altar: Él, Sumo Sacerdote al que la Iglesia dirige su mirada hoy, como ayer y siempre”. La segunda es inequívoca: “Si creemos que el Papa ha heredado las llaves de Pedro – concluye –, quien no le obedece, ante todo en materia litúrgica y sacramental, no entra en el Paraíso”.
Por Mariaelena Finessi. Traducción del italiano por Inma Álvarez

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