domingo, 20 de octubre de 2013

La oración espiritual es como el perfume que agrada a Dios



Cuando oramos, llega un momento, que la oración se puede hacer insoportable, ¿cuál es la causa?: mi respuesta es que ese corazón se ha cerrado al amor de Dios, porque cuando se ama de verdad a Dios, es imposible que nos cansemos, pues el Espíritu Santo fortalece nuestro cuerpo, y nos alienta a que sigamos orando. ¿Por qué? Porque solamente los que se dedican a orar están vivos, cuando se deja de orar, se adentra en las tinieblas de la muerte. Sin oración el alma es como un imán para sucumbir ante cualquier tentación, de las tentaciones leves consentidas, el alma se acostumbra, va perdiendo el sentido grave del pecado, y termina cometiendo un pecado o más pecados mortales, sin que sientan remordimiento.
 
Según las Sagradas Escrituras y la doctrina de los Santos Padres, las oraciones de las almas tibias, no son gratas al Señor, no siempre son oídas. Las oraciones atropelladas, tibias, no proceden del corazón espiritual, sino de quienes tienen determinados afectos por la idolatría y mundanidad del maligno.

Cuando nos vaciamos de nosotros mismos, ¡qué fácil es orar!, debemos llenarnos del Amor de Dios, nuestras oraciones se convierten como un agradable perfume que agrada a Dios, y nos vamos preparando para ser dignos de la Herencia de la Vida Eterna, que el Señor mismo nos va preparando.

No olvidemos que. como nos enseñan los Santos Padres, entre ellos San Alfonso María de Ligorio: Quien reza se salva, quien no reza se condena - Catholic.net


¿Verdad, mis buenos hermanos que nuestro hombre viejo y depravado nos trata de contagiar su repulsa a la oración en espíritu y verdad? Pues no tenemos que hacerle caso, porque la oración bien hecha nos alimenta para la Vida eterna, sin que nos descuidemos en la Eucaristía, la Misa diaria a ser posible, y la confesión, al menos una vez por semana. Nuestro hombre viejo nos lleva por caminos oscuros y abominables, pero no es ese nuestro camino, sino Cristo y con el mismo sentir de la Santa Madre Iglesia Católica.

La oración es como una fuente que riega nuestro espíritu, cuánta más pura sea nuestra oración, más fácil será nuestro camino y vida espiritual, más nos acercamos a la dulzura de Cristo Jesús y de María Santísima.
 
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