domingo, 11 de noviembre de 2012

No pueden coexistir el Reino de Dios y el reino del pecado [Néstor Mora]

Feliz Día del Señor a todos, hermanos y hermanas.

Qué distinto es el Reino de Dios y el mundo del pecado, porque bien sabemos que lo que viene de Dios nos encamina hacia la eternidad feliz. Pero aquellas cosas que no proceden de Dios, por ejemplo, las leyes pecaminosas y abominable, que todos conocen, para borrar el verdadero sentido del matrimonio. Sí, hay quienes se sienten muy felices porque gobernantes que están en grave enemistad de Dios, lo han aprobado. Pertenecen al reino de las tinieblas, del pecado.

Esa ley contiene un veneno potente para destruir la verdadera belleza que nos viene de Dios.

¿Qué es la alegría temporal que disfrutan los pecadores incorregibles, y cargados de iniquidades? Puedo asegurar, que esas alegrías, se le terminarán, incluso mucho antes que estén a poco tiempo de pasar de lo temporal a lo eterno. Los que han deseado el reino del pecado, se maldecirán a sí mismo, se odiarán.

Otras situaciones distintas, cuando no se acepta el Reino de los cielos, aquellas almas que en su tiempo han rechazado a la Iglesia Católica, porque no aceptan, la moralidad, ni la dignidad del ser humano, han encontrado la solución del suicidio, creyendo que iban a quitarse una carga terrible, por ejemplo, por un desahucio, en la desesperación se quita la vida, y tras la muerte, se encuentran con otra situación más grave de la que sufría en el mundo.

El Reino de Dios no puede admitir el pecado, por tanto, aunque en diversos momentos de nuestra vida suframos, porque el Amor no es amado, no sufrimos por causa del pecado voluntario, que eso causa un sufrimiento más amargo y doloroso.

Necesitamos que la medida de nuestra fe, mediante la oración perseverante crezca, no debe disminuir, pues por medio de la oración sincera, nuestra fe crece, la oración rompe con las cadenas del pecado, nos encamina al sacramento de la confesión si hemos caído, para que el Señor nos purifique, y cuándo nos perdona, cuando se nos absuelve de nuestros pecados,  hemos de procurar no volver al vómito del pecado y del vicio, sino aborrecer lo que causa la muerte del alma. No es difícil si nos empeñamos en ello, pues del Señor es el mérito que triunfemos sobre el mal, el pecado, el vicio. Necesitamos pues, no rebelarnos contra la Voluntad de Dios.

Las almas que no aceptan a Dios ni a la Iglesia Católica, se someten a la esclavitud del pecado, y lo cierto, como queda dicho, no son felices, y terminan mal, pues van de mal en peor.

Reflexionemos a continuación sobre el tema que lleva como título, el mismo que indica esta entrada.