martes, 4 de octubre de 2011

Tercera Orden de San Francisco de Asís; vivir al modo del Santo de Asís

No había dicho todavía, que tanto el hábito religioso como la vestimenta religiosa, que ayuda a la penitencia.


Grupo de mujeres franciscanas,
Tercera Orden Conventual 

más información en:
Parroquia de Nuestra Señora de las Mercedes

Es deseo de Cristo que todo franciscano lleve el hábito, pero cuando no ya no se considera al Amor de Cristo, termina por despojarse del propio hábito porque la vergüenza le invade.
Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.» (Mc 8, 38; Lc 9, 26)
Hace algunos años, vi a una señora en mi ciudad, que llevaba un hábito de penitencia, es que los que amamos a Jesucristo, nos alegra ver, no sólo a sacerdotes con su traje eclesiástico, y a los religiosos con su hábito, al menos a mí me hace tener esa ilusión; como también el ver a cristianos y cristianas que se toman muy en serio la vida de Jesús, y llevan no un vestido según el mundo, que aunque no estén ingresados en determinadas orden religiosa, es como si lo estvuvieran.
En mi localidad, había franciscanos, y también de la Tercera Orden Religiosa de San Francisco de Asís, hubo también reuniones mensuales, pero por causa del tabaco que un franciscano fumaba, y por la demasiada inclinación a lo que es contrario al espíritu franciscano, las personas ya no iban, ahbía como una adversión a la oración al modo según el Corazón de Cristo y de San Francisco de Asís. Pasaba el tiempo, y al fina, se cerró el conventito, y ya no se sabe del resto de los franciscanos de la Tercera Orden.
Pero entre los que no quieren llevarlo, ni perseveran en ello, no solamente, no lo visten, sino que impiden como queda referido, a que otros vivan el Evangelio como San Francisco y los santos reformadores franciscanos lo vivieron, con toda su pureza. Ser infiel a Cristo es una tremenda traición y cobardía.
Incluso ya no se toma en serio la propia vocación ni la del prójimo, y el candidato de la Tercera Orden, no se le da esas nuevas vestiduras franciscana.
Es claro que el hábito preserva de la tibieza, de los pecados veniales, pero si se abandona el espíritu del santo Fundador, si se echa en olvido sus ideales evangélicos. El Señor permite que abandone el distintivo religioso, hábito, sotana, traje eclesiástico. Pero con este abandono le acarrea también una multitud de dificultades de la que sólo por milagro se vería librado, retornando a la vocación primera.
La vida relajada se hace poderosa en el alma cuando ha echado al olvido la importancia del vestir religioso, y tanto que es así, que no es capaz, de ayudar ni promover las vocaciones, porque tiene su tiempo ante la televisión, ante el cine, y necesitan recurrir al mundo, ya no ha Dios, para subsistir en la fe, la verdadera vocación agoniza, ya no hay tiempo para Dios, no hay santificarse.
Es por eso que la Iglesia exhorta como buena Madre y Maestra a quienes se consagran a Dios, tienen la obligación urgente de seguir las indicaciones canónicas respecto a llevar el hábito religioso y la sotana o el traje eclesiástico. Un distintivo necesario para atraer almas para Dios.
--“Pero es que el hábito lo llevan solamente los de la Primera Orden de San Francisco”--, podríamos objetar, para no apartar nuestra vista de nuestros vestidos seglares.
«La tradición dice que fue en Cannara donde la insistencia de la gente por seguir a Francisco subió de punto que le movió a dar una cierta organización a aquellos hombres y mujeres deseosos de seguir un género de vida evangélica (Cf. Flor. 15), y atribuye al B. Luquesio y a su mujer Bonadonna el privilegio de haber recibido, los primeros, el hábito de la Tercera Orden(P. Joaquín Sánchis Alventosa OFM. «Con Francisco hacia Dios» En busca de nuestra identidad. Todo el mundo es franciscano. Cap 31, p. 159. Editorial Asís. 1980.)

Vivir el Evangelio al modo de San Francisco de Asís; 

Es muy importante estos datos sobre la vida de San Francisco de Asís, que después de predicar y sobre todo con su ejemplo muchas persona, aunque viviendo como seglares, no se parecían tales, sino que se les reconocían como si otros santos religiosos…
«Su ejemplo, su predicación y la de sus hermanos movieron, por la gracia del Señor, a muchos del pueblo a ingresar en la Religión (…). Muchas mujeres guardaban la castidad viviendo en sus casas, vestidas con el hábito religioso. Y, aunque cada una de ellas permanecía en su casa, vivían honestamente una vida de comunidad y afligían sus cuerpos en ayuno y oración; de suerte que, aun cuando eran jóvenes y sencillas, su manera de comportarse parecía, a los hombres y a los hermanos, propia no de personas seglares y de personas de su parentela, sino de personas santas y religiosas que hubiesen servido largos años al Señor. Muchas veces, el bienaventurado Francisco solía decir a los hermanos cuando les hablaba de los hombres y mujeres de aquel lugar: «En ninguna otra ciudad se ha convertido a la penitencia tanta gente como en Greccio, no obstante ser éste un poblado pequeño».
En aquella época, los hermanos del lugar, lo mismo que los de otros muchos lugares, solían alabar al Señor al atardecer. Con frecuencia, hombres y mujeres, grandes y pequeños, salían de sus casas, y de pie en el camino, ante el castro, alternaban con los hermanos, respondiendo en alta voz: «Loado sea el Señor Dios». Hasta los niños pequeños que no sabían hablar bien, cuando veían a los hermanos, alababan al Señor a su manera. (San Francisco de Asís, Escritos - biografías – Documentos de la época, «Celano. Leyenda de Perusa, 74, páginas 642-643. BAC. Madrid. 1980.)
Los primeros seguidores del Evangelio al modo de San Francisco de Asís, pero con algunas variantes, también cambiaron su vestidos seglares por el hábito franciscano.
En aquella época, con la primavera de los Santos, ejemplos de conversión, más amor a Cristo, a la alabanza a Dios en todo momento, pues hasta los niños pequeños sentían ese gozo en el Señor, el Espíritu Santo en aquellas humildes familias.
En la santa Regla de la Tercera Orden Franciscana nos enseña que tenemos un compromiso para vivir el Evangelio de Cristo al modo de San Francisco de Asís. (Cf. Regla de la Orden Franciscana Seglar, cap I, 2): «Siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís, que hizo de Cristo el inspirador y centro de su vida con Dios y con los hombres». (Regla de la Orden Franciscana Seglar, II, 4.). Y conociendo su vida debemos obrar con responsabilidad a nuestra vida vocacional y franciscana. Seguir los pasos de San Francisco que nos precede al encuentro con Cristo.
Se insiste en la pureza de vida del Evangelio de Cristo que nos lleva a la santidad:


*  Vivir el Evangelio al modo de San Francisco de Asís;
* Siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís.

* Del mismo modo en la actualidad, poniendo en práctica las enseñanzas del Sagrado Concilio Vaticano II, que es la práctica del Evangelio.
Y es que la Orden Tercera de San Francisco de Asís, algunos no distinguen que ha sido declarada como Religiosa, y algunos intentan hacer parecer que no lo sean, porque como enseña San Francisco de Asís, que: « nuestra maldad la que se engaña. Queda esto más claro que la luz y se agrava de día en día.» Nuestra maldad impide ser dóciles al Señor, y por eso vestimos según lo que el mundo nos ofrece, olvidándonos de las promesas hechas a Dios, y como refiere San Jerónimo, que cuando se promete a Dios una cosa, y luego no se cumple, así mismo se hace un mentiroso. El no vestir tal como lo manda los cánones de la Iglesia Católica, es signo de rebeldía y soberbia. Por la soberbia también suceden las infidelidades a las reglas del Santo Fundador.
No sólo es la tremenda vergüenza de hacerse notar con el hábito religioso o la sotana, pues también ya se echa en falta, el crucifijo que ciertos religiosos llevaban. Y es que la vida de este mundo es esto: avergonzarse de ser como consagrado a Cristo, los respetos humanos arrastran hacia la degradación, la vida secularizada, hasta extinguir la propia fe.
El comportamiento del hombre viejo es totalmente destructivo, impide por todos los medios para que no vayamos a Jesucristo o nos avergoncemos de Él, si uno le dice que sí, aumenta su ceguera y sordera, pero si se esfuerza en estar más atento al Señor nuestro Dios, nuestro hombre viejo, nada puede hacernos.
A los que dicen sí al hombre viejo, pierde el sentido grave del pecado, ya no reconoce cuales son sus enemigos, del alma, “mundo, demonio y carne”, si se deja dominar por las apetencias del mundo, también más o menos grave en los otros enemigos, la ira, la soberbia, la autosuficiencia o autoestima, las familiaridades con personas, los pensamientos impuros y contra la castidad, y cosas así. Quien se sujeta por el hombre viejo y no hace nada por romper las cadenas que le hace esclavo; verá como algo bueno, aquellas cosas de este mundo, que aunque no parece llevar a pecado, termina por pecar gravemente.
El corazón afectado por la corrupción del hombre viejo, además de tener cierta vergüenza de mostrarse como cristiano y fiel a Jesucristo dentro de su vocación; llega a tener un tremendo espanto hacia la sotana y el hábito religioso, y es que el mundo, ha llegado a cubrir su corazón y quiere vivir como el mundo le ofrece.
He leído en alguna parte, que aquellos que se despojan de sus vestimentas celestiales, es para identificarse con el mundo y poder llevarlos a Dios, ya se ha explicado anteriormente en reflexiones anteriores. Solo con Cristo, no con el mundo, se puede llevar a las almas por el camino de la salvación y fortalecerles en la fe.
Supongamos que se le recuerda a una persona, ¿Por qué no llevas hábito o sotana? Según su estado vocacional, responde el corazón muy inclinando por las costumbres mundanas; el hombre viejo: “¡no, no eso no!”  
¿Por qué se empeñan algunos en retirar a Cristo de la calles? Precisamente porque algunos en estos tiempos, ponen más confianza en el hombre viejo, y no tanto en Jesús.
Son muchos devotos de santos fundadores y fundadoras que desean vivir el espíritu de Cristo, no solamente en una vida interior, también con signos externos que pueden animar a otros a volver al Señor si están alejados.

1 comentario:

  1. Excelente, creo en cada pala dicha aquí, soy joven, cuanta alegría da ver a una sacerdote o religioso vestido con su hábito eso es radical y atrae a jóvenes, al ver esto y a investigar de su peculiar atuendo, esa curiosidad mucha de las veces lleva a descubrir a Dios, sin decir una sola palabra. También creo que la OFS tenga que llevar hábito, soy de Ecuador y que decepcionante fue ver a la Orden vestidos como seglares cada uno como quería.

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