No había dicho todavía, que tanto el hábito religioso como la vestimenta
religiosa, que ayuda a la penitencia.
Grupo de mujeres franciscanas, Tercera Orden Conventual Parroquia de Nuestra Señora de las Mercedes |
Es deseo de Cristo que todo franciscano lleve el hábito, pero cuando no ya no se considera al Amor de Cristo, termina por despojarse del propio hábito porque la vergüenza le invade.
Porque quien se avergüence de mí y
de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del
hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los
santos ángeles.» (Mc 8, 38; Lc 9, 26)
Hace algunos años, vi a una señora en mi ciudad, que llevaba un hábito de penitencia, es que los que amamos a Jesucristo, nos alegra ver, no sólo a sacerdotes con su traje eclesiástico, y a los religiosos con su hábito, al menos a mí me hace tener esa ilusión; como también el ver a cristianos y cristianas que se toman muy en serio la vida de Jesús, y llevan no un vestido según el mundo, que aunque no estén ingresados en determinadas orden religiosa, es como si lo estvuvieran.
En mi localidad, había franciscanos, y también de la Tercera Orden Religiosa de San Francisco de Asís, hubo también reuniones mensuales, pero por causa del tabaco que un franciscano fumaba, y por la demasiada inclinación a lo que es contrario al espíritu franciscano, las personas ya no iban, ahbía como una adversión a la oración al modo según el Corazón de Cristo y de San Francisco de Asís. Pasaba el tiempo, y al fina, se cerró el conventito, y ya no se sabe del resto de los franciscanos de la Tercera Orden.
Pero entre los que no quieren llevarlo, ni perseveran en ello, no solamente, no lo visten, sino que impiden como
queda referido, a que otros vivan el Evangelio como San Francisco y los santos
reformadores franciscanos lo vivieron, con toda su pureza. Ser infiel a Cristo
es una tremenda traición y cobardía.
Incluso ya no
se toma en serio la propia vocación ni la del prójimo, y el candidato de la
Tercera Orden, no se le da esas nuevas vestiduras franciscana.
Es claro que el hábito preserva de la tibieza, de los pecados veniales,
pero si se abandona el espíritu del santo Fundador, si se echa en olvido sus
ideales evangélicos. El Señor permite que abandone el distintivo religioso,
hábito, sotana, traje eclesiástico. Pero con este abandono le acarrea también
una multitud de dificultades de la que sólo por milagro se vería librado,
retornando a la vocación primera.
La vida
relajada se hace poderosa en el alma cuando ha echado al olvido la importancia
del vestir religioso, y tanto que es así, que no es capaz, de ayudar ni
promover las vocaciones, porque tiene su tiempo ante la televisión, ante el
cine, y necesitan recurrir al mundo, ya no ha Dios, para subsistir en la fe, la
verdadera vocación agoniza, ya no hay tiempo para Dios, no hay santificarse.
Es por eso que
la Iglesia exhorta como buena Madre y Maestra a quienes se consagran a Dios,
tienen la obligación urgente de seguir las indicaciones canónicas respecto a
llevar el hábito religioso y la sotana o el traje eclesiástico. Un distintivo
necesario para atraer almas para Dios.
--“Pero es que
el hábito lo llevan solamente los de la Primera Orden de San Francisco”--,
podríamos objetar, para no apartar nuestra vista de nuestros vestidos seglares.
«La tradición dice que fue en
Cannara donde la insistencia de la gente por seguir a Francisco subió de punto
que le movió a dar una cierta organización a aquellos hombres y mujeres
deseosos de seguir un género de vida evangélica (Cf. Flor. 15), y
atribuye al B. Luquesio y a su mujer Bonadonna el privilegio de haber recibido,
los primeros, el hábito de la Tercera Orden.» (P. Joaquín Sánchis
Alventosa OFM. «Con Francisco hacia
Dios» En busca de nuestra identidad. Todo el mundo es franciscano. Cap 31, p.
159. Editorial Asís. 1980.)
Vivir el Evangelio al modo de San Francisco de Asís;
«Su ejemplo, su
predicación y la de sus hermanos movieron, por la gracia del Señor, a muchos
del pueblo a ingresar en la Religión (…). Muchas mujeres guardaban la castidad
viviendo en sus casas, vestidas con el hábito religioso. Y, aunque cada
una de ellas permanecía en su casa, vivían honestamente una vida de comunidad y
afligían sus cuerpos en ayuno y oración; de suerte que, aun cuando eran jóvenes
y sencillas, su manera de comportarse parecía, a los hombres y a los hermanos, propia no de
personas seglares y de personas de su parentela, sino de personas santas y
religiosas que hubiesen servido largos años al Señor. Muchas veces,
el bienaventurado Francisco solía decir a los hermanos cuando les hablaba de
los hombres y mujeres de aquel lugar: «En ninguna otra ciudad se ha convertido
a la penitencia tanta gente como en Greccio, no obstante ser éste un poblado
pequeño».
En aquella
época, los hermanos del lugar, lo mismo que los de otros muchos lugares, solían
alabar al Señor al atardecer. Con frecuencia, hombres y mujeres, grandes y pequeños,
salían de sus casas, y de pie en el camino, ante el castro, alternaban con
los hermanos, respondiendo en alta voz: «Loado sea el Señor Dios». Hasta los niños
pequeños que no sabían hablar bien, cuando veían a los hermanos,
alababan al Señor a su manera. (San Francisco de Asís, Escritos - biografías –
Documentos de la época, «Celano. Leyenda de Perusa, 74, páginas 642-643. BAC.
Madrid. 1980.)
Los primeros seguidores
del Evangelio al modo de San Francisco de Asís, pero con algunas variantes,
también cambiaron su vestidos seglares por el hábito franciscano.
En aquella época, con la primavera de los Santos, ejemplos de conversión, más amor a Cristo, a la alabanza a Dios en todo momento, pues hasta los niños pequeños sentían ese gozo en el Señor, el Espíritu Santo en aquellas humildes familias.
En la santa
Regla de la Tercera Orden Franciscana nos enseña que tenemos un compromiso para
vivir el Evangelio
de Cristo al modo de San Francisco de Asís. (Cf. Regla de la Orden Franciscana Seglar,
cap I, 2): «Siguiendo el ejemplo de San Francisco de
Asís, que hizo de Cristo el inspirador y centro de su vida con Dios y con los
hombres». (Regla de la
Orden Franciscana Seglar, II, 4.). Y conociendo su vida debemos obrar con
responsabilidad a nuestra vida vocacional y franciscana. Seguir los pasos de
San Francisco que nos precede al encuentro con Cristo.
Se insiste en la pureza de vida del Evangelio de Cristo que nos lleva a la santidad:
Vivir el Evangelio al modo de San Francisco de Asís;
Siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís.
Del mismo modo en la actualidad, poniendo en práctica las enseñanzas
del Sagrado Concilio Vaticano II, que es la práctica del Evangelio.
Siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís.
Y es que la Orden Tercera de San Francisco de Asís,
algunos no distinguen que ha sido declarada como Religiosa, y algunos intentan
hacer parecer que no lo sean, porque como enseña San Francisco de Asís, que: « nuestra maldad la que se engaña. Queda esto más claro que la luz y se agrava
de día en día.» Nuestra
maldad impide ser dóciles al Señor, y por eso vestimos según lo que el mundo
nos ofrece, olvidándonos de las promesas hechas a Dios, y como refiere San
Jerónimo, que cuando se promete a Dios una cosa, y luego no se cumple, así
mismo se hace un mentiroso. El no vestir tal como lo manda los cánones de la
Iglesia Católica, es signo de rebeldía y soberbia. Por la soberbia también
suceden las infidelidades a las reglas del Santo Fundador.
No sólo es la tremenda vergüenza de hacerse notar con
el hábito religioso o la sotana, pues también ya se echa en falta, el crucifijo
que ciertos religiosos llevaban. Y es que la vida de este mundo es esto:
avergonzarse de ser como consagrado a Cristo, los respetos humanos arrastran
hacia la degradación, la vida secularizada, hasta extinguir la propia fe.
El comportamiento del hombre viejo es totalmente
destructivo, impide por todos los medios para que no vayamos a Jesucristo o nos
avergoncemos de Él, si uno le dice que sí, aumenta su ceguera y sordera, pero
si se esfuerza en estar más atento al Señor nuestro Dios, nuestro hombre viejo,
nada puede hacernos.
A los que dicen sí al hombre viejo, pierde el sentido
grave del pecado, ya no reconoce cuales son sus enemigos, del alma, “mundo,
demonio y carne”, si se deja dominar por las apetencias del mundo, también más
o menos grave en los otros enemigos, la ira, la soberbia, la autosuficiencia o
autoestima, las familiaridades con personas, los pensamientos impuros y contra
la castidad, y cosas así. Quien se sujeta por el hombre viejo y no hace nada
por romper las cadenas que le hace esclavo; verá como algo bueno, aquellas
cosas de este mundo, que aunque no parece llevar a pecado, termina por pecar
gravemente.
El corazón afectado por la corrupción del hombre
viejo, además de tener cierta vergüenza de mostrarse como cristiano y fiel a
Jesucristo dentro de su vocación; llega a tener un tremendo espanto hacia la
sotana y el hábito religioso, y es que el mundo, ha llegado a cubrir su corazón
y quiere vivir como el mundo le ofrece.
He leído en alguna parte, que aquellos que se despojan
de sus vestimentas celestiales, es para identificarse con el mundo y poder
llevarlos a Dios, ya se ha explicado anteriormente en reflexiones anteriores.
Solo con Cristo, no con el mundo, se puede llevar a las almas por el camino de
la salvación y fortalecerles en la fe.
Supongamos que se le recuerda a una persona, ¿Por qué
no llevas hábito o sotana? Según su estado vocacional, responde el corazón muy
inclinando por las costumbres mundanas; el hombre viejo: “¡no, no eso no!”
¿Por qué se empeñan algunos en retirar a Cristo de la
calles? Precisamente porque algunos en estos tiempos, ponen más confianza en el
hombre viejo, y no tanto en Jesús.
Son muchos devotos de santos fundadores y fundadoras
que desean vivir el espíritu de Cristo, no solamente en una vida interior, también
con signos externos que pueden animar a otros a volver al Señor si están
alejados.
Excelente, creo en cada pala dicha aquí, soy joven, cuanta alegría da ver a una sacerdote o religioso vestido con su hábito eso es radical y atrae a jóvenes, al ver esto y a investigar de su peculiar atuendo, esa curiosidad mucha de las veces lleva a descubrir a Dios, sin decir una sola palabra. También creo que la OFS tenga que llevar hábito, soy de Ecuador y que decepcionante fue ver a la Orden vestidos como seglares cada uno como quería.
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