lunes, 18 de junio de 2012

Reflexiones sobre una entrevista de José María de la Prada

Juan Manuel de la Prada es uno de los mejores periodistas católicos, que ha sido entrevistados por otro importante periodista: Gonzalo Altozano, ambos son muy buenos católicos, pero los afanes del mundo causan malas pasadas a los corazones que todavía no han alcanzado una conversión completa.

Sería más ventajoso, que Juan Manuel de la Prada leyera estas pobres palabras mías. Pero no sé como hacérselo saber.

Siempre lo que he leído de él, me ha resultado muy interesante, pero desde algún tiempo, ya no parece escribir como lo hacía. Pues necesita buscar más tiempo para dedicarlo a Dios, una vida más recogida, pues el tentador, puede hacer que uno diga o escriba errores doctrinales. Y yo no soy un sabio, sino un pobre ignorante pero que voy aprendiendo, y me cuesta mucho aprender. Sin embargo yo encuentro facilidad en la doctrina del Magisterio de la Iglesia Católica, pues me ayuda, como su Santidad Benedicto XVI a comprender muchas cosas, y gracias al Santo Padre, voy llegando a corregir tantos errores míos, por la que el demonio quería someterme.

Citado por Néstor Mora: « Las Sagradas Escrituras piden lectores atentos y piadosos, no acusadores temerarios y orgullosos» (San Agustín. Contra Adimanto, 3).

« No tendremos con que ver a Dios si por riñas entre nosotros cerramos el ojo con que podíamos verlo» (San Agustín. Sermón 23,17).
Si leemos y meditamos atentamente las Sagradas Escrituras, encontramos que hemos de ser compasivos y misericordioso, como Dios, nuestro Padre Celestial. No caigamos en el mismo error de los que cuando leen las Sagradas Escrituras, únicamente retienen actos violentos, y no son capaces de comprender lo que Dios nos está pidiendo.

Pues bien, cuando habla de Dios, no lo hace hasta el momento, con esa fe que los santos han hecho crecer por la renuncia al mundo o a lo mundano, pues aunque todos estamos en el mundo no somos del mundo.
Y es por este motivo, cuando en nuestro corazón ama de verdad al Señor, nos esforzamos por retener en nuestra mente, en nuestro corazón el mensaje de Cristo como lo hacía María Santísima.
Habla de la Santa Ira de Dios, y en el que nosotros hemos de tener también. Recordando que Jesús, no nos ha enseñado que nos dejemos de llevar por la ira, pues nuestra misión es la humildad, no devolver mal por mal. No podemos obrar como lo hacen como aquellos que “matan en nombre de Dios” por una locura de no comprender el Amor y la Misericordia de Dios.
Ciertamente a esta entrevista, dice José María de la Prada que "Dios no es buenecito" ni su Hijo Jesús.  
Y a esto hemos de reconocer que el Padre Celestial como el Hijo es la Suma Bondad, la infinita Misericordia. Si la fe del cristiano no es fuerte, se tratará a la Santísima Trinidad sin mucho respeto. Será buen católico, pero poco conoce a Dios, Si le conociera mejor, la entrevista sería de otra forma, más reverente, humilde.
Un hombre de mundo no puede conocer las perfecciones de Dios, incluso intentará dar una opinión personal sobre los misterios divinos que no corresponde a la realidad.
En esta serie de programas: "No es bueno que Dios esté sólo" muchos entrevistados no tienen la fe suficiente que le anime a hacer una renuncia íntegra a lo mundano, Muchos "convertidos" desconocen el sentido de una verdadera conversión.

Y es que los afanes del mundo, son un obstáculo para ir conociendo con profundidad los misterios del Señor nuestro Dios.

Si examinamos determinadas palabras que Juan Manuel de Prada con las Sagradas Escrituras, se ven distintas.

Algunas personas ya habrán visto la entrevista, yo también, y lo tenemos en el siguiente video.


Juan Manuel de Prada, prolífico escritor, comprometido con su fe católica, perseguido, envidiado, odiado y calumniado por ser coherente con las enseñanzas de Jesucristo, afirma con rotundidad que "el drama de la Iglesia y de los católicos de hoy es tratar de amalgamar el Reino de Dios y el mundo". De Prada explica su visión y vivencia profunda de la fe en el programa "No es bueno que Dios esté solo", presentado por Gonzalo Altozano, que emite Intereconomía TV los domingos a las 21.30. La intensidad del testimonio invita a verlo completo para no quedarse con una visión sesgada de lo que Juan Manuel de Prada transmite con sabiduría y profundidad.

Segunda parte, sobre el carácter de los Santos.

En esta segunda parte, reflexiono sobre algunas palabras equivocadas de José Manuel de la Prada,

Jesucristo por ser Dios, y Maestro, por ser la Verdad, es la Autoridad para hablar como lo hizo contra los fariseos, "fariseos hipócritas, raza de víboras, etc", nunca lo hizo por odiarle, pero no quisieron reaccionar ni arrepentirse algunos de ellos, no querían ser humildes, sino vivir como si Dios no existiera, exigían un bien que ellos no practicaban.
Los santos luchaban contra sí mismo, pues a veces tenía un temperamento no pacífico, pero siempre contra las injusticias que deja la hediondez del pecado. San Pío de Pietrelcina, no le agradaba tener un carácter fuerte.
¿Qué nos dice Jesús en el Evangelio?
Especialmente a mí: «Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.» (Jn 15, 14-15)


Y entre las obras de caridad, de dar de comer al hambriento, de beber al sediento, de vestir al necesitado, y teniendo cuenta estas palabras: «Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
» Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.  Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.»
(Mt 11, 29-30).
Estamos viendo claramente, la verdadera humildad de nuestro Santo Padre Benedicto XVI, su serenidad ante las cosas terribles que están sucediendo en la Santa Iglesia Católica, y todo lo confía al Señor, además de que es alma de oración, nos está dando también ese ejemplo como hemos de proceder, pero sin tolerar los pecados y vicios.

La Jerarquía de la Iglesia Católica también sabe como hablar para hacer callar a los enemigos de Dios, cuando mienten, calumnian, difaman y dice toda clase de mentiras contra la Iglesia Católica y sus consagrados que no son culplables de delitos alguno.

Y los medios de comunicación católicos nunca deben dejarse llevar por la ira, por la rabia, sino sobre todo, han de hacerlo con la oración humilde e incesante.

«Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.» (Mt 5, 8)
Totalmente cierto, tener la paz en nuestro corazón es importante, para que el Espíritu Santo, Señor de Paz y dulzura, no se aleje de nosotros. Aprendiendo de Jesús su mansedumbre, su humildad: «Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.» (Mt 5, 4). El alma humilde se llena de Dios, de su amor. Más el colérico, llega a perder la fe, si en su ira arremetía contra alguna injusticia, se arriesga entonces a ser atrapado por la injusticia. Pues el demonio suele engañar mucho y de muchas maneras distinas. «Esto has de enseñar; y conjura en presencia de Dios que se eviten las discusiones de palabras, que no sirven para nada, si no es para perdición de los que las oyen. Procura cuidadosamente presentarte ante Dios como hombre probado, como obrero que no tiene por qué avergonzarse, como fiel distribuidor de la Palabra de la verdad. Evita las palabrerías profanas, pues los que a ellas se dan crecerán cada vez más en impiedad, Evita las palabrerías profanas, pues los que a ellas se dan crecerán cada vez más en impiedad, y su palabra irá cundiendo como gangrena. (...): se han desviado de la verdad ...; y pervierten la fe de algunos.» (2Tm 2, 14-17)

Esto es otra de las cosas que los cristianos hemos de aprender seriamente, las palabras profanas, las expresiones mundanas, que también nos separa de Cristo. Quiere el demonio que no nos demos cuenta, e intenta que el alma justifique lo que no es correcto, lo vulgar, palabras sin sentidos. El alma que se dedica a la oración se deja educar por el Espíritu Santo, porque no somos sabios ni inteligentes, sabemos que toda sabiduría procede de Dios, pero que no es concedida en el corazón mundano,

La Santa Ira no es nuestra misión, la oración por la conversión de los pecadores siempre es más provechosa que una ira contra el mal.

«Pues conocemos al que dijo: mía es la venganza; yo daré lo merecido. Y también: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Es tremendo caer en la manos de Dios vivo!» (Hebreo 10, 30). El lugar de Dios corresponde solamente a Dios, no a nosotros.

«No enciendas los carbones del pecador, no sea que te abrases en el fuego de su llama. 
»No te encares con el insolente, para que no sea como trampa tendida a tu boca. » (Eclo 8, 10-11)

El ser humano, cuando se aira, siempre, siempre tiene las de perder; por el contrario, el alma, cuánto más humilde sea, más se parece a Cristo, los demonios tienen la necesidad de huir de él o de ella. Los iracundos, siempre tiene las de perder como he dicho, la fe, la caridad, al mismo Cristo, y atrae el pecado sobre sí, y a los espíritus infernales.

Si estamos en un ambiente, en que falta la paz, no podemos colaborar, y tampoco podemos hablar con la persona que en esos momentos provoca alguna discusión, pues es preferible, retirarse con humildad, siendo prudente, y entrar en la oración, porque no somos nosotros los que con nuestras propias fuerzas hacer la paz, sino el Señor a por medio de nosotros, necesitamos que nuestro corazón esté bien dispuesto.

No, la violencia, ni podemos consentir que ningún resentimiento envenene nuestro corazón: Al contrario,  dad culto al Señor, Cristo, en vuestros corazones, siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza. Pero hacedlo con dulzura y respeto. Mantened una buena conciencia, para que aquello mismo que os echen en cara, sirva de confusión a quienes critiquen vuestra buena conducta en Cristo. (1P 3, 15-16).


Como he dicho, que nos dejemos educar por el Espíritu Santo, en el Nuevo Testamento, que debe ser norma para una buena conducta piadosa y santa, por lo tanto, la ira no tiene relación con los hijos e hijas de la Paz.

Por eso, no ha estado muuy acertado en algunas respuesta José María de la Prada. Los afanes del mundo impiden un mayor conocimiento de la Palabra de Dios, no tiene tiempo para meditar.

Yo invitaría a los periodistas católicos que profundizaran las Sagradas Escritura, sin olvidarse de la Lectio Divina, que es muy importante. Necesitamos con la Gracia de Dios, purificar nuestras imperfecciones: vicios y pecados, para que nuestra conversión al catolicismo sea auténtica, y no nos creamos que estamos convertidos y con el corazón inclinado en lo mundan. El cristiano no tiene relación con la idolatría.

Un enfado, una ira, una rabieta, aunque lo que vemos u oigamos, sea injusto, no podemos estallar en ira. San Pablo lo tenía en su momento, pero con la gracia de Dios, lo había superado.

También nosotros podemos superarlo, va a costar, pero no podemos rendirnos por trabajar por la santidad. Fueron muy malos tiempos para mí, cuando me dejaba llevar por la ira, por las rabias, por el odio, no tenía paz, y esto, ya lo he referido en alguna otra ocasión, estaba muy lejos de Dios, solo abriendo nuestro corazón al Amor de Dios, a la Misericordia, haciendo novenas, muchas oraciones, pero todavía considero que no he rezado lo suficiente, estoy aprendiendo para vivir conforme a la Voluntad de Dios. Todos podemos superar nuestro hombre viejo, renovarnos en Cristo Jesús y con  la ayuda poderosa de la Santísima Madre de Dios.

 Es muy peligroso, como lo ha hecho, de la Prada, hacer una interpretación a la medida. Se necesita hacer un cambio radical del corazón, conforme a la humildad. Y aprender sobre todo de las enseñanzas del Santo Padre Benedicto XVI. La Autoridad de la Iglesia Católica, es la única que puede interpretar la Palabra de Dios, ya que está guiada sin errores por el Espíritu Santo. El corazón mundano, no podrá dar un testimonio personal de la conversión.
Los santos tuvieron un temperamento por la responsabilidad que tenían para que ninguno de sus hermanos, hermanas de religión se desviara de la fe, pero no todos tenemos idéntica misión, y ya lo he referido, en lo que me toca a mí, es aprender a ser humilde, casto, pacífico, y todo lo demás que me corresponde en mi camino hacia la santidad que Dios quiere para mi salvación, pues todavía me queda camino que recorrer. Véase también:   Catholic.net - VIII: Carácter y personalidad de los santos
No olvidemos que los Santos tuvieron deseos de ser verdaderos humildes, pero a veces, se sentían con la obligación de ser más enérgicos, que no por eso eran iracundos, ni soberbios, sino mansos y humildes.

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