sábado, 19 de octubre de 2013

San Pedro de Alcántara

En este mes de octubre, además de las festividades mariana, como Nuestra Señora del Rosario, que ya se celebró en la primera semana de octubre, es también mes del Rosario, y el día 4, San Francisco de Asís, el 19 de octubre San Pedro de Alcántara.
 
Conocer la vida de los santos, es una cosa, uno puede admirarse, disfrutar, pero a la hora de ponerse en camino para imitarle, solamente uno de cada diez, lo hace,
 Todavía se ve esa admiración por el Evangelio de Cristo, y yo me pregunto, ¿cuándo se animarán en ponerse en marcha? 


La admiración por las palabras del Papa, que a la verdad, el gran número de sus seguidores y admiradores, también uno podría preguntarse, ¿Cuándo pondré en práctica lo que enseña el Papa?
 
«Consideremos todos los hermanos al buen pastor, que por salvar a sus ovejas sufrió la pasión de la cruz. Las ovejas del Señor le siguieron en la tribulación y la persecución, en la vergüenza y el hambre, en la enfermedad y la tentación, y en las demás cosas; y por esto recibieron del Señor la vida sempiterna. De donde es una gran vergüenza para nosotros, siervos de Dios, que los santos hicieron las obras y nosotros, recitándolas, queremos recibir gloria y honor.» (San Francisco de Asís; -Escritos, biografías, documentos- Admoniciones o avisos espirituales, cap.6. Imitación al Señor, página 80. BAC. 1980. Madrid)
 
Mis buenos hermanos, yo no puedo ver ganancia en admirar al Evangelio y al Papa, si seguidamente nuestro corazón no está con Cristo, y decir “no estar con Cristo”, me refiero en la radicalidad de hacer renuncias propias del hombre viejo, para transformarse en Cristo. Lo más importante de escuchar al Papa, leer la vida de los Santos, la lectura de las Sagradas Escrituras que debe ser como el siguiente paso; de la lectura a la meditación, de la meditación a ponerse en marcha. Pues los Santos tienen razón que debemos seguir a Cristo mediante en la practica, no es un decir ahora sí, y a los treinta segundos se dice no. Hemos de perseverar en el fiel cumplimiento del Señor nuestro Dios.  
Aquellos santos sufrieron por Cristo, para ganar con sus ejemplos de santidad y amor a Cristo al mayor número de almas.
 
Ignacio de Loyola, en una batalla cayó herido, fue a un hospital donde le trataron bien, pero se sentía vacío, para recuperarse, había pedido unas lecturas profanas, que no había en ese hospital, por el contrario, si que tenía libros de santos, y cayó en sus manos, la vida de San Francisco de Asís, y dijo, después de una atenta meditación, si Francisco pudo hacer esto, yo también podría hacerlo”. La pierna le quedó mal curada, pero su espíritu sanó, se fortaleció. Muchos pecadores tras leer una vida de santo, de santa, inmediatamente quedaron transformados. 
Si aquellos “cristianos”, que tanto dicen querer al Papa, y le aplauden, yo veo una señal, estas personas no seguirán a Cristo, no harán caso de las enseñanzas del Papa, pues tras oírle, no tardará mucho en olvidar lo que ha dicho, porque se sumergen en la televisión, en tantos asuntos mundanos, que matan su espíritu de fe , y no terminan por perseverar, volviendo al vómito de lo mundano el alma no se santifica.
La oportunidad que se le había dado a Ignacio de Loyola, el santo fundador de los jesuitas, y precisamente, jesuita es nuestro querido Papa Francisco, pero, ¿tan grande es nuestra ceguera y sordera, que no hemos captado que nos habla de Jesucristo? Aún tengo en la memoria aquello que dijo el Papa Francisco, algo así: “No es a mí a quien tenéis que seguir, sino a Jesucristo”, “no digáis, viva el Papa, sino entregaos a Jesucristo”, no son exactamente estas palabras, sino otras y otras con el mismo sentido. Siempre Jesucristo, pero quien no ama al Papa dirán. “Viva el Papa”, y quien ama al Papa, pone enseguida su camino hacia Jesucristo.
Hoy la alegría que tiene la Familia Franciscana, y los devotos franciscanos, es la fiesta de San Pedro de Alcántara, un día como hoy, es uno de mis santos predilectos, por su pureza de vida siguiendo a Cristo pobre y humilde, con una penitencia tal, que alcanzó mucha gloria celestial, según reveló a Santa Teresa de Jesús.
Emprender este camino como franciscano, no es nada fácil, pero no imposible, porque es el Señor quien nos ayuda a vivir el Evangelio de Cristo. Los franciscanos primitivos, como otros santos apóstoles de Cristo, nos dejan claro, que se puede poner en práctica las enseñanzas evangélicas, y por el mundo, peregrinan actualmente penitentes franciscanos con su hábito santo, religioso, gran testimonio que ayuda a otras almas a que vuelvan al Redil de Cristo que es la Santa Madre Iglesia Católica, y bajo la guía del Sucesor de Pedro. Recordando que en el Papa hemos de buscar a Cristo, sin el Papa todos van descarriados y perdidos, tropezando una y miles de veces porque no han aceptado a la Iglesia de Cristo y se inventan otras.
 
Pertenecer a T.O.F (Tercera Orden Franciscana), es saber aprovechar el tiempo. Ser franciscano, es buscar y trabajar desde Jesucristo, es lo que hicieron los reformadores franciscanos en las distintas generaciones, algunos estaban echando a perder el espíritu del Evangelio, es lo que pasa hoy en muchas partes, que los mundanos se consagran a Dios para mundanizar. Son los que han engañados haciendo creer sobre una vocación a la que no han sido llamados por el Señor, y lo vemos ahí, en iglesias, parroquias, con conductas mundanas y sus diversiones idolátricas. Son personas que no tienen verdadera vocación sacerdotal o religiosa, sino que hacen su propia voluntad, y hacen oídos sordos a las palabras del Espíritu Santo, y enseñanzas del Sucesor de Pedro. No buscan a Cristo, sino que intentan destruir la Iglesia desde dentro, algo que es imposible de hacer, pues se destruye así mismos por su rebeldía al Evangelio de Cristo. Un mundano no puede consagrarse al Señor, y es por eso, cuántos terminan por ser excluidos de la vida espiritual. Se necesita para que la vocación sea perfecta, poner en práctica lo que nos enseña la Iglesia Católica. 

 

·        «Reformador franciscano, excepcional asceta. Un hombre que decidió inmolarse por amor a Cristo infligiéndose severísimas penitencias. Fue amigo y consultor de santos, aclamado por prelados, nobles y plebeyos»

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