sábado, 22 de septiembre de 2012

Todos en el Itinerario de Renovación en el Año de la Fe / Comentarios a las lecturas dominicales

 
Necesitamos hacer un cambio definitivo, salir de nosotros mismos, renunciar a nuestra soberbia, al pecado del orgullo, a todo tipo de pecados, porque me parece, que si vivimos con el corazón inclinado en el mundo, por mucho que digamos, sobre la Nueva Evangelización, no va a servir de nada en nosotros, podremos encaminar a otros al encuentro del Señor, pero es que nosotros no debemos quedarnos atrás, sino que hemos de romper con las ataduras del pecado, para que el proyecto de la Nueva Evangelización, que todos nosotros deseaamos que sea una realidad, no sea entonces un sueño pasajero.
 
Evangelizar a los otros, pero hemos de seguir creciendo en nuestra experiencia testimonial en Cristo Jesús.
 
Nuestro testimonio personal, a partir que nosotros no debemos ser el centro, sólo Cristo, y desde el Espíritu Santo a Dios.
 
Ojalá, mis buenos hermanos, escuchemos la voz del Señor, pero no se trata de primero escucharlo para el momento siguiente olvidarlo, sino mantenerlo bien presente en nuestro corazón, en nuestra memoria.
 
La memoria flaquea, y el corazón se hace cada vez más débil, cuántas veces se sumerge en las vanidades caducas mundanas, que no sirve sino para ir destruyendo la fe de los creyentes. El poder de la oración es inmensa, siempre que ansiemos perseverar en ella.
 
¿Es para todos la vida en Cristo? Si no lo es, hagámoslo en serio, y perseveremos en esta hermosa tarea.
 


Domingo 23 de Septiembre de 2012
 

 Al comenzar el Itinerario Diocesano de Renovación en el año 2010, os decía entre otras cosas: “La Iglesia Diocesana necesita recuperar la alegría y eso lo tendrá si se dedica a contemplar el rostro del Señor, si se hace peregrina, si se decide a anunciar con entusiasmo y convicción profunda a Jesucristo; en definitiva, si se deja guiar por quien es su Pastor, Jesucristo… No sólo tenemos que hablar de Jesús, tenemos que hacérselo ver… Creo conveniente que iniciemos un tiempo de renovación, para que juntos tomemos conciencia de nuestra identidad cristiana y del valor de nuestra fe, y así podamos ofrecer a nuestros hermanos el tesoro que llevamos en vasijas de barro… Itinerario de Renovación: un tiempo de oración, de estudio y de acción que nos lleve a consolidar las bases de la tarea que nuestra Iglesia Valenciana tiene encomendada: proclamar la Buena Noticia del Evangelio, anunciando a Jesucristo en este momento de la historia” (Carta del Arzobispo de Valencia en el inicio del Itinerario de Renovación, 25 de julio de 2010).

Este tiempo transcurrido haciendo el Itinerario de Renovación ha sido, ciertamente, un tiempo de gracia. Muchos grupos del Itinerario Diocesano están presentes en toda la geografía de nuestra Archidiócesis de Valencia. ¡Qué alegría da el encontrarse con cristianos en todos los puntos de nuestra geografía que te dicen “soy del Itinerario de Renovación”! Es todo un proyecto diocesano que nos une y dinamiza, y da vigor a nuestro ser de cristianos. Valiéndonos del método de la “lectio divina”, hemos ido viviendo los ciclos, las etapas, las reuniones, los ritos y las celebraciones. Siempre hemos ido animando a que se uniesen otros a este Itinerario de Renovación y así lo han realizado muchos. Hemos vivido dentro del plano general que nos habíamos propuesto: “Ojalá escuchéis hoy su voz”, “La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”. En este Año de la fe, vamos a vivir en torno a esa realidad: “Para mí la vida es Cristo”. Os invito a que todos los grupos acojáis esta gracia que es el Itinerario y que nuevos grupos se incorporen a este camino en este Año de la fe. Animaos los que participáis en las tareas de la Iglesia, los que acudís solamente a la Eucaristía dominical, los que habéis recibido el Bautismo pero, por diversas circunstancias, no tenéis contacto con la Iglesia, los que no sois cristianos pero sentís un vacío que deseáis llenar. Todos, y a cualquier edad, estáis invitados a incorporaros a este Itinerario de Renovación que en el Año de la fe se detiene en vivir todo el contenido que tiene esa expresión paulina, “para mí la vida es Cristo”.

“Para mí la vida es Cristo”. Como nos dice el Papa Benedicto XVI, “queremos celebrar este Año de la fe de manera digna y fecunda. Habrá que intensificar la reflexión sobre la fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa, sobre todo en un momento de profundo cambio como el que la humanidad está viviendo” (Porta Fidei, n. 8). Es una oportunidad de gracia este Año de la fe y nuestro Itinerario Diocesano de Renovación, que se integra en su dinámica. Hay que confesar la fe con más fuerza, con más convencimiento, con más pasión, con más coherencia. Y hay que hacerlo en todos los lugares: donde nos reunimos para celebrar la fe, en nuestras iglesias, en nuestras casas y en nuestras familias, que se tienen que convertir en verdaderas “iglesias domésticas” que confiesan, celebran, transmiten y viven la fe. Todos tenemos que encontrar la manera singular y original de confesar la fe públicamente. Nuestros grupos de Itinerario de Renovación, estoy seguro que nos ayudarán a decir con palabras y obras el Credo. ¡Qué confesiones me habéis realizado algunos de los estáis viviendo el Itinerario Diocesano de Renovación! Todos me decís que os está ayudando el grupo a aspirar, cada día más y mejor, a confesar la fe con convicción, a celebrarla con más fuerza y teniendo necesidad de esta celebración, especialmente en la Eucaristía, y que os sentís llamados de una manera convencida a dar testimonio de vida en vuestros ambientes, cada día de una manera más creíble.

“Para mí la vida es Cristo”. En estos días previos a la apertura del Año de la fe y a dar comienzo el curso en nuestra Archidiócesis, donde voy a ir por las diversas Vicarías presentando el tema de este Año del Itinerario de Renovación, hemos inaugurado la Capilla de la Adoración Perpetua. No es casualidad. Es una gracia que nos entrega el Señor y que, en el encuentro con Él, nos indicará el camino no sólo para conocer los contenidos de la fe, sino para esbozar una ruta para vivir el acto de fe con el que nos decidimos entregarnos totalmente y con plena libertad a Dios. “El corazón indica que el primer acto con el que se llega a la fe es don de Dios y acción de la gracia que actúa y transforma a la persona hasta en lo más íntimo” (Porta Fidei, n. 10a). El Itinerario es una propuesta que nos ayuda a conocer más a Jesucristo, a tener una experiencia eclesial más fuerte, a sentir la necesidad de conocer más los contenidos de nuestra profesión de fe y a comunicar y ser testigos de ella en el mundo. ¡Qué altura alcanza la vida humana cuando proclamamos sin cesar, con el ejemplo y la santidad de vida estrechamente unida a Cristo, el Evangelio, dejándonos renovar por Él! Ello requiere las orientaciones de Él, a través de la confesión que de Él hace la Iglesia.

“Para mí la vida es Cristo”. ¡Qué fuerza tiene el dejarnos alcanzar la vida personal y comunitaria por Jesucristo, por su Palabra, por su gracia y su amor! Ciertamente, el Evangelio puede iluminar siempre y a fondo las conciencias y, también, transformar desde el interior las culturas. Pero ello requiere algunas condiciones, entre otras que cada cristiano se deje alcanzar por Cristo, que nos invita, a través de una conversión auténtica, a una respuesta de fe personal y adulta, que lleva a una fecundidad social y a una fraternidad entre todos. “La fe es decidirse a estar con el Señor para vivir con Él. Y este estar con Él nos lleva a comprender las razones por las que se cree” (Porta Fidei, n. 10c). La Iglesia no obliga a ninguna persona a acoger el mensaje del Evangelio. La fe en Jesucristo anunciada por la Iglesia sólo puede existir en la libertad. La evangelización nunca es mera comunicación intelectual, sino también experiencia de vida, purificación y transformación de toda la existencia y camino de comunión. ¡Qué bien viene escuchar siempre que la obra de la evangelización nunca consiste en adaptarse sólo a las culturas, pues es también una purificación, un corte valiente, que se transforma en maduración y saneamiento, una apertura que nos permite nacer de nuevo y con otras dimensiones, que son las que nos regala Jesucristo!

“Para mí la vida es Cristo”. Para evangelizar, de verdad y en profundidad, es necesario ser testigos cada vez más fieles y creíbles de Cristo. Os invito en este Año de la fe a formar parte del Itinerario Diocesano de Renovación a todos los que buscáis vivir en verdad, construir la fraternidad entre los hombres, vivir una solidaridad real ante las situaciones de sufrimiento. Creedme, la Verdad que salva la vida, y que se hizo carne en Jesús, enciende el corazón de quien la recibe con un amor al prójimo tan grande, que mueve desde la libertad a comunicar lo que se ha recibido gratuitamente.


Con gran afecto, os bendice

+ Carlos, Arzobispo de Valencia
 
 



Meditese también los comentario a las lecturas de la Santa Misa:
 
Comentarios a la segunda lectura dominical
 
Comentario al evangelio del Domingo 25º T.O./B
 
 

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