jueves, 2 de agosto de 2012

Benedicto XVI: No abandonen nunca la oración: es imprescindible

Las enseñanzas de Santo Padre Benedicto XVI, como todos los demás Santos Padres de la Iglesia Católica, nos hablan sobre las maravillas y eficacia de la oración diaria y sincera.
 
Aprendemos una realidad, que la oración es fácil, si a unos les parece difícil, la causa es lo que hay dentro de su corazón. Pero aun cuando en lo que nos parece fácil, sin desearlo, viene "la loca de la casa" como decía Santa Teresa de Jesús, las imaginaciones inútiles y vacías, que intentan arrebatarnos el sentido de la verdadera oración.

Si a los Santos Padres, que también han padecido estas distracciones, cuánto más incluso sereá imposible que el corazón aficionado a las cosas mundanas, sepa como hacer mejor la oración, porque no limpia su corazón de esos desordenes consentidos por los regalos del mundo, para su perdición.

La oración debe ser diaria, como diaria es nuestra lucha contra las cosas mundanas, que nos están apartando del camino de la salvación, el proceder no cristiano, el proceder contrario a lo que nos enseña nuestro Dios y Señor Jesucristo y la Iglesia Santa de Dios-

Oración y Eucaristía, ahora en verano se ha acortado el horario de las misas, pero todos pueden participar gracias a su tiempo de vacaciones, no se ha suprimido las misas diarias, por la tarde, y todavía por las mañanas, en una iglesia o en otra, siempre hay misas.

Como diaria ha de ser la oración y la Eucaristía, como diario es nuestro combate contra las fuerzas del mal, las tentaciones no son parte de nuestra vida, pero somos tentados, con la oración, vencemos las tentaciones, pero no se debe a nosotros sino a Jesucristo y a María Santísima que infaliblemente viene en nuestro auxilio.

Pero sí aún, la tentación, nos hace caer, tenemos el sacramento de la confesión, que no debemos aplazarla para otra ocasión, porque no se sabe, si el corazón tendrá tiempo de confesarse.

La vana gloria, las alabanzas humanas, los honores, la gloria, la alabanza, los honores están reservadas únicamente a Dios. La vana gloria, es un veneno para el alma que se satisface en ello.

Las imaginaciones que nos ataca cuando oramos, no está relacionada con la vida de oración,

Al contrario de las almas egoístas e interesadas que rezan para obtener cualquier cosa que no es conforme a la Voluntad de Dios. Estas, sin embargo, quieren ante todo cumplir la voluntad de Dios nuestro Padre. Se esfuerzan en luchar, en no dejarse vencer contra las imaginaciones que aparta de la verdadera oración. Y en el caso de que cuando está rezando, y en un momento caiga en alguna inútil distracción, como le sucedió a San Francisco de Asís, no se retrasa en rectificar el error, en pedir perdón con verdaderos sentimientos de humildad. ¿Pero que le sucedió al Santo?
San Francisco de Asís creía faltar gravemente si, estando en oración se veía alguna vez agitado de vanas imaginaciones. En tales casos no difería la confesión, para eliminar cuanto antes la falta. Le era tan habitual ese cuidado, que rarísimamente le molestaban semejantes moscas.
Durante una cuaresma, con el fin de aprovechar bien algunos ratos libres, se dedicaba a fabricar un vasito. Pero un día, mientras rezaba devotamente tercia, involuntariamente se deslizaron los ojos a mirar detenidamente el vaso; notó que el hombre interior sentía un estorbo para el fervor. Dolido por ellos de que había interceptado la voz del corazón antes que llegase a los oídos de Dios, no bien acabaron de rezar tercia, dijo de modo que le oyeran los hermanos: ¡vaya trabajo frívolo, que me ha prestado tal servicio, que ha logrado desviar hacia sí mi atención! “Lo ofreceré en sacrificio al Señor, cuyo sacrificio ha estorbado”. Dicho esto, tomó el vaso y lo quemó al fuego. “Avergoncémonos –comentó– de vernos entretenidos por distracciones inútiles mientras hablamos con el gran Rey durante la oración. (San Francisco de Asís; 2C. 97. B.A.C.] 

Es tremendo, terrible, cuando el alma, voluntariamente está en la iglesia, en medio de una Misa, suena el teléfono móvil, no se avergüenza de hablar allí mismo, ¿Puede ser bueno los obradores de iniquidad? o hablan entre ellos mismos, no respetan al Santísimo, "la conciencia  no me dice nada"

¡Cuanta paciencia tiene Dios con nosotros!, ¿es por eso motivo de abusar de la Misericordia de Dios?
 
Ser de Cristo o del mundo, ciertamente queremos ser de Cristo, pues entonces, recemos como Cristo nos pide para ser verdadero adorador de Dios: «Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y verdad.» (Jn 4, 23-24)». Ya estamos en el tiempo de ser verdadero adoradores.

Los verdaderos adoradores de Dios, no pueden dedicarse a poner su corazón a cualquier cosa que el mundo les ofrece.

Cuando Jesús nos enseña: Sin mí nada podéis hacer, es claro que debemos recurrir a Jesucristo con todas nuestras fuerzas, y perseverar, y saldremos triunfantes de nuestras tentaciones.

« 5 Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada.»
Fijémonos bien, pues también diariamente podemos hacer nuestro examen de conciencia, y busquemos aquellas cosas, por la que nuestra oración no nos ayuda como esperamos, una vez que hallamos encontrado la causa del mal, debemos librarnos de ella, y entonces nuestro corazón será ordenado como toda nuestra vida en conformidad al Corazón de Jesús, llegando a ser que nuestras oraciones sean más eficaz que anteriormente.

Porque nadie que ame al mundo, sabrá como hacer oración. La oración bien hecha, es un desprendimiento total incluso de la idolatría de las Olimpiadas, pues no tratan culto a Dios sino al hombre y a la mujer, los cristianos hemos de evitar estos desordenes.

Ahora bien, el Papa nos enseña que no debemos dejar de orar nunca. Cierto, porque cuánto más oremos, y que también nosotros hemos de colaborar con Dios, para conseguir la perfección de nuestra oración, con perseverancia, cada día, renovar nuestro rechazo a todo lo mundano, y Dios estará con nosotros. Él conoce perfectamente nuestros pensamientos y corazón, sabe muy bien las verdaderas intenciones que tenemos.



El Papa: No abandonen nunca la oración porque es imprescindible


VATICANO, 01 Ago. 12 / 09:58 am (ACI/EWTN Noticias).- Al retomar hoy sus catequesis desde la localidad de Castel Gandolfo, el Papa Benedicto XVI señaló que la oración es algo imprescindible para la vida de toda persona porque la relación del ser humano con Dios es esencial.

Recordando el ejemplo de San Alfonso María Ligorio, Doctor de la Iglesia y fundador de los sacerdote redentoristas, a quien la Iglesia celebra hoy, el Papa explicó que este santo "nos recuerda que la relación con Dios es esencial en nuestra vida: sin la relación de Dios falta la relación fundamental".
La relación de Dios, prosiguió, "se realiza en el hablar con Dios, en oración personal cotidiana y con la participación en los Sacramentos, y así esta relación puede crecer en nosotros; puede crecer en nosotros la presencia divina que dirige nuestro camino, lo ilumina y lo hace seguro y sereno, también en medio de las dificultades y peligros".

Tras recordar que San Alfonso es uno de los más populares del siglo XVIII, Benedicto XVI destacó que se caracterizaba "por su estilo sencillo e inmediato y por su doctrina sobre el sacramento de la Penitencia: en un período de gran rigorismo, fruto de la influencia jansenista, él recomendaba a los confesores de administrar este Sacramento manifestando el abrazo gozoso de Dios Padre que en su misericordia infinita no se cansa de recibir al hijo arrepentido".

El Papa recordó luego su tratado de 1759 titulado "El gran medio de la Oración", que él "consideraba el más útil entre todos sus escritos. En efecto, describe a la oración como ‘el medio necesario y seguro para obtener la salvación y todas las gracias de las cuales tenemos necesidad para conseguirla’ (introducción). En esta frase está sintetizado el modo Alfonsiano de entender la oración".
Según señala la nota de Radio Vaticano, el Pontífice explicó que San Alfonso explicaba la importancia de la oración en el hecho de que "Dios nos ha creado por amor, para podernos donar la vida en plenitud; pero esta meta, la vida en plenitud, a causa del pecado se ha, por así decirlo, alejado, todos lo sabemos, y solo la gracia de Dios la puede hacer accesible".

"Para explicar esta verdad fundamental y hacer comprender con rapidez cómo sea real para el hombre el peligro de ‘perderse’, San Alfonso había acuñado una famosa máxima muy elementar que dice: ‘Quien ora se salva, quien no ora se condena’. Como comentario de esta frase lapidaria, añadía: ‘Sin oración cosa muy difícil es que nos podamos salvar; tan difícil que, es del todo imposible… con la oración, la salvación es segura y fácil’ (II, Conclusión)".

Y aún dice: "pensemos que, si no rezamos, ninguna excusa podremos alegar, porque Dios a todos da la gracia de orar... si no nos salvamos, culpa nuestra será. Y la causa de nuestra infinita desgracia será una sola: que no hemos rezado’ (ibíd.)".

El Papa indicó además que al decir que "la oración es un medio necesario, San Alfonso quería hacer comprender que en cada situación de la vida no se puede prescindir de orar, en especial en el momento de la prueba y en las dificultades".

"Siempre debemos llamar confiadamente a la puerta del Señor, sabiendo que en todo Él cuida de sus hijos, de nosotros. Por esto, estamos invitados a no temer de acudir a Él y presentarle confiados nuestras peticiones, con la certeza de obtener aquello de lo cual tenemos necesidad".

Al preguntarse sobre lo realmente necesario en la vida, el Santo Padre se refirió a la presencia liberadora de Jesús "que hace verdaderamente humano, y por ello colmado de gozo nuestro existir. Y solo mediante la oración podemos recibirlo a Él, su Gracia, que, iluminándonos en cada situación, nos hace discernir el verdadero bien y, fortificándonos, hace eficaz también nuestra voluntad, es decir la hace capaz de actuar el bien conocido".

"Muchas veces reconocemos el bien, pero no somos capaces de hacerlo. Con la oración, lo conseguimos. El discípulo del Señor sabe de estar siempre expuesto a la tentación y para vencerla no deja de pedir ayuda a Dios en la oración", añadió.

Tras poner como ejemplo de oración a San Felipe Neri y a San Agustín, que se descubrían necesitados del Señor, el Papa dijo que "también nosotros, conscientes de nuestra debilidad, debemos pedir el auxilio de Dios con humildad, confiando en la riqueza de su misericordia".

En español el Papa saludó a los peregrinos de España, México y otros países latinoamericanos, e invitó a "todos, en este tiempo veraniego, a no abandonar nunca la oración, como nos enseña San Alfonso María de Ligorio, pues de nuestra relación con el Señor en la plegaría y los sacramentos depende nuestra salvación. Dios os bendiga".

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