jueves, 23 de febrero de 2012

Necesidad de oración y penitencia: «Porque la apariencia de este mundo pasa.» (1 Cor 7, 31).

Prepararnos bien en esta Santa Cuaresma, es prepararnos para vivir y morir bien, vivir bien superando nuestras adversidades. Vivir bien es dedicarse seriamente a la oración interior y al recogimiento, es una preparación para permanecer ahora en el tiempo presente, conforme en el Corazón de Cristo, en la fidelidad de la santísima voluntad de Dios, para que Él nos vea y considere digno para el Reino de Dios.

Vivir bien en gracia de Dios y perseverar, al mismo tiempo, vamos a morir. Pero no es un morir por morir, pues es una muerte que nos lleva a la Vida eterna. Nosotros hemos de dar muerte a la muerte que hay dentro de nosotros: al egoísmo, a las vanidades, a todo lo superficial y mundano.
Vivir según el mundo no es estar vivo, pues es un vivir que se resiste a la vida de gracia y de amor. Cuántas pobres almas que se creen que viven bien, disfruta de todos los bienes presentes y mundanos. De los beneficios que reciben de Dios para su propio bien, no lo quieren reconocer y no dan gloria a Dios que es bueno con todas las personas. Dios ama a los pecadores, pero no para que permanezcamos en nuestros pecados, sino que con toda ternura de Padre bueno, nos lleva hacia Él.
Los pecadores incorregibles se niegan a tomar parte del plan de amor y salvación de Dios, y no quieren renunciar a sus caminos que les arrastran a la muerte segunda.
Los que no saben disfrutar de la vida que Dios le concede en este mundo. Pues hay que decir, que necesitamos hacer penitencia y oración, hacer sacrificios, renunciar al mundo, esto no destruye nuestras vidas, sino que nos sana y alimenta. Necesitamos en este tiempo de Cuaresma, frecuentar el sacramento de la confesión para ir sanando nuestras heridas y llagas interiores, que por nuestra debilidad estamos causando por nuestros pecados veniales, pues se entiende, que el que permanece en pecado mortal, tiene necesidad de acudir inmediatamente a este sacramento tan saludable; un extenso examen de conciencia, buscar la guía segura de un eficiente Director Espiritual, que esté plenamente en la unidad de la Iglesia Católica y al Papa. Pues no puede ser cualquier Director Espiritual, si fuma, si tiene malas palabras, si se entretiene según el mundo, estos no viven el Evangelio, y pueden causar más daño al alma de lo que ya estaba. Un  director Espiritual debe ser conforme nos lo enseña el Catecismo de la Iglesia Católica, y el Magisterio eclesial, estar atento a las enseñanzas del Papa, que no se dejan dominar por los respetos humanos, y si tiene que corregir severamente… a ejemplo de San Pío de Pietrelcina, y los demás Santos Padres de La Iglesia Católica,
Escuchaba en Radio María, que un invitado decía, que no era tan malo acudir a manifestaciones, y lo recomendaba, y con orgullo llegaba a justificar el llevar una pancarta para denunciar la injusticia. Si este invitado conociera profundamenente las Sagradas Escrituras, no diría cosas así. Lo que sucede es que hay muchos cristianos que ignoran plenamente las Santas Escrituras, no tienen tiempo, pero sí para acudir a un encuentro deportivo y pasarlo bien, esos momentos ya no piensan en Dios, sino en su equipo preferido. No tiene tiempo para meditar.
Pues si bien meditamos y nos esforzamos por comprender, nuestro tiempo sería para Dios, hacer penitencia por nuestros pecados y poder salvarnos. Las manifestaciones no son aceptables por el Señor, pues los que son del mundo, incluso para denunciar una injusticia, se llega a poner al frente o mezclarse entre los manifestantes.
No todas las manifestaciones son malas, por ejemplo, en Semana Santa, en las procesiones, los cofrades que llevan el paso, aman a Cristo, y no se dedican a dar voces por ahí.
La procesión del Corpus Christi, esto es otra manifestación que invita a la paz, a la vida de pureza. Las romerías, cuando la verdadera piedad está presente. Otras procesiones populares a lo largo del año, en que sus devotos se manifiestan como ángeles al lado de Jesús  de María Santísima, cantan a Jesús, y le adoran, cantan y alaban a la Madre de Dios en procesión, que se manifiestan públicamente como hijos e hijas de Dios.
Las manifestaciones callejeras no ayudan a la propia conversión. La Santa Cuaresmas no es un volver el corazón al mundo, sino siempre donde está Cristo, hacia adelante. Por el contrario, el alma inconstante no sabe bien lo que quiere, pues tiene cierta fijación obsesiva por las cosas de este mundo, no quiere resolver su vida conforme a Cristo, en vez de penitencia y oración, necesita intentar su corazón y su mente con sus entretenimientos mundanos, juegos, diversiones, esta no es la vida que lleva a la vida.
Las manifestaciones con pancartas callejeras, según las Escrituras, proceden del paganismo.
Nuestras manifestaciones deben ser siguiendo el ejemplo de los Santos y Santas, ante el sagrario, en el recogimiento, en la verdadera humildad del corazón. Pues no tenemos que llevarnos a engaños, que por una parte, un alma no tiene vergüenza de ir con otros llevando alguna pancarta, y sin embargo, por respetos humanos y la cobardía, no se atreve a manifestarse públicamente, pero en silencio, llevando con amor y respeto un crucifijo al cuello, pero sin intención de provocar, sino como un sello de amor al Amado; como nuestra identidad cristiana.
«Los que disfrutan del mundo, como si no disfrutasen. Porque la apariencia de este mundo pasa.» (1 Cor 7, 31).
Vayamos por donde vayamos, siempre caminemos con Cristo, necesitamos a Dios, no una injusticia que se disfraza de justicia y que apruebas las manifestaciones que Dios no aprueba. Pues los cristianos no somos del mundo, estamos en él, pero ansiando la verdadera Patria que es donde está nuestro Dios, manifestémonos cada momento con obras buenas y santas, haciendo el bien, con humildad de corazón.
Los que disfrutan según el mundo son dignos de compasión, pues tienen un disfruten muy breve, demasiado breve. Por el contrarios, el disfrutar de los cristiana viven en alegría santa y piadosa, conformándose así mismo a la Santísima Voluntad de Dios, para todo lo que Él quiera.


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