sábado, 18 de febrero de 2012

Los violentos lo arrebatan...

Hoy he leído una interesante reflexión espiritual, que me ha ayudado a escribir otra.
 
  • Néstor Mora: «Desde mi humilde punto de vista, el evangelizador es como el rocío que entra en las grietas de las rocas y espera a que la temperatura baje para romper lo que parece imposible de penetrar. La temperatura sería el símil de la Gracia de Dios, es la que produce el milagro que opera a través nuestra y que transforma la naturaleza de la roca
 Sabemos que Jesús, cuando comenzó a anunciar la conversión y la salvación, «Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae» (Jn 6, 44). Habían algunos que se acercaban a Jesús, pero luego se apartaban de Él, porque lo que oían respecto a la conversión, ellos preferían vivir a su manera, creyendo que se salvarían sin necesidad de aceptar las enseñanzas de Cristo. No quisieron darse cuenta, de que Dios había bajado del cielo en la Segunda Persona de la Trinidad. Y es que el alma, cuando está oscurecida por los propios vicios y pecados, por ese momento, le cuesta aceptar las verdades del cielo. Dice San Agustín «Errar es humano; perseverar el error es diabólico», el peor error puede atraer consencuencias trágicas contra sí mismo, la perdición de su alma, por eso, no conviene hacer oídos sordos al Evangelio de Cristo, a la Iglesia Católica, al Papa, siempre necesitamos orar para tener el corazón bien dispuesto para la conversión personal.

En la Historia de la conversión, ha habido muchos pecadores, que se resistían a la propia conversión, pero con el tiempo, de terribles pecadores llegaron a convertirse en grandes santos y santas.

A mi parecer, y en este siglo XXI, los pecados de impureza son raras las conversiones, porque lo diabólico es que cada año, antes del Miércoles de Ceniza, los libertinos salen a las calles por "Carnaval" cometiendo escándalos públicamente, no hay interés por la propia conversión. Si hay confesión sacramental, pero no se cuenta con los propósitos de enmienda, no se llora por los pecados cometidos, y recae tantas veces como el demonio quiere. Este enemigo se burla constantemente del pecador incorregible.

Una verdadera conversión interior, es necesario usar de la violencia, dice el Señor: «Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.» (Mt 11, 12); y en otro lugar dice: «Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran  por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y poco son los que lo encuentran.» (Mt 7, 13-14). Es necesario entonces, abrir nuestro corazón a la verdadera conversión. Es verdad que al principio cuesta el camino de la conversión, porque nuestro enemigo que durante tantos años nos tenia esclavizados por nuestros vicios y pecados, que nos hacía pensar que la santidad ni la conversión no es para nosotros, lo cual, el demonio miente todo los momentos. Pero es verdad que también podemos alcanzar la santidad y la salvación eterna. Debemos hacer muchas renuncias personales, sacrificios, la penitencia siempre es necesaria, y más importante, la perseverancia, porque solo con la perseverancia en el fiel cumplimiento de la Voluntad de Dios, podremos alcanzar la salvación eterna; (cfr Mt 10, 22. 24, 13; Mc 13, 13).

Hemos de usar de gran violencia contra nuestras tentaciones, contra todo aquello que nos quiere alejar de nuestro encuentro diario y personal con Cristo. Pero en esto, si una persona se interpone entre Cristo y nosotros, sin fines caritativos y cristianos, hemos de alejarnos, romper con todo lo que se opone a la vida de santidad.


Otra de las realidades que nos enseña San Agustín, que no podemos dar por perdido a ningún pecador, que parece que le cuesta convertirse, pero estos pecadores que encuentran una conversión milagrosa, yo no conozco casos de adúlteros, libertinos, viciosos, y que tienen una gran aversión a la Iglesia Católica, o en todo caso, para salvar la apariencia, cometen sacrilegio... Por lo demás, dice el Señor que vino a salvar lo que estaba perdido. En el Evangelio de San Lucas 19, Zaqueo quiso conocer a Jesús, y se subió a un árbol: un sicomoro hoy a sido la salvación de esta casa, (9-10), Jesús no ha venido a destruir ni a condenar sino a salvar a todas las almas que se acercan a Él, con el corazón bien dispuesto. Pues la alegría que el alma siente cuando se convierte de verdad, es mucho mayor la alegría en el cielo. Esa alma se ha dejado curar, necesitaba ver a Jesús.

En mi caso, tibieza, miseria, sin pensar en mi condenación eterna, ya me estaba precipitando hacia mi condenación. Aunque jamás cometí una blasfemia, y fue cuando en la primera visita del Beato Juan Pablo II, que siempre tuve un gran respeto hacia él, y me gustaba sus enseñanzas, pero antes de su llegada a España, iba a la Santa Misa, pero sin la conversión del corazón. Y entonces, cuando vi al beato Juan Pablo II, sentí interiormente una fuerza de amor de Dios, por medio del Papa, y ese mismo día, comencé a amar la vida religiosa, yo era otro de los que estaban destinados a ser condenado con los tormentos del infierno. No lo pensaba, claro, pero al mismo tiempo, la bondad del Señor, por medio de María Santísima expulsó de mi corazón al tentador. Pues no quería soltarme, y fue gracias a la oración que tiempo atrás me había tomado en serio, en esas fechas, ya el Papa había cumplido su primera misión en España. La oración nos puede facilitar el camino de la conversión.

Dos clases de pecadores, los que se quieren corregir, los que no encuentran paz y alegría cuando están en el pecado y en el vicio, pero no quieren permanecer en esta horrible condición, como Zaqueo, va al encuentro de Jesús, Jesús se hace presente en nuestros queridos Papas, vemos al Papa estamos viendo a Cristo Jesús, porque es el Dulce Cristo en la tierra. Pero quien ve al Papa y no quiere convertirse, hace como Caín, que da la espalda a Dios y huye de su Salvador. Aceptar al Papa es aceptar a Cristo. Los signos del Papa que ayuda a la conversión también yo lo he encontrado en el Evangelio. No subimos al sicomoro, pero le vemos por la televisión. 

Pero una vez que creemos en Dios, que Cristo ha venido a salvarnos, ya le encontramos en la soledad, en el recogimiento ante el Sagrario, y en otros momentos, en la paz y tranquilidad del campo, pero siempre alejado del ruido de la gente.


Los pecadores incorregibles, los que han perdido el sentido de la moral, y se divierten en sus impurezas, estos no quieren convertirse..., me refiero a los cristianos que después de haber vivido la fe de la Iglesia Católica, se casa y porque en primer lugar abandona el camino de la oración, no sienten remordimiento de su adulterio e impurezas, 

  •  • Lc 13, 24 «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán.»

    Porque si, después de haberse alejado de la impureza del mundo por el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, se enredan nuevamente en ella y son vencidos, su postrera situación resulta peor que la primera. Pues más les hubiera valido no haber conocido el camino de la justicia que, una vez conocido, volverse atrás del santo precepto que le fue transmitido. Les ha sucedido lo de aquel proverbio tan cierto: «el perro vuelve a su vómito» y «la puerca lavada, a revolcarse en el cieno». (2Pe 2, 20-22).
 
Para el que fue creyente, y digo que fue, pues antes de su apostasía, tuvo la ocasión de hacer incluso su Primera Comunión, pero cuando el alma hace mal la oración, llega a perder la fe, y deja de creer en Dios, pero si diciendo que cree en Él, no renuncia a sus pecados, se hace enemigo de Dios por las malas obras y por las palabras ociosas e impuras de las que se ha habituado.

2 comentarios:

  1. Estimada hermana, gracias por esta reflexión los camino del Señor no son faciles y Dios necesita de nuestra colaboración, ya que ÉL nos capacita para darle una respuesta, el seguimiento de Jesús se necesita fortaleza coraje para poder ser portadore de su amor , Dios sea con usted.

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  2. Estimada hermana, sólo le deseo una feliz y santa cuaresma.

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