miércoles, 25 de enero de 2012

La oración bien hecha nos acerca a Cristo

¿Podemos salir de nuestras imperfecciones?

Si nuestra oración es sincera y pura, llegará un momento en que nos iremos purificando, detestaremos las palabras mal sonantes. El fumador dejará de fumar, porque la fuerza de la oración constante, le fortalecerá su forma de pensar. Los frutos serán buenos.
El alma sin oración es más hedionda que un basurero, donde hay toda clase de inmundicias, pues sus palabras, sus pensamientos dicen claramente lo que es en realidad, cuando hablan obscenidades, pensamientos impuros,, los demonios encuentran su guarida en esos corazones corrompidos por pecados mortales. 
Si en la oración no se busca la perfección, se hace notar en sus palabras groseras, continuará en la esclavitud del tabaquismo, cuando la oración siempre es superficial, el corazón se inclinará hacia cosas que Dios no acepta.
Si el alma se purifica, es porque su oración es pura, es verdadera y es grata a Dios. por el contrario si después de orar, no se corrige a sí mismo, y tiene la fea costumbre de usar palabras inadecuadas, altisonantes;, el enemigo engañará al corazón haciéndole creer que está orando al Señor, pero no se identifica con Cristo.  
«El varón espiritual en todo lugar hará oración, pero sin dar a entender que ora: hace oración cuando camina, cuando descansa, cuando habla, cuando lee, y en todo cuanto ejecuta con deliberada intención; cuando él no haga más que pensar en Dios en lo secreto de su corazón, y enviarle de él afectuosos suspiros, está bien cierto de que Dios está pronto para oírle, aun antes de concluir su oración. (San Clemente, sent. 19, lib. 7 Tric.T. 1,p. 126.). » (Apostolado Mariano. Sevilla)
 
Los textos que escribo será de la Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española, y lo haré sucesivamente según el tema de reflexión, y se notará cierta diferencia de otras ediciones.
Sabemos que cuando oramos, debemos fijarnos en lo que dice el Señor: 
«Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gustan orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que lo vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que ve en lo secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te lo recompensará. Cuándo recéis no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho, les harán caso, no seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de lo que pidáis. Vosotros orad así: Padre nuestro… (Mt 6, 5-13).

A Jesús también le agrada mucho, al Padre Celestial, que oremos también el Santo Rosario, y todas las demás devociones que la Iglesia nos enseña, es el mismo Dios, quien lo inspira para nuestro bien y salvación eterna.
Nuestra oración debe ser conocida únicamente por Dios, nadie de este mundo debe sospechar nada, porque no podemos darles pistas. En la calle debemos caminar con sordera, es decir, que si alguien nos hace alguna pregunta, ni siquiera debemos fijarnos, sino continuar en el camino del Señor.
San Clemente dice que incluso descansando debe orar, es decir, que hemos de prolongar la oración mientras descansamos en la cama, o en el sillón, o en una silla si hay buena salud. En cualquier momento. San Isidro Labrador en las tareas del campo, se detenía para orar al Padre celestial. Y es que la oración nos da fuerzas, el Señor también nos ayuda para que aprendamos a orar con verdadera devoción y piedad, la Oración es amor, es caridad, es belleza y transforma en belleza nuestra alma, purifica nuestro corazón, fortalece nuestros pensamientos para que no se corrompa ni se infeccione con este mundo, ni con los vicios ni pecados. La oración nos ayuda a levantarnos, y acudamos al sacramento de la confesión para ir escalando hacia el Señor.
Entonces, sí, es verdad, cuando nuestras oraciones son sinceras a Dios, y aunque detestemos el lenguaje del mundo, hemos de rezar por la conversión de todos cuánto todavía no siguen a Cristo con la fe de la Santa Madre Iglesia Católica.
La oración bien entendida debe ser en lo secreto. Los Santos cuando iban de camino, intentaban esconder a los que lo veían, que estaba orando, pero estos ejemplos nos animan también a nosotros.
En este año de la Fe, nos toca a cada uno de nosotros trabajar por el crecimiento de nuestra fe, y también orar por todos nuestros hermanos y hermanas, para que perseveren de día en día, en la fe, y vayan alcanzando la santidad.
Necesitamos también de la Eucaristía para no ir pasos atrás, siempre que estemos pendiente para cumplir y aceptar la Santísima Voluntad de Dios.

2 comentarios:

  1. Estimado hermano, gracias creo que la vida en autentica oración hace que miremos las cosas diferentte y al ser diferente nos hace vivir en ese camino de perfección, la oración es don que hemos de pedir constantemente, gracias que Dios sea con usted.

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    1. Estoy de acuerdo, el alma cuando mejor hace la oración más se humaniza con la humanidad de Cristo, y necesitamos seguir ese camino. Yo sé también que el Buen Dios está en su corazón: «Silencio en la Oración», ruegue al Señor por mí, por mi verdadera conversión. Le estoy agradecido por sus comentarios y reflexiones, pues son de gran ayuda para todos los que amamos la vida de oración.

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