martes, 24 de enero de 2012

Necesitamos prevalecer en la Voluntad de Dios

Hay muchos libros muy buenos que nos ayudan como hacer mejor nuestra oración, nosotros tenemos el deber de practicarlo, y sólamente con la gracia de Dios, nuestra perseverancia, nos ayudará a ser almas de oración.

Muy en especial, necesitamos oír la Palabra de Dios, cuando leamos las Sagradas Escrituras, la meditaremos, ahí encontraremos las delicias espirituales para alimentarnos diariamente, un alimento que nos viene de Dios, y que no puede cansar una vez que nos hallamos limpiados por medio del sacramento de la confesión.

He conocido a personas que cuando se les habla de Dios, llegan a cansarse sobremanera. Este cansancio por la Palabra de Dios se debe a que el alma no está limpia, sino manchada por pecados y vicios, y el hombre viejo no puede soportar por más de un minuto que se le hable de Dios. Por eso, hemos de continuar nuestro trabajo por medio de la oración.
En el principio, cuando un alma después de muchos años que no se dedica a la oración, pero se le presenta un comienzo, en que Dios le ha llamado a la conversión. Comienza a practicar la oración, llega a cansarse, un cansancio en las cosas del Señor, por causa, como queda referido, por los pecados, vicios, la tibieza, el hombre viejo, ya se está sintiendo maltratado por el alma que se esfuerza en perfeccionar la oración al Señor nuestro Dios y a la Santísima Madre de Dios.
El alma orante debe luchar con fuerza, con gran violencia contra sí mismo, contra el hombre viejo que quiere apartarle del camino de la salvación.
 El mundo también obstaculiza el camino de la oración, y sabemos que sin oración nadie puede salvarse. La oración será cada vez más verdadera y perfecta, si tenemos en cuenta la humildad, la caridad para con todos. Si comenzamos nuestra caridad con Cristo, esa caridad se extiende a los hermanos. Pero si solamente, se pretende hacer caridad hacia el hermano, se despreocupa de su amor a Cristo, en cualquier momento, puede enfrentarse contra el hermano. Y esto sucede con frecuencia.
En los comienzos de la oración, no debemos angustiarnos, pero hemos de perseverar en todo momento.
Tengo a mi lado el libro de El Peregrino Ruso, y fijémonos que ejemplo tan precioso, que un staretz, un anciano piadoso y santo, antes de comunicar al Peregrino un mensaje, se hace la señal de la cruz, se santigua, porque no es una palabra salida de él, sino que se hace instrumento del Espiritu Santo:
El anciano se santiguó y dijo:
---Da gracias a Dios, hermano mío, porque ha despertado en ti este deseo inextinguible de conocer la oración interior. Vé en ello la llamada de Dios. tranquilízate y ten por cierto que tu angustia espiritual no significa otra cosa que el de prevalecer de la voluntad divina sobre tu propia voluntad. Has experimentado como la luz celeste de la oración interior continua no se alcanza con la sabiduría mundana, ni con el deseo externo del saber, sino que se revela en pobreza de espíritu, en simplicidad de corazón y con la ayuda de un ejercicio activo. Por eso no hay que extrañarse de que hasta ahora no hayas podido aprender nada sobre la esencia y del modo de practicarla incesantemente.  (El Peregrino Ruso, Cap, I página 48. Octava edición, Editorial de Espiritualidad.) 

Sí, verdaderamente hemos de perseverar en la oración interior.

Si a veces cuando en nuestro interior, sentimos como una especie de turbación contra el hermano, la causa es que no oramos como es debido, pero cuando nos decidimos en orar bien, esa tentación que nos perturba, no sigue adelante, porque el poder de la oración debilita al poder del infierno, y cuánto mejor oramos, más fuertes seremos para vencer tentaciones, pero recordemos, el triunfo contra las tentaciones no es obra nuestra, sino de Cristo, y cuando obedecemos a Dios, a la Iglesia Católica y amamos al Papa, oramos por él, el demonio tiene la necesidad de retirarse y dejarnos en paz, porque Cristo está en nuestro corazón.

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