Podemos hacernos preguntas como esta:
¿Qué es lo que estoy haciendo yo con mi vida?
Parábola sobre los talentos: (Mt 25, 14-30)
¿Qué es lo que estoy haciendo yo con mi vida?
Supongamos que el Señor pone a nuestro alcance determinados medios, nos decimos que somos católicos, pero usamos esos medios: ordenador, Internet, medios de comunicación por foros, blogs, twiter, o cualquier otra cosa, pero en vez de anunciar el mensaje de Cristo con los sentimientos de la Iglesia, que es pureza y verdad, estamos usando estos medios, para ser el medio de atención de otros hacia nosotros, no estamos anunciando a Cristo ¿y nos llamamos cristianos? Es claro que mentimos. En nuestro engaño también conseguimos engañar a otros, y siga la nuestra corriente que cada vez se distancia de Cristo, más lejos, más lejos de la salvación eterna.
Somos cristianos y por eso hemos de usar para gloria de Dios los dones que el Señor quiera darnos, pues poderoso es que también nosotros, tenemos las de perder por no aprovechar dignamente los momentos, que son todos para Dios y para nuestros hermanos en la fe, y para todo aquel que siempre anda buscando la verdad con la sinceridad de su corazón.
No es bueno hablar de Cristo como hacen algunos pero despreciando a sus hermanos, los tales, se colocan al margen del Amor de Cristo, no viven la fe de la Iglesia Católica, y suele tropezar al paso que caen.
Por el contrario, hay personas que están llenas del amor de Dios, lo vemos en determinados blogs, es el Señor que obra en ellos, ya lo había referido, son sacerdotes, pero también los hay que no lo son, lo que si le unen aunque no se hallan tratado, es la caridad, la belleza de la Verdad, están al servicio de Dios, saben aprovechar hacen crecer los talentos que el Señor les ofrece.
Supongamos que una persona que no vive la fe de la Iglesia Católica, entra en un blog de algún sacerdote, en vez de buscar lo que puede acercarse a Cristo, comienza a decir, insolencias, puede hacer alguna pregunta como si estuviese buscando la respuesta, el sacerdote le ofrece la respuesta veraz y sincera, pero el que se ha dicho no creyente, intenta discutir contra el sacerdote, diciendo que eso no es así, que debe ser así… Esta clase de personas, (que también se puede aplicar a cristianos ociosos y carnales) están haciéndose un gran daño en su propia vida, está perdiendo terreno, el demonio los está ganando para sí, porque los hace su propio instrumentos.
Todo aquel que se opone a la Iglesia Católica, han querido hacerse herramientas del príncipe de las tinieblas. La ociosidad en el cristiano hace que termine por perder incluso la cordura,
En Internet hay muchas personas que responden con insolencias de forma anónima, pero es inútil, Dios los conoce, saben muy bien quienes son, a estos, que se esconden, padecerán mucho cuando sean llamados al Tribunal de Cristo para ser juzgados.
Los talentos tienen un objetivo: la perseverancia en la Voluntad de Dios. En el mundo dicen de algunas personas, que no se cuidan de dar gloria a Dios, “tiene mucho talento”, pero cuando no se da gloria a Dios, es como aquel siervo, que no obedece a Dios, ni trabaja por cosechar frutos para la vida eterna.
Insistiendo en lo que había referido, en que todos nosotros, como enseña San Gregorio Magno, que todos tenemos talentos.
Nuestros conocimientos aunque pobres, en informática, son talentos que debemos aprovechar para hacer el máximo bien posible. Pero para que las cosas salgan siempre con la claridad de la luz de Cristo, tenemos que dedicarnos horas y más horas a la vida de oración. Sin vida de oración, el alma está entregada a la ociosidad, y se puede hacer oración ante el sagrario, en las obras de caridad, dando al pobre lo que necesita, etc.
Usa tus talentos sin desfallecer siempre para gloria de Dios, te harás un bien si peseveras hasta el final.
San Gregorio Magno
Homilía sobre los Evangelios IX
La lectura del Evangelio nos aconseja reflexionar con cuidado, no vaya a suceder con los que nos encontramos con que hemos recibido más talento que los otros, vengamos a ser por eso mismo, más severamente juzgado; porque creciendo los dones hay que rendir. Es es que tanto más humildes y más pronto uno debe estar para servir por razón del don, cuanto más obligado del don a dar buena cuenta se considera.
Nos dice el Evangelio que aquel siervo que había recibido un solo talento, se fue he hizo un agujero en la tierra y escondió allí el dinero de su amo. Esconder el talento bajo tierra es emplear en asuntos mundanos el ingenio recibido de Dios, no buscar ganancia espiritual con él, no levantar jamás el corazón de los pensamientos terrenos. Pues hay algunos que han recibido el don de la inteligencia, pero sólo gustan ocuparse de las cosas materiales. De los cuales se dice por el profeta: Son sabios para hacer el mal, pero el bien no saben hacerlo (Jr 4,22). Hay muchos dentro de la Santa Iglesia de los cuales es figura este siervo, los cuales temen emprender el camino de una vida mejor, y, en cambio no se asustan de yacer en la ociosidad, y, considerándose pecadores, temen escalar las vías de santidad, pero no tienen miedo de permanecer en sus iniquidades.
Y no hay nadie que pueda decir: ‘Yo no he recibido ningún talento’. Pues. Uno ha recibido la inteligencia de la predicación, y tiene el Ministerio de la Palabra como talento; otro ha recibido bienes terrenos, y debe distribuir o administrar el talento de tales cosas; otro no ha recibido nada de esto, pero ha aprendido un oficio con el que se sustenta, y ése es el talento que ha recibido. Así, pues, quien tenga entendimiento de la Palabra divina, cuide de no callar; quien posee bienes abundantes, vigile para no descuidarse en el ejercicio de la Misericordia; quien tenga un oficio con el que se sustenta, procure con gran diligencia que el prójimo participe de su uso y utilidad.
Para que, cuando vuelva el Señor, se halle uno seguro de la cuenta que debe darle de su talento, piense cada día con temor en lo que ha recibido y estemos alerta para emplearlo bien, vigilemos antes que se nos pida cuenta, para que cuando el Juez amenace con el castigo, nos libre de él la ganancia que hemos obtenido. (Publicado en Paraula, número 1.162. pág. 29)
Para saber más:
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