martes, 15 de noviembre de 2011

¿Que hacemos con nuestros talentos?


Hay blogs y blogs.
Es muy triste, y ya lo he comentado en alguna otra ocasión, que hay blogs que tienen apariencia católica, posiblemente algunas imágenes de santos o santas, pero su información no siempre corresponden a la fe de la Iglesia Católica.

Los mejores blogs se nota también por la calidad espiritual y veraz no solamente por su autor o autora, también por sus comentaristas que participan, que están en la misma línea de nuestra Iglesia Católica. Hay seglares que evangelizan por medio de sus blogs, y por sus reflexiones que comparten, se nota que son instrumentos del Espíritu Santo, instrumentos muy útiles de Dios que animan a las almas a acercarse más al Señor. Sin duda algunas, son como ángeles de Dios, mensajeros de Cristo, pescadores de almas para Dios que lanza sus redes para salvarlos para el Señor.
Hay otra clase de blogs, podría ser que el autor se descuide de su vocación, y permite todo tipo de comentarios, buenos y malos. La lista de comentarios incluso sobrepasa hasta más de los 250… Y la mayoría de los comentarios no son razonables, personas vacías de Dios, que no saben como pasar el día, y lo pierden sin sentido, esto es un peligro para los responsables.
No siempre estamos ante el ordenador. Teniendo en cuenta, que cada vez que usemos el ordenador e Internet, es para dar gloria a Dios, no se debe consentir que el hombre viejo actue en vez de nosotros. Porque nuestro enemigo, que de una o de otra manera quiere ponernos tropiezo, por pensamientos inútiles que se convierten en comentarios, se alegra, cuando se multiplica el número de comentarios, es tiempo que uno pierde ante el Señor, refiriéndome a comentarios que no nos ayudan, por ejemplo, a vivir siempre pendiente del Señor, visitas al Santísimo, tiempo para la oración del Santo Rosario.
Si un comentarista, en vez de escribir tantas palabras sin sentido, lo dedicara para rezar el Santo Rosario, y las cuatro partes, sacaría mucho fruto espiritual, teniendo en cuenta que no se debe rezar atropelladamente, sino serenamente, sin prisas por terminar nuestra oración con Jesús y María Santísima.
Se nos pedirá cuenta de cada una de nuestras palabras ociosas. Los comentarios ociosos, de corazones ociosos no pueden ayudarse siquiera así mismo a vivir más seriamente el camino de la santidad.
También tiene que sufrir sacerdotes, religiosos, que colaboran en algún blog de algún periódico aparentemente cristiano, porque aunque sus reflexiones son de mucha importancia, por la belleza espiritual, hay comentaristas, que tienen la fea y viciosa costumbre de llevar la contraria, ya con insultos, obscenidades, desafíos, desprecios, que preguntan tal o tal cosa, pero cuando tienen una respuesta cristiana por parte del buen sacerdote o religioso, se niegan a aceptarlo. Son personas que no tienen solución, por el momento, pues el futuro,  solo lo sabe Dios.
Pero es que la muerte llega sin avisar, si aquel que dice una palabra obscena, un desprecio, etc. No puede complacer a Dios, sino al espíritu de las tinieblas. Y nosotros no estamos hechos para pasar la eternidad en el infierno, lejos del Señor.

Dios nos ama, por eso no podemos abusar de la Misericordia Divina para aumentar momentos de ociosidad y números de pecado. El Amor de Dios siempre impulsa hacia la santidad, la salvación del alma. La ociosidad por el contrario, no reconoce el Amor de Dios, no tiene en cuenta a Cristo, el que se envuelve en la ociosidad, termina por vivir sin fe. Porque la verdadera fe debe obedecer a Jesucristo a la Iglesia Católica.

Si usamos los medios de Internet es para complacer a Dios, no olvidemos los talentos.


No podemos enterrar los dones en el mundo, usándolos de modo egoísta.
Los dones que Dios nos dio son también un compromiso con Él.
Deben ser utilizados en la construcción de su reino. (Hermano Mariosvaldo)



«El hombre bueno, del buen tesoro saca cosas buenas y el hombre malo, del tesoro malo saca cosas malas.
» Os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres darán cuenta en el día del Juicio. Porque por tus palabras serás declarado justo y por tus palabras serás condenado.». (Mt 12, 35-37)

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