miércoles, 23 de noviembre de 2011

La alegría cristiana es permanente

Comienzo esta reflexión en dos partes, la alegría del sacerdote que se ha entregado a Cristo, pero es sólo una reflexión, porque la alegría que ellos tienen no la puedo manifestar yo, que no soy sacerdote, pues ellos con toda seguridad pueden conocer mucho mejor la alegría que tienen y reciben de Cristo. Pero también los cristianos que no somos sacerdotes, disfrutamos también de la alegría; pero esto se verá en la segunda parte.


He leído sobre los mejores trabajos que pueden ofrecer felicidad, pero con esta reflexión, no se puede comparar. Pues la alegría que puede tener una persona con su verdadera vocación sacerdotal, su felicidad supera a todos los que puedan tener las demás profesiones de esas personas que viven al margen de la fe de la Iglesia Católica.

Felicidad del sacerdote
Primera parte:
No se puede comparar la felicidad del sacerdote, con la felicidad de otras profesiones, por mucho dinero que pueda ganar un ejecutivo, un gobernante, un carpintero, bombero, que disfrutan de su trabajo, incluso ascendiendo puestos,
La felicidad que puede dar las profesiones terrenales, no siempre permanece, tiene su caducidad, por la crisis, las preocupaciones, y otros riesgos, y sobre todo cuando al más rico del mundo, que ha creído vivir en la felicidad pero lejos de Dios y de la caridad cristiana, en el momento de su muerte, la felicidad que tuvieron fue humo que se disipó. Su felicidad no provenía de la gracia de Dios, por tanto era falsa.
Por el contrario, un sacerdote que siempre está pendiente de Cristo, de hacer la voluntad de Dios, que tiene mucho trabajo en su apostolado, que a duras fuerzas tiene para vivir, con el dinero que tiene, paga la electricidad, el agua, medicinas, alimento, pero sobre todo, comparte su dinero con los más necesitados, son felices, porque están en gracia de Dios, porque se dedican a la oración; a llevar almas a Dios, a visitar enfermos en hospitales y hogares, se pasa la vida practicando la caridad cristiana, porque es a Cristo quien cuida con mucho amor.
El sacerdote es fiel a Cristo, por su obediencia constante a la Iglesia en todo los asuntos que corresponde a su vocación y misión pastoral. Es aquel siervo que oirá del Señor, siervo bueno y fiel…
Cuando algunos dicen que el Sacerdote no es un regalo de Dios, es igual al ciego que no puede ver la luz. El malvado considera un estorbe al sacerdote, pero es que la envidia del demonio, habla en ellos cuando dice: “el sacerdote no es un regalo de Dios”, el demonio llega a temer a los verdaderos sacerdotes, por eso se desahoga usando sus altavoces que son los incrédulos y ateos, Ellos no pueden soportar a los sacerdotes porque no creen en Dios, son instrumentos del demonio, con el corazón cargado por sus  pecados y vicios, que llegando a tener los como he referido, los mejores trabajos con alta remuneración, en el fondo de su corazón su felicidad se está apagando a medida que se acerca la muerte, de dejar este mundo, comienza a resurgir en su conciencia una realidad y le está amargando los últimos momentos de su vida alejada de Dios. Se da cuenta con horror, que hay un Dios que sí da la verdadera felicidad, se da cuenta del tiempo que ha desaprovechado en despreciar a los sacerdotes y a la Iglesia Católica, y cuánto más crece en su angustia, porque el demonio se burla del pecador incorregible. Que toda su riqueza, que el moribundo ateo maldice con rabia, ya que ha quedado convencido que no era la verdadera alegría.
Por el contrario, después de los trabajos que el sacerdote que siempre ha perseverado en la Voluntad de Dios, el demonio que quiere tentarle en esos últimos momentos, acude el sacerdote a Jesucristo y María Santísima, inmediatamente el tentador huye lleno de terror, porque no puede hacer daño al sacerdote que en un instante estará con Cristo en el cielo, su alma, pues su cuerpo ha de esperar a la resurrección del último día.
Por eso, el sacerdote como regalo de Dios, por ser un instrumento de Cristo que nos ilumina hacia Cristo.

Tanta es la felicidad del sacerdote por su amor a Cristo y a la Iglesia Católica, que hay testimonios de sacerdotes que visten su sotana o clerman, “Si yo naciera otra vez, me haría de nuevo sacerdote”. Porque el Sacerdocio no es un trabajo cualquiera, y como escribe Santa Faustina Kowalska que Cristo se encuentra en el sacerdote, y Cristo es Dios, y además es un templo vivo donde la Santísima Trinidad está en él, porque vive en gracia de Dios, y, por tanto, aunque vive en la tierra pero de camino al cielo, no es mundano.
Ahora bien, en otras profesiones como ejecutivo, etc., si el ejecutivo está en gracia de Dios, aunque es feliz, pero es incompleta, por las preocupaciones que le puedan causar su trabajo.
La preocupación del sacerdote es únicamente complacer a la Voluntad de Dios, y su felicidad en el cielo ya se ve aumentada para toda la eternidad. Tuvieron sus tiempos tristes, pero no dejaron a Cristo.
También los ricos de este mundo tienen sus tristezas, pero acuden para ser consolados por sus compañeros, amistades, pero no se acuerdan de Cristo, por eso la diferencia es notable. Los que no esperan nada de Dios, siempre van a la suya, y pierden estrepitosamente cuando le llega el momento definitivo.
Ya para terminar esta parte, las personas que no comparten la fe de la Iglesia católica, que no acepta en su corazón el Evangelio de Cristo, ni quieren comprender al Espíritu Santo porque se cierran en sí mismo, quieren dar soluciones al sacerdote, como que deben colgar su sotana, que deben abolir el celibato, que deben casarse, todo un detalle para que pierdan la fe y se condenen. Es cierto que no querrán que se condenen sino que se salve los sacerdotes, pero el demonio oculta esa parte a quien dan consejos contrarios a lo que enseña la Santa Iglesia Católica.
Sin que lo sepan, cuando no comparte en espíritu y verdad en la propia vida la fe de Cristo, está haciendo lo que el demonio le pide, no lo saben, como he dicho, porque no tienen vida de oración.
Desconocen el Evangelio, por la comodidad de entregar el corazón a las cosas terrenales, y no ven más alegría para el sacerdote que las que ofrece el mundo, no tienen fe en Cristo ni se fían de la Iglesia Católica.

Alberto Royo Mejía
Las alegrías del sacerdote, por Alberto Royo Mejía
Foto
Mario Ortega
La profesión más feliz del mundo

Segunda parte
Los que no somos sacerdotes, también podemos vivir aunque en menor grado la felicidad, y depende de nuestra fe, que debemos trabajar para que Dios nos ayude a crecer más y más en la vida de santidad.
En los trabajos más duros que pudiéramos tener en el mundo, cualquiera que sea, pues incluso en la construcción como albañil, uno puede tener todos sus compañeros blasfemos, es verdad que puede entristecerse con las cosas malas que se oye y se ve, porque nos encontramos que no todos quieren amar a Cristo, y prefieren su felicidad aún con pecados mortales, es muy triste estas cosas. Pero en cuánto acudimos a Jesús con todo nuestro corazón y con toda alma, tenemos la posibilidad de encontrarnos con la paz y la serenidad que Dios ofrece a todas las almas que quieren vivir en gracia de Dios, no anteponer nada a Cristo nos exhorta el Santo Padre Benedicto XVI, por eso nos conviene refugiarnos en la seguridad del Corazón de Jesús. El Señor tiene para cada cual la felicidad. Por nuestros pecados no nos lo merecemos, pero quiere el Señor dárnoslo, porque su bondad es infinita y hermosa, y nosotros hemos de administrar como el siervo bueno y fiel, que el Señor dirá, “Pasa al banquete de tu señor”, nuestro Señor es Cristo, que nos reserva en el cielo, lo que en la tierra es inimaginable de pensar.
La alegría cristiana que viene del Señor, diría es como un suave reflejo de lo que nos espera en la Vida eterna, si es que lo merecemos.
La gente del mundo se vuelve eufórica cuando gana su equipo favorito de fútbol, o cuando gana una lotería, pero lo de siempre, la alegría de los idólatras, de los mundanos, siempre es pasajera, una vida alejada de la Gracia de Dios, no ofrece condiciones para la verdadera alegría que sólo Dios nos la puede dar.

El mundo tiene su trampa, hace lo posible para que nos olvidemos los sufrimientos de Cristo, al mismo tiempo, ya pensamos en dar soluciones para dar consejos sobre como alcanzar la felicidad, pero que no es conforme a Cristo.

La alegría cristiana en la enfermedad
El Beato "Lolo" Manuel Lozano Garrido, a pesar de su enfermedad terrible, no le faltó la alegría del Señor, como otras muchas personas en gracia de Dios que tenían enfermedad terrible.
Teniendo a Jesús, todas nuestras dolencias son más soportables.
Por el contrario, cuando afecta la debilidad y la enfermedad al más rico de este mundo, aunque alejado de Dios, se desespera, porque no ha llegado a entregar su corazón al Señor. 

Alegría cristiana en el dolor:




Miniatura

Mi comentario, solamente cuando permanecemos en gracia de Dios, entonces nuestra alegría es permanente, incluso en medio de las adversidades, aunque sintamos por dentro ciertas tristezas, pero que no son causadas por el pecado.
* * *

P. Pedro Núñez

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