Esta reflexión es una ampliación de una anterior, con el mismo título
Ampliando algo más sobre nuestra identidad cristiana, ya habremos conocido por esas reflexiones sobre las excelencias de la sotana y el hábito religioso, pero no es todo lo que debe quedarse en esas vocaciones. Pues todos los cristianos estamos llamados a una vocación en común, que es la santidad. La santidad no es solamente para los sacerdotes, religiosos y religiosas, que por su vocación, la santidad de ellos debe superar a los que no somos sacerdotes, y tampoco disfrutamos la permanencia dentro de alguna orden religiosa.
Los demás cristianos que vivimos en nuestros hogares, los hay que están casado, y los que no lo estamos. Decimos que amamos al Señor, también vamos a la Santa Misa cada domingo, pero también cada día de la semana, siempre podremos encontrar un buen horario para encontrarnos con Cristo Jesús y recibirle en la Sagrada Comunión. Nosotros debemos tener únicamente una vida, un sólo corazón, para gloria de Dios y nuestra salvación. No podemos vivir una vida doble, es decir, que nos comportamos con devoción durante la Santa Misa, y luego hacemos lo que no es la vida eucarística. Yo me pregunto: ¿Cuál es mi camino?, ¿busco a Dios ahora, y cuando termine la Santa Misa, me olvido de Él para dedicarme al mundo...?, no es posible una vida de doblez si es que mi deseo es salvarme.
Como cristianos que aman al Señor, hemos de serlo con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente y nuestra alma. No debemos nada al mundo, pero oramos por él, por eso ¿por qué avergonzarse de llevar un crucifijo en nuestro cuello? Ya se dijo en una reflexión anterior, que el Tentador puede infundir una cierta vergüenza el que se lleve, la causa es el hombre viejo, pero en realidad, cuando ya nos hemos puesto en camino para seguir a Dios, en vez de avergonzarnos, disfrutamos por ello, por llevar a Cristo crucificado con nosotros, y sin decir una palabra a las personas que pasan por nuestro lado, ya le estamos hablando de Cristo, de la Santa Iglesia Católica.
Llevar nuestro crucifijo a nuestro cuello, es consentir la compañía de nuestro Señor Jesucristo; ¿Acaso no hemos pedido que los sacerdotes y religiosos vistan como corresponden a su santa vocación? Y son más felices, son más alegres, son más misericordiosos y llenos de caridad, siempre caminando hacia el Señor, ellos que rezan por el mundo, no pertenecen al mundo. Pertenecen por entero a Cristo Jesús.
El Señor también para nosotros nos reserva esa alegría y felicidad, y amor por Dios y por nuestros hermanos y hermanas, Y como queremos demostrar al Señor Jesús, que le amamos de verdad, hemos de procurar vaciar nuestro corazón de las cosas mundanas, y tenerlo sólo para Él y para María Santísima que es nuestra Madre.
Y no pensemos tanto en el qué dirá, de la gente del mundo, lo que nos debe preocuopar e interesar en gran manera, es lo que el Señor piense de nosotros, que nos dará la Vida Eterna.
Amamos a Cristo, amamos a la Cruz, por eso ni lo podemos esconder, ni hacernos el despistado para dejarlo en casa.
En cierta ocasión, cuando iba de compra, vi a una empleada que llevaba la Tau en su cuello, me alegré y la felicité, pues la Tau es un signo, una cruz franciscana, pues rápidamente al ver esa cruz, me vino al pensamiento la vida franciscana, le pregunté si pertenecía a la Tercera Orden de San Francisco de Asís, me respondió que no, sino que era un regalo que consiguió por una peregrinación a Santiago de Compostela, como he dicho, la felicité. Y lo llevaba con mucha alegría.
Por eso, si alguien siente cierta vergüenza, es por causa de una vida más o menos alejadas de Dios, sobre todo de la vida de oración
Abracemos la cruz que el Señor nos envía para santificarnos, pero también besemos con cariño a Jesús que está crucuficado por que nos ha amado y nos ama siempre. Besemos muchas veces al día a Jesús que está con nosotros.
Cuando no llevamos a Cristo en nuestro cuello, yugo suave que da mucha vida a la nuestra, no puede molestarnos para nada. Todo lo contrario, nos ayuda a mantener nuestro corazón más atento a Él, porque así lo necesitamos y queremos.
Florecillas de San Francisco de Asís, capítulo 1:
Hay devotos de San Francisco de Asís que llevan la Tau, y otros cristianos, no podemos prescindir del crucifijo, queremos dejarnos guiar por el Buen Pastor, y Médico de nuestras almas: Jesucrsito, que nunca deja a nadie cuando le buscamos con todo nuestro corazón.
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