En defensa de la sotana, traje eclesiástico y hábito
religioso.
Tengo que decir, que aunque muchos
estamos a favor de que el sacerdote debe vestir como lo establece el Espíritu
Santo en la Iglesia Católica, y que se ha pronunciado los Papas, Pablo VI, el
Beato Juan Pablo II, también el Santo Padre Benedicto XVI por su fidelidad al
Sagrado Concilio. La experiencia de muchos sacerdotes, obispos, por su cercanía
a Cristo, por su intimidad interior con Cristo, comparten e invitan el uso de
la vestimenta sacerdotal.
Además me he encontrado datos de gran valor en Internet, que ya iré colocando esos enlaces, pues lo mío es la reflexión de un ignorante (soy yo), pero ayudado también de otros datos que he recogido del Sagrado Concilio Vaticano II, pero también de preciosos textos de las Sagradas Escrituras.
Algunas personas dicen que el hábito
no hace al monje, que el sacerdote puede serlo incluso sin llevar sotana, y el
religioso no es necesario que lleve su hábito de la orden; porque el hábito no
hace al monje. Ahora bien, pero lo que se trata es del hábito religioso.
Primer punto, cuando el sacerdote lleva su sotana o traje talar, es por su amor a Cristo, su entrega total al Señor, su misión de animar a las almas a la conversión del corazón, aún cuando no pronuncie palabra. La sotana del sacerdote que camina recogido por las calles, vaya de viaje en tren, en autobús, en coche, es como una extensión de la predicación de la Palabra de Dios.
Como decía, que vemos a un sacerdote por la calle, va de paso, no está hablando, pero habla, y como se expresa, con su manera de vestir, sotana o traje talar, le reconocemos como un ministro del Señor, su sotana me está hablando del Señor, que necesito acercarme más al Señor, con una vida más piadosa a la oración.
¿Podemos conocer a un sacerdote que no se distinga de los demás con su vestir de seglar?, si no pasa cerca de mí, de lejos no lo conocería, de cerca lo conozco, porque le habría visto en la celebración de la Santa Misa.
Pero incluso a veces, cuando si
algún sacerdote conocido, si no me saluda, yo ni me entero, porque su forma de
vestir no me llama la atención, cuando procuro, buscar la voluntad de Dios.
El vestido seglar es para una vida
no consagrada al Señor, pero hay seglares que lo llevan, y son buenos
cristianos, no son sacerdotes ni religiosos.
Pero si el sacerdote que ha prometido a Dios, ser perfecto; se debe a Cristo en su vocación sacerdotal, no se debe al mundo, y es por eso, que la Iglesia está pidiendo a los sacerdotes, que se distinga por su identidad externa, el vestido eclesiástico, bien llevado honra a los sacerdotes, como el hábito religioso, a quien ha renunciado al mundo.
Son los santos sacerdotes, quienes
no se han despojado de Cristo para adaptar su vida según el mundo. Con el
recogimiento y la piedad de sus vidas, constantemente están relacionados con el
amor de Cristo. Del mismo modo se puede decir de los verdaderos religiosos y
religiosas, con esa elegancia celestial y espiritual, nos presenta la vida de
Cristo y que todos debemos encaminarnos hacia la santidad.
La ropa seglar que puede llevar un sacerdote o religioso, no me invitan a
la vida de piedad, no me despierta de mi letargo de la tibieza, y mi fe termina
por ser excesivamente superficial, y, olvidándome de lo que me pide Cristo,
vivo una fe, según la medida del hombre sin fe, del hombre viejo, Queda claro,
que es una vida sin fe.
Y no hay fe, cuando grupos de personas que van a Misa, comulgan, se
comportan como si estuviera en un mercado, porque no le impone el testimonio de
la ropa seglar del sacerdote que está allí, y no es capaz de mantener un orden
por respeto a Cristo.
De hecho, a mí no me está hablando
de Dios las modas de este mundo.
Por el contrario, la sotana, sí, el hábito religioso, sí, esas almas que lo llevan con dignidad y respeto, me están hablando de Dios de una forma visual.
Por eso, y ya he referido, “el hábito no hace al monje” no es nada acertado. El hábito religioso, sí hace al verdadero monje. Más caridad, más entrega generosa de sí mismo a Dios, y bondad hacia los demás. Nunca les deja marcharse sin una palabra que alegre su vida espiritual, que conforte al alma.
Supongamos un ejemplo, un sacerdote celebra la Santa Misa, a mitad de la celebración suena un teléfono, pero resulta que no es de ningún feligrés, se detiene el celebrante, y luego comienza hablar por teléfono, por algún momento ha antepuesto la llamada a la responsabilidad de la celebración eucarística. Los riesgos de no usar la vestimenta sagrada, puede llevar a ese desorden. Y la omisión de la celebración como es debido, apenas se obedece, causado por un corazón aseglarado.
Pero cuando la piedad y el recogimiento se hace manifiesto en esos hermanos sacerdotes, por el hecho, de que son obedientes a la Iglesia Católica y al Sucesor de Pedro, lo es a Cristo.
San Antonio María Claret, San Juan Bosco, San Pío de Pietrelcina no renunciaron ni pofr un momento su hábito religioso, lo amó, y San Francisco de Asís, y todos los santos y santas; religiosos. Los Santos sabían muy bien la dignidad tan alta que es vestirse de Jesucristo. Despojándose de las costumbres del hombre viejo,
Pueden servirnos estas palabras como una justificación sobre el vestir del sacerdote y del religioso, pero se refiere sobre todo a la purificación interior.
«Despojaos del hombre viejo con sus
obras, y revestíos del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento
perfecto, según la imagen de su Creador», (Col 3, 9b-10). Y también este
otro: «Por tanto, el que está en Cristo,
es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo. » (2Cor 5, 17). La
sotana es el nuevo vestido del sacerdote.
Otro ejemplo, que el llamado por el
Señor, y cuando le dice sí, y le promete ser perfecto, todo debe ser nuevo para
él, en lo espiritual:
«Nadie cose un remiendo de paño sin
tundir en un vestido viejo, pues de otro modo, lo añadido tira de él, el paño
nuevo del viejo, y se produce un desgarrón peor. Nadie echa tampoco vino nuevo
en pellejos viejos; de otro modo, el vino reventaría los pellejos y se echaría
a perder tanto el vino como los pellejos: sino que el vino nuevo, en pellejos
nuevos.» (Mc 2, 21-22).
El llamado por el Señor, se prepara
lo más perfecto, para ser criatura nueva en Cristo Jesús, renunciando a las
viejas costumbres del mundo,
Esas personas que intentan justificarse de que el “hábito no hace al monje”
se trata simplemente, como voy explicando en esta reflexión, de que no quiere
encontrarse con nada que le haga pensar en la existencia de Dios. Y es por eso,
que, por otra parte, los crucifijos llegan a ser una terrible molestia para los
que no quieren renunciar a la vida del pecado.
Si estamos en pecado grave, en la distancia vemos a un sacerdote con
sotana, o a un religioso, religiosa con su hábito correspondiente a su
vocación. Esas vestiduras de consagración, nos está alertando que no podemos
seguir en el pecado. Que debemos acercarnos al sacramento de la confesión. Nos
recuerda que Dios está más cerca de lo que creemos.
No quiero referirme a los que no han sido dignos de su sotana o hábito
religioso. Sino a los que se asemejan a Cristo en su corazón y en su forma de
vestir.
“Es que hay sacerdotes muy bueno” y no llevan sotana… Ser bueno está bien,
hacer las cosas lo mejor correcta, lo hacen hasta los incrédulos, pero no
tienen mérito ante los ojos de Dios.
El sacerdote que viste de seglar, sí es muy bueno. ¿Es por bondad, que a
mitad de la celebración eucarística, habla por el móvil?, ¿Prefiera hacer
confesión sin los ormamentos que la Iglesia Católica pide como han de
revestirse? No acuso a los sacerdotes, sino a los efectos terribles que llevan
al sacerdote a que se comporte de forma distinta por causa y efecto del vestir
seglar. Pues a todos por Cristo les debo respeto. Lo demás, ya se encargará el
Señor, de dar a cada cual lo que nos corresponde.
El vestir seglar en el sacerdote o en el religioso, provoca graves
desórdenes en la propia vocación. Unos pueden ser más graves que otros.
Ser bueno está bien, pero esta bondad, es un encaminarse hacia la
obediencia. Un hijo bueno no quiere hacer nada que su madre no apruebe, y
quiere hacer todo, lo que es digno y piadoso. De la bondad a la perfección,
pues el Señor nos pide a cada uno de nosotros, cada cual en su vocación, que
seamos perfectos. San Juan Bosco dijo que la perfección del sacerdote debe
superar a los de los fieles católicos que no son sacerdotes, pues se hace uno
en Cristo.
La reforma conciliar.
Algunos hablan
de que la reforma conciliar, ha consentido que sacerdotes y religiosos, puedan
vestir vestidos seglares, y dejando atrás la sotana y el hábito religioso.
Pero se equivocan, no han entendido.
Puesto que en ninguno de los documentos se dice que se prohíbe, o que haya
indiferencia. Son esas personas que se sienten molestas, pues el hábito
religioso, la sotana, es como hacer un despertar al pecador, hacerle reconocer
su error, pero al mismo tiempo es como una guía por la que indica el camino para
encontrarse con Dios, mediante el sacramento de la confesión.
Hace algunos años, durante la
persecución en la guerra civil, solía decir, por ejemplo, algunos de esos
perseguidores, “te matamos porque llevas sotana”. La sotana es una voz que
remueve la conciencia del pecador, lo mismo el hábito religioso. Y son
muchísimos que alcanzaron la vida eterna, porque perseveraron con valentía y
perdonando a su agresor. Algunos de esos perseguidores, tuvieron la gracia de
Dios al convertirse a la fe de la Iglesia Católica.
Los del mundo, no pueden ver la
sotana, porque se siente aludidos, es Dios quien habla, quien le recuerda su
pecado, pero también que puede ser perdonado si el arrepentimiento es sincero.
(Más adelante, no hoy, daré más detalles sobre el asunto)
Se cansan de la sotana algunos
He leído en alguna parte, que un
sacerdote con sotana, dijo que se iba dejar de llevar la sotana, porque es así
como se imagina que llevará más almas a Dios. Pero equivoca.
«Id por todo el mundo y proclamad
la Buena Nueva del Evangelio a toda la creación»(Mc 16, 15),
Y voy a contar un ejemplo que hace
algunos años en una predicación de un sacerdote lleno de Dios, lleno de amor de
Dios, nos relató en unos ejercicios espirituales. Un sacerdote redentorista, y
con sotana.
Decía: “En cierta ocasión fue enviado un
sacerdote misionero para predicar a un pueblo pagano. Al principio tenía
problemas, no le hacían caso. Escribía a sus superiores contándole las cosas
que iban sucediendo. Pero luego, al paso de las semanas y meses, ya no escribía
tanto, hasta que ya dejó de informar a sus superiores. Extrañados estos, al
cabo de un año, fue a la isla, preocupado por el sacerdote. Cuando le encontró,
le preguntaba qué es lo que le había pasado, y le respondía que la mejor forma
de llevarse bien con ellos, es vivir como ellos”. «Tú me has rechazado... me has vuelto la
espalda...» [Jr 15,6].Al volver a las viejas costumbres del mundo, es
dar la espalda a Dios.
Precisamente, en la renuncia de la
sotana, aunque no lo quieran reconocer, es el rechazo a Dios, es volverle la
espalda. En algún programa había sacerdote que por vestir de seglar, decía a
quien le estaba entrevistando, que había encontrado al "amor", una
mujer con quien se iba a casar, o que se había casado ya, Otro de los efectos del
no uso de la sotana, según este ejemplo, es provocar la insensibilidad para que
no se reconozca como verdadero Amor a Jesucristo, pierden la fe, incluso
apostatan de la Iglesia Católica.
Bien, la historia que contó iba en
este sentido, con otras palabras. Quería parecerse tanto a los nativos, que
olvidó el motivo de su misión.
Pero la voluntad del Señor no es esa, que el sacerdote no debe vivir las
costumbres del mundo, si es que quiere llevar almas a Dios. Pues vivir según el
mundo es enemistarse con Cristo. Los amigos del mundo son enemigos de Dios(St
4, 4).
Que vuelvan ellos a ti, y no tú a
ellos [Jr 15,
19]. Qué vuelvan ellos a ti, conforme a tu identidad con Cristo, no tú a ello, No
seáis como ellos, dice Jesús (Mt 6, 8). Si el Señor nos llama, y llama
para que los sacerdotes sean semejantes a Cristo, sólo así podrán llevar almas
a Dios, a la salvación. El sacardote de Cristo tiene a un Señor a quien sirve,
y el mundo no es señor ni dueño del sacerdote. Cristo es quien da la verdadera
libertad, mientras que el mundo, esclaviza y corrompe.
Prueba de que Dios no está conforme
a que imitemos el proceder de los paganos ni de este mundo, que no vivamos como
ellos, con la vaciedad de sus corazones. Que no tenemos que vivir como si no
hubiéramos sido redimidos. Si Cristo nos rescató a todos, pero al sacerdote le
ha colocado a una posición mucho más alta que a la gente del mundo. La sotana
del sacerdote no puede esconderse:
«Vosotros sois la luz del mundo. No
puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se
enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero,
para que alumbre a todos los que están en la casa.
Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras
buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. (Mt 5, 14-16)
El sacerdote que devotamente lleva la sotana hace más
eficazmente la Palabra de Dios hacia nosotros, cuando le vemos a cierta
distancia, nos alegra y alabamos al Señor.
El sacerdote es una lámpara de Dios, y su sotana, yo
diría que es como el precursor de Cristo, nos prepara para vivir mejor nuestra
vida cristiana.
Por tanto, la experiencia de
algunos, que al principio pensaban que iba a llevar más almas a Dios, que identificándose
con Cristo, cuando se identifica con la vida mundana, han fracasado. Los
ejemplos y testimonios suelen estar a la vista de todo el mundo.
Os digo,
pues, esto y os conjuro en el Señor, que no viváis ya como viven los gentiles,
según la vaciedad de su mente, sumergido su pensamiento en las tinieblas y
excluidos de la vida de Dios por la ignorancia que hay en ellos, por la dureza
de su cabeza los cuales, habiendo perdido el sentido moral, se entregaron al
libertinaje, hasta practicar con desenfreno toda suerte de impurezas.
Pero no es éste el Cristo que vosotros habéis
aprendido, si es que habéis oído hablar de él y en él habéis sido enseñados
conforme a la verdad de Jesús a despojaros, en cuanto a vuestra vida anterior,
del hombre viejo que se corrompe siguiendo la seducción de las concupiscencias,
a renovar el espíritu de vuestra mente, y a revestiros del Hombre Nuevo, creado
según Dios, en la justicia y santidad de la verdad. (Efesios 4, 17-24)
Hay una variedad de textos de la Sagradas Escrituras,
de cómo el hombre que se consagra al Señor, para vivir en santidad, tienen
elementos que le llevarán a la santidad, las vestimentas del sacerdote ayuda
sobre manera, cuando al mismo tiempo prepara su corazón de una forma muy
generosa y entrega a Dios. No retornando al mundo. Pues muchos han caído y han
perdido la fe.
Los estudiosos dicen que Jesús no llevaba nada
parecido a la sotana, pero Jesús también dice:
¿Qué salisteis a ver, si no? ¿Un
hombre elegantemente vestido? ¡No! Los que visten con elegancia están en los
palacios de los reyes.
Entonces ¿a qué salisteis? ¿A ver un
profeta? Sí, os digo, y más que un profeta.
Este es de quien está escrito: He aquí que yo envío mi mensajero delante de
ti, que preparará por delante tu camino. (Mt 11, 8-10).
El vestido de Juan el Bautista, era un signo muy
claro, que avisaba como precursor de la llegada de Cristo. Y Cristo, tampoco
vestiría con elegancia. El vestir de Jesús, también sería pobre, humilde,
casto, no como la gente adinerada.
Sin embargo, la sotana como el hábito religioso, lleva en sí el sello de
consagración, externo a Dios, una belleza bendecida por el Señor, aunque
rechazada por este mundo,
Continuará:
¡Qué diferencia abismal!!...cuando el sacerdote viste su vestimenta...esta proclamando al mundo su alegría de vivir consagrado a Dios... lo dice con hechos, con el lenguaje no verbal de llevar una vestimenta diferente que al verlo todos reconocen es un consagrado… Levanta la admiración de todos, porque, la felicidad que siente por ser un consagrado de Cristo, provoca fijar los ojos en Cristo… detenerse un segundo, un minuto, a pensar en Cristo. Cuando el sacerdote de Cristo se mira al espejo o se refleja en la vitrina de un local, al mirarse se reafirma en su vocación sacerdotal, es un consagrado, no es uno más de la calle, del populacho…porque ha sido elegido para ser otro Cristo para el mundo… para Dios… ¿Qué pena tan grande, que existan tantos sacerdotes, con cien mil argumentos, que han dejado la vestimenta del sacerdote consagrado para vestir como uno más... sí por amor a Dios ha dejado el mundo... ¿para que quiere ser uno más? Siendo uno más, deja de ser un verdadero consagrado en todos los detalles visibles e invisibles… deja de causar impacto, de atraer, de provocar conciencia en los pobres pecadores…, de causar que quienes lo miren se encuentren con Dios… claro, llevando la sotana o la vestimenta clerical dignamente y con suma humildad…
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