miércoles, 14 de septiembre de 2011

La exaltación de la Cruz

Estoy preparando una reflexión en defensa de la sotana y el hábito religioso. Su uso necesario está confirmado por documentos del Concilio Vaticano II, por lo tanto, no es verdad, aquello que dicen algunos, que la reforma conciliar ha permitido que ... ya lo iré explicando más adelante con la ayuda de Dios y de la doctrina católica, que no son simplemente opiniones personales.

Debo hacer las cosas sin faltar a la caridad cristiana. Hay sacerdotes que lo llevan, y religiosos, con su hábito que corresponde a su orden religiosa; resulta que tienen muchas ventajas.

Pero los sacerdotes, religiosos, religiosas, que prefieren un vestido seglar, tienen sus desventajas, esto y más lo intentaré explicar más adelante, no voy a dar de momento una fecha, pero hasta que llegue, compartiré otros temas.

Pero hoy...

La exaltación de la Cruz
Del Oficio de Lectura, 14 de Septiembre,
Sermón 10, sobre la exaltación de la santa cruz, PG 97, 1018-1019. 1022-1023.
Liturgia de las Horas, 1176-1177. Tomo IV, 1984. BAC
De los sermones de san Andrés de Creta, obispo
Por la cruz, cuya fiesta celebramos, fueron expulsadas las tinieblas y devuelta la luz. Celebramos hoy la fiesta de la cruz y, junto con el Crucificado, nos elevamos hacia lo alto, para, dejando abajo la tierra y el pecado, gozar de los bienes celestiales; tal y tan grande es la posesión de la cruz. Quien posee la cruz posee un tesoro. Y, al decir un tesoro, quiero significar con esta expresión a aquel que es, de nombre y de hecho, el más excelente de todos los bienes, en el cual, por el cual y para el cual culmina nuestra salvación y se nos restituye a nuestro estado de justicia original.
Porque, sin la cruz, Cristo no hubiera sido crucificado. Sin la cruz, Aquel que es la vida no hubiera sido clavado en el leño. Si no hubiese sido clavado, las fuentes de la inmortalidad no hubiesen manado de su costado la sangre y el agua que purifican el mundo, no hubiese sido rasgado el documento en que constaba la deuda contraída por nuestros pecados, no hubiéramos sido declarados libres, no disfrutaríamos del árbol de la vida, el paraíso continuaría cerrado. Sin la cruz, no hubiera sido derrotada la muerte, ni despojado el lugar de los muertos.
Por esto, la cruz es cosa grande y preciosa. Grande, porque ella es el origen de innumerables bienes, tanto más numerosos, cuanto que los milagros y sufrimientos de Cristo juegan un papel decisivo en su obra de salvación. Preciosa, porque la cruz significa a la vez el sufrimiento y el trofeo del mismo Dios: el sufrimiento, porque en ella sufrió una muerte voluntaria; el trofeo, porque en ella quedó herido de muerte el demonio y, con él, fue vencida la muerte. En la cruz fueron demolidas las puertas de la región de los muertos, y la cruz se convirtió en salvación universal para todo el mundo.
La cruz es llamada también gloria y exaltación de Cristo. Ella es el cáliz rebosante, de que nos habla el salmo, y la culminación de todos los tormentos que padeció Cristo por nosotros. El mismo Cristo nos enseña que la cruz es su gloria, cuando dice: Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él, y pronto lo glorificará. Y también: Padre, glorifícame con la gloria que yo tenía cerca de ti, antes que el mundo existiese. Y asimismo dice: «Padre, glorifica tu nombre». Entonces vino una voz del cielo: «Lo he glorificado y volveré a glorificarlo», palabras que se referían a la gloria que había de conseguir en la cruz.
También nos enseña Cristo que la cruz es su exaltación, cuando dice: Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí. Está claro, pues, que la cruz es la gloria y exaltación de Cristo.
Responsorio: Oh, cruz admirable, de cuyas ramas colgó nuestro tesoro y la redención de los cautivos. Por ti el mundo fue redimido con la Sangre de su Señor.
Oración:
Señor, Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu Hijo, muerto en la cruz, concédenos, te rogamos, a quienes hemos conocido en la tierra este misterio, alcanzar en el cielo los premios de la redención. Por nuestro Señor Jesucristo

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