viernes, 30 de enero de 2015

Reflexión / Proverbios 3, 1-11

Se nos invita a tener confianza en el Señor, también nos habla de una paz, y hemos de considerarlo que es la paz que nos ofrece Nuestros Jesucristo, la verdadera paz. En la paz que el mundo ofrece esconde violencia, libertinaje, pecados y todo tipo de corrupción, la paz de que ofrecen los impíos es el odio de príncipe de las tinieblas, pero que ellos llaman paz.
 
Nuestra confianza en el Señor debe ser sincera, humilde. Lo poco que sabemos, tenemos que dar gracias a Dios por su misericordia, aprovechando bien el talento o los talentos, porque cada uno de nosotros, tenemos al menos uno, un talento. Dios no priva a nadie de que tengan talentos, pero si la usamos para el bien, para gloria de Dios, es también una puerta contra el tentador; pues sabemos que todo lo que es bueno y justo procede de Dios.
Ayer en la lectura del Evangelio de la Santa Misa, se nos recordaba de nuevo: «Porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. » (Mc 4, 25). Lo he notado, a muchas personas se le han llegado a olvidar las enseñanzas de Cristo Jesús, y me refiero a consagrados, pero un olvido tremendo. Y con frecuencia al término de la Santa Misa, una despreocupación total en agradecer a Cristo por haber estado físicamente presente. Pero ¿espiritualmente…? Muchos lo que creían tener se les quita, incluso la memoria, y la gratitud, por causa del apego a las cosas mundanas. Pero Dios nos ama, y nos deja hacer lo que queramos. Pero si lo que queremos es complacer a Dios, el Señor nos ofrece más. A pesar de que ninguno de nosotros lo merezca, pero cuidado, jamás pongamos nuestro corazón en las cosas mundanas, porque es así, que nosotros creíamos ganar el cielo, resulta que el Señor no nos conocerá.
 
 
La caridad, la constancia en la oración, ¡qué importante es para nosotros! Vivamos plenamente unidos al Espíritu Santo para que Cristo Nos reconozca en el día decisivo para nuestra salvación eterna.
De todas formas, lo que hagan los demás…, debemos pedirle al Señor que se animen a comprender a Cristo, que está delante de nosotros, y lo sabemos, pero que ellos también lo descubran. Debemos orar por todos.

En este capítulo de los proverbios, se habla de tener éxito ante Dios y ante los hombres, reflexiono que este éxito es vencer nuestras tentaciones, vivir en la humildad de corazón, no dejarnos dominar por la mundanidad, para que no seamos “juguetes” en que se divierten nuestros enemigos infernales, los espíritus inmundos. Se divierte mucho el diablo, cuando el pecador se entretiene y disfruta en medio de sus abominables pecados… 
El éxito del cristiano es también la valentía de amar a Cristo y adorarle, reconocerle que es Dios nuestro Salvador, éxito en estar atento a la Palabra de Dios, bajo la guía del Espíritu Santo mediante la Lectio Divina. 
Éxito ante Dios y los hombres, pero no es un éxito como lo entiende en el mundo. sino la aceptación de Dios y de los hombres unidos a Dios. Reflexionando sobre esto. no es el éxito ante los hombres que están sumergidos en el pecado y no quieren convertirse, sino éxito ante hombres que buscan al Señor para amarle y adorarle, todos los que están unidos a Dios, que no son los tibios o superficiales, ya que ellos han fracasado ante Dios por causa de su apego a las cosas mundanas.  Los mundanos ven al Cristianismo como algo que ha fracasado, pero sabemos que no es así. Todo lo contrario, pues cuando permanecemos siempre fiel a Cristo y a la Iglesia Católica salimos ganando, mientras que los enemigos de Dios y de la Iglesia Católica son los grandes perdedores.

El deber del cristiano es que toda su vida, pase por este mundo como lo hizo Cristo Jesús, haciendo el bien, estar intensamente unido a la Voluntad de Dios.
 
Y la Iglesia Católica también nos enseña los valores inmensos de la oración del Santo Rosario, y otras distintas devociones personales, novenas. La oración del Santo Rosario es por voluntad de Dios Padre, el demonio pone pegas para que nadie lo rece, “me falta tiempo”, “no se puede rezar a la Madre de Jesucristo”, etc. Pero no hagamos caso al demonio. Pues el verdadero devoto de la Madre de Dios, está protegido por Ella, la Virgen María. Y el demonio se ve atormentado por cada persona que en su corazón rece a la Madre de Dios, nuestra Madre y protectora.  
En (vv. 9-10) De lo que el Señor nos concede, debemos administrarlo con verdadera piedad, y en estos tiempo, en la medida de lo que recibamos y podemos, sin ser tacaños, donar a Cáritas, a las obras de la Iglesia Católica. Pero si somos pobres, acordémonos de aquel pasaje del Evangelio, la ofrenda dio lo que tenía, por su amor a Dios, aquella humilde viuda (Cfr. Lc 21, 1-4).

Recuerdo a un conocido que un día tenía un hogar, una familia, coche, un buen trabajo. Parecía que la cosa le iba muy bien, y yo me alegre por todo esos bienes que tenía, le dije, “tienes que darle gracias a Dios por todo lo que tienes”, --“ya le doy las gracias”, me respondió; a lo cual yo le explique mejor: “Tienes que darle las gracias, pero volviendo a la Iglesia, rezando mucho, todos los días”, y se enojó. El olvido de Dios y el rechazo a cumplir su Voluntad es la pérdida de todo. Hoy día lo ha perdido todo, ni casa, ni trabajo, excepto que alguna vez, consigue hacer algún trabajo cuando le llaman, pero no tiene contrato. Me causa mucha pena, sobre todo, porque por el momento está muy alejado de la Iglesia Católica. No podemos alegrarnos de las desgracias de nadie, sino llorar, y suplicar al Señor que tenga misericordia de nosotros.
Dios siempre está a la espera, como leemos en la parábola del hijo pródigo. Pero es el alma que vive tan mal, debe decidir volver inmediatamente a Dios, porque muchos al aplazar la conversión, se han encontrado en que ni en el momento de morir, quería volver a Dios. 
Dios es amor, y debemos amarle siempre. La obstinación en el pecado siempre aleja cada vez más de Dios, hasta que no se tiene memoria de Dios. 
En los Proverbios 3, 11, aquí habla de la importancia del castigo que el Señor hace a sus hijos. El cristiano que no ama al Señor, “¿Qué he hecho para merecer esto?”, también “que me quiten este sufrimiento, rezar por mí”, suele leerse en algunos sitios. Comprender el castigo del Señor no es posible cuando se quiere mantener alejado de Él, los mundanos quieren disfrutar, el Señor lo permite. Porque es toda la paga que quieren, la mundanidad. Pero la vida en este mundo es mucho más breve de lo que pensamos, luego el juicio y la eternidad. 
Hay fuentes de noticias, que si un padre castiga a un hijo, ha habido casos, en que algún hijo ha denunciado a su madre, y ha sido metida en la cárcel. Es la misma sociedad, que da paso libre al aborto, al libertinaje y tantos otros males. Pero claro, no son los mismos padres cristianos que padres ateos, pues las de los ateos, tiene como solución la violencia y el desprecio, los padres cristianos que son verdaderamente fieles, conocen la misericordia, y en su hogar se respira paz, precisamente, porque tienen a Dios en medio lo esencial en la propia familia.
En el versículo 5, del libro de los Proverbios 3, no debemos caer en la tentación, de lo que conocemos es por méritos propios, no, pues es cosa del Señor, para aprovecharlo lo mejor para su gloria y bien del prójimo. «Porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. » (Mc 4, 25). Es un prestamos que tenemos, por méritos de Cristo. Nosotros, en cambio, en verdad que somos siervos inútiles. «Somos unos siervos inútiles; no hemos hecho más que lo que teníamos que hacer» (Lc 17, 10). Siempre por amor a Dios. Pues aunque tengamos esto presente, el tentador quiere que lo olvidemos por la hinchazón de la vana gloria. Nunca debemos dar ocasión al demonio (cfr. Efesios 4, 27), 
 
 
Por cierto, vemos que hay otras referencias que son de ayuda a otros textos de la Sagrada Biblia.

Proverbios 3, 1-11:

1 Hijo mío, no olvides mi enseñanza, que tu corazón guarde mis preceptos,
2 porque te prologarán largos días, años de vida y de paz,
3 Que la bondad y la fidelidad no te abandonen. Átalas a tu cuello, escríbela en la tabla de tu corazón,
4 y alcanzarás  reconocimiento y aceptación ante Dios y los hombres
5 Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te fíes de tu propio discernimiento.
6 Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas.
7 No quieras ser sabio a tus ojos y apártate del mal.
8 Será medicina para tu vientre y jugo para tus huesos.
9 Honra al Señor con tu hacienda y con las primicias de todas tus ganancias.
10 Así se llenarán tus graneros en abundancia y tus lagares rebosaran de mosto.
11 Hijo mío, no rechaces la instrucción del Señor, ni te canses de sus reprensiones, porque el Señor reprende a quien ama, como un padre a su hijo amado.
 

  •  * Además de la aceptación de la enseñanza del maestro, la adquisición de la sabiduría implica bondad personal y confianza en el Señor. Solo es digno de recibir la sabiduría quien es fiel, sin embargo, al tratar aquí de la fidelidad no aducen motivos religiosos relacionado con lo pactado con la Alianza de Dios con su pueblo, como en otros muchos lugares de la Biblia. Solamente se exige la adhesión personal con Dios, que lleva siempre tenerlo presente (vv.5-6) y a ofrecerle sacrificios (v.9), como manifestaciones de reconocimiento a Aquel de quien se ha recibido todo.
  •  Quien posee bondad y fidelidad (cfr. V. 3) y honra al Señor con ofrendas, gozará de grandes bienes que el Señor, le otorgará. Precisamente en el Evangelio, bondad y fidelidad son las características en la que se resume las buenas cualidades de quienes se hacen merecedores del premio «Muy bien siervo bueno y fiel; como ha sido fiel en lo poco, yo te confiaré en lo mucho: entra en la alegría de tu señor» (Mt 25, 21-23). 
  •  La confianza en Dios se concreta en seguir la guía de sus mandamientos (vv. 5-6). En este sentido, San Basilio comenta: «Acostumbran los marineros para la dirección de sus rutas mirar al cielo, y por él gobiernan el viaje de navegación: de día mirando el sol, y de noche la Osa u otra de las estrellas que hacen siempre. Por medio de ellas y con su dirección aseguran el camino recto al navegar. Levanta pues, tus ojos al cielo según aquel que dijo: A Ti levanto mis ojos, a Ti que habitas en el cielo. Mira al Sol de justicia, y dirigiéndote a los mandamientos del Señor como astros muy brillantes pon tus ojos en vela, no lo des ni entregues al sueño, ni consientan que se adormezcan tus párpados, para que siempre vayan delante y te conduzcan los divinos preceptos» (In principium Proverbiorum 17).
  • Los vv. 11-12 son citados en la Carta a Hebreos para enseñar que los sufrimientos son manifestación del amor paternal de Dios y al mismo tiempo prueba de nuestra condición de hijos suyos «Lo que sufrís sirve para vuestra corrección. Dios os trata como a hijos ¿y qué hijo hay a quien su padre no corrija?» (Hb 12, 7).
 
 

1 comentario:

  1. La confianza en Dios está en dejarnos llevar por Él, en vendarnos los ojos y dejarnos guiar por su Palabra. Ahí está la Fe. Gracias por lo que ofreces amigo José Luis. Un fuerte abrazo y buen fin de semana. @Pepe_Lasala

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