jueves, 13 de noviembre de 2014

Evangelio de San Lucas, 17, 20-37 / El día de la venida de Cristo

No nos cuesta nada diariamente leer y meditar las Sagradas Escrituras, y son admirables esas personas que lo hacen cada día, incluso antes de dormir. En las Escrituras nos encontramos como la Misericordia que el Señor nos tiene.

Otras personas que tienen más tiempo también están de trato continuo con el Señor, ya en la oración y contemplación, y la lectura constante de la Palabra de Dios.

Grandes maestros y teólogos de la Sagrada Escrituras, en el día de hoy, todavía tenemos gracias a Dios, a Benedicto XVI, como uno de los mejores teólogos de nuestro tiempo, cuando leemos sus enseñanzas, quedamos complacidos de aprender, porque es el mismo Señor que por medio de este Papa Emérito, nos ayuda a comprender partes de las Escrituras que no habíamos entendidos. Siempre bajo la guía del Espíritu Santo y la devoción a la Santísima Madre de Dios.

Hay muchas personas que están en paro, y necesitarían animarse en la búsqueda constante del camino de Cristo Jesús. Cuando se busca un trabajo, sucede que además de no encontrarlo, hay muy grave despreocupación de buscar a Cristo. Y esto no es bueno. La vida la tenemos en Cristo, si nos entregamos a Él, sin duda que ayuda al cristiano a encontrar un trabajo. Pero ante todo, se ha de buscar a Cristo por las cosas de arriba, y aceptar plenamente su adorable Voluntad. La Voluntad de Dios nos hace libre y nos da mucha paz cuando la cumplimos sinceramente. 

Debemos orar mucho por todas la familias cristianas, para que conserven su trabajo sin preocupación, que Dios les cuide y a su familia, que nunca se entrometa el demonio nuestro enemigo en un hogar cristiano, y no lo hará, porque la familia unida reza, la familia cristiana medita la Palabra de Dios, especialmente los domingos y días festivos, pues tienen más tiempo.  

Gracias a Dios y a la Iglesia Católica, aprendemos muchas cosas buenas, como que el Reino de Dios, cuando venga, no será como espectáculo. Cuánto más permanezcamos con Cristo humildemente, ese reino, que ha entrado en nosotros debemos dejarlo crecer, no debemos estorbar el plan de amor que Dios tiene en cada uno de nosotros, le amamos, le adoramos, con toda nuestra fuerza, con toda nuestra alma. Debemos ser constante.
Cuando Jesús venga, la fe de muchos cristianos han caído abajo, porque no se prepararon debidamente. Jesús en sus benditas enseñanzas nos pide que estemos alerta, pues no debemos dormir, es decir, dominarnos por la pereza, el desinterés por la oración, la omisión de los sacramentos, y terminar en la ruina. El libre albedrío es motivo de sujetarnos al Señor, y no separarnos de Él.
Pidamos humildemente a la Madre de Dios que nos ayude a prepararnos, que lo hace, pero está en nosotros también en colaborar con la Voluntad de Dios.

Notemos que, el Reino de Dios no tiene relación con el espectáculo, y en muchas iglesias, se reúnen jóvenes para hacer teatro, así no se prepara la venida de Jesucristo:

  • Se coloca las paredes de la iglesia, dibujos infantiles, globitos de colores, coreografía en ciertos momentos de la Sagrada Liturgia de la Misa, los aplausos, esto lo he visto yo, es un verdadero martirio, la gente allí ofendiendo al Señor todo el tiempo de la Misa, no he vuelto a ir una segunda vez, y esto es un gran pecado, pero que no reconocen como tal. Ese tipo de manifestación grave de impiedad dentro de la Casa de Oración, y durante una misa, es una preparación al castigo eterno. Será el Señor quien juzgue. Estas y otras impiedades cierran el camino de la salvación eterna. Se imaginan que están llevando almas a Dios, y sucede que es todo lo contrario, los alejan de Cristo.

Cuando Cristo venga, que será repentinamente, toda la tierra lo verá, todo el mundo, porque ya será la hora, los que están preparados son aquellas almas que siempre momento a momento, ha hecho lo que Cristo le había pedido. Se llenarán de gozo; por el contrario, los que no han hecho el bien, ni han planeado cambiar su corazón, sino que en pleno momento de su pecado... se aterrorizarán, intentarán esconderse, pero no existe en el mundo ningún lugar en que los pecadores impenitentes, puedan apartarse de la Justicia de Dios, la verdadera Justicia, que siempre es muy distinta a la que hay en el mundo. ¡Ay de los blasfemos! de los impuros, de los libertinos, de todos los pecadores impenitentes, que siempre se burlaron y desafiaron a los hijos e hijas de Dios. ¡Ay de los que establecieron leyes contra algunos o todos los mandamientos de Dios y de la Santa Madre Iglesia Católica!

Mantengámonos fuera del camino que arrastra a la perdición, seamos siempre fieles al Señor en todo momento de nuestra vida.

 Evangelio de San Lucas, 17, 20-37

La venida del Reino de Dios:
 

20 Interrogado por los fariseos cuando llegaría el Reino de Dios, Él les respondió:

—El Reino de Dios no viene con espectáculo, 21ni se podrá decir: “Mirad, está aquí”, o “está allí”; porque daos cuenta de que el Reino de Dios está en medio de vosotros.

*El día de la venida de Cristo
 


22. Y les dijo los discípulos:

—Vendrán un tiempo en que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del Hombre, y no lo veréis. 23Entonces os dirán: “Mirad, está aquí”, o “mirad, está allí”. No vayáis no corráis detrás. 24Porque como el relámpago fulgurante brilla de un extremo a otro del cielo, así será en su día el Hijo del Hombre. 25Pero es necesario que antes padezca mucho y sea reprobado esta generación. 26Y como ocurrió en los días de Noé, así será también los días del Hijo del Hombre. 27Comían y bebían, tomaban mujer o marido hasta el día en que Noé entró en el arca y vino el diluvio, he hizo perecer a todos. 28Lo mismo sucedió en los días de Lot: comían y bebían, compraban y vendían, plantaban y edificaban; 29pero el día en que salió Lot de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre y los hizo perecer a todos. 30Del mismo modo sucederá el Día en que se manifieste el Hijo del Hombre. 31Ese día en que esté en el terrado y tengan sus cosas en la casa, que no baje a por ellas; y lo mismo quien esté en el campo, que no vuelva atrás.

32Acordaos de la mujer de Lot, 33quien pretenda guardar su vida la perderá; y quien la pierda la conservará viva. 34Yo os digo que esa noche estarán dos en el mismo lecho: uno será tomado y el otro dejado. 35Estarán dos moliendo juntas: una será tomada y la otra dejada. (36)

37 Y a esto le dijeron:

¿Dónde, Señor?

—Donde quiera que esté el cuerpo, allí se reunirán los buitres.

 

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Comentario Nuevo Testamento (Eunsa)

El diálogo de Jesús con los fariseos (vv. 20-21) y el posterior a los discípulos (vv. 22-37) son especialmente reveladores de la doctrina de Jesucristo sobre la llegada del Reino de Dios. En los dos casos afirma que la llegada del Reino, no podrá anunciarse con un «mira, está aquí o allí» (vv.21.23).
A los fariseos que esperaban una manifestación grandiosa de Dios instaurando su Reino, les contesta que el Reino ya ha llegado. La expresión «el Reino de Dios está ya en medio de vosotros» (v.21), en el original griego, puede traducirse como «está dentro de vosotros» o «está entre e vosotros». Los Padres de la Iglesia y los comentadores la traducen y la explican de las dos maneras. Si se trata de esta última forma, se refiere a Jesucristo y a su acción, como explica por ejemplo San Efrén cuando afirma que «Eso no lo dice Él de Sí mismo, porque Él se encontraba en medio de ellos» (Commentarii in Diattessaron 18)  Sin embargo, es más habitual la interpretación espiritual: «Cuando aquietamos nuestros sentidos, y nos entretenemos nosotros con Dios y, apartados de los torbellinos del mundo, nos recogemos dentro de nosotros mismos, entonces vemos claramente el Reino de Dios dentro de nosotros, porque como proclamó Jesús, el Reino de Dios está dentro de vosotros» (San Juan Damasceno, Homilía in Transfigurationem Domini 9). Es también la experiencia a veces las almas unidas a Dios. El Doctor de los doctores enseña sin grandes discursos. Nunca les oí hablar, pero sé que está en mí. En todos los instantes me guía y me inspira; pero precisamente en el momento oportuno es cuando descubro claridades desconocidas hasta entonces. Regularmente no brillan en mis ojos en las horas de oración, sino en medio de las ocupaciones sino en las ocupaciones del día.   (Santa Teresa de Lisieux, Historia de un alma 8).
La enseñanza a los discípulos (vv. 22-23) toma otra dirección, no es una declaración de la presencia del Reino, sino una enseñanza sobre el tiempo, de su consumación. En efecto, como explicó el Señor en multitud de parábolas, el Reino está llamado a crecer: Anunciado en primer lugar a los hijos de Israel, este reino mesiánico está destinado a acoger a los hombres de todas las naciones (Catecismo de la Iglesia Católica, n, 543). En un momento preciso, se producirá la consumación definitiva. Pero ese momento no es inmediato. Jesús tiene que ser rechazado por su generación (v.25). Ante esto, los discípulos debemos mantener una actitud vigilante. Por una parte, para no dejarnos embaucar con falsas señales (v.23); por otra, porque podemos pensar que el Maestro tarda en venir, y olvidamos entonces que va a venir, dejándonos llevar una vida cómoda (vv.26-33). Jesús vendrá como Hijo del Hombre glorificado de manera inesperada y sorprendente: de ahí la necesidad de comportarse como si el Señor nos fuera a pedir cuentas en cualquier momento.
«¿Dónde, Señor?» (v.37). después de preguntar «sobre el tiempo» de su venida, los discípulos le preguntan ahora sobre el «lugar». La contestación de Jesús tiene el sabor de un proverbio, con cierto tono enigmático, indicando así que no quiere responder con claridad. Sin embargo, la imagen que utiliza —la rapidez con la que un ave de rapiña se abalanza sobre su presa— indica que su venida será de forma repentina. De ese modo nos enseña a vivir en cada instante de nuestra vida: «El verdadero cristiano siempre está dispuesto a comparecer ante Dios. Porque en cada instante —si luchas para vivir como hombre de Cristo— se encuentra preparado para cumplir su deber » (San Josemaría Escrivá, Surco, n. 875).
Algunos manuscritos añaden (v.36): «Estarán dos en el campo: uno será tomado y el otro dejado» (cfr. Mt. 24,40)   

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El siguiente comentario, queridos hermanos, es de otro santo, que lo explica según otro modo que el Espíritu Santo ha querido. 

 

San Juan Casiano (c. 360-435),
fundador de la Abadía de Marsella
Conferencia 1, SC 42
San Juan Casiano
 

El Reino de Dios entre nosotros y dentro de nosotros

    Según nuestro juicio, sería una impureza apartarnos, ni que fuera por un momento, de la contemplación de Cristo. Cuando nuestra atención se ha desviado en algo de este divino objeto, volvamos a él los ojos de nuestro corazón y conduzcamos la dirección de nuestra mirada interior hacia él. Todo yace en el santuario profundo del alma. Cuando el diablo ha sido expulsado de allí y los vicios ya no tienen poder  en ella, se establece  en nosotros el Reino de Dios. Pero, el “Reino de Dios”, dice el evangelista, no viene de manera ostentosa que se pueda percibir con los ojos... En verdad, el Reino de Dios está dentro de vosotros. (cf Lc 17,20-21)
En nosotros no pueden habitar a la vez el conocimiento y la ignorancia de la verdad, el amor al vicio y a la virtud. Por lo tanto, somos nosotros quienes damos el poder sobre nuestro corazón o al demonio o a Cristo.
El apóstol, a su vez, describe así la naturaleza de este Reino: “Porque el reino de Dios no consiste en lo que se come o en lo que se bebe; consiste en la fuerza salvadora, en la paz y la alegría que proceden del Espíritu Santo.” (Rm 14,17) Si, pues, el Reino de Dios está dentro de nosotros mismos, y si consiste en la justicia, la paz y la alegría, todos los que viven practicando estas virtudes están, sin duda, en el Reino de Dios... Levantemos la mirada de nuestra alma hacia el Reino que es gozo sin fin.

2 comentarios:

  1. En mi caso amigo José Luis, las Escrituras me guían, porque en ellas está la Palabra de Dios. Leo cada noche el Evangelio, y después rezo y medito, me miro hacia adentro, doy gracias, me quedo a solas con Él... Un abrazo y buen fin de semana.
    @Pepe_Lasala

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    1. Dios te bendiga siempre, Pepe,

      Es una oportunidad que cuando se sabe aprovechar, no solamente nos hacemos un bien a nosotros mismos, también a los demás hermanos y hermanas para que todos nosotros nos llenemos del amor de Dios.

      Todo el tiempo que perdí sin las Sagradas Escrituras, quiero recobrarlo todo lo que pueda. Y pedir al Señor que nos conceda perseverar en su Santísima Voluntad, es decir, siempre con el Señor nuestro Dios, siempre con la Santa Madre de Dios, pues Ella nos anima a conocer mejor a su Divino Hijo Jesús.

      En Cristo Jesús y María Santísima, que disfrutes con tu familia este fin de semana y cada día de vuestra vida.

      Y lo mismo para todos los demás hermanos y hermanas.

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