viernes, 6 de julio de 2012

Solemnidad de los Apóstoles San Pedro y San Pablo

Como estos días pasado no estuve por aquí, no pude escribir el comentario seleccionado, de San Agustín por la fiesta de los Apóstoles San Pedro y San Pablo. Pero las enseñanzas apostólicas, y comentarios de los Santos Padres siempre están de actualidad.

Dentro de nosotros siempre puede haber alguna cosa que impida que el amor de Dios llegue a su plenitud por culpa nuestra.

Necesitamos hacer un esfuerzo, ¿qué es lo que tengo todavía dentro de mí, que no me ayuda a ver las cosas con más claridad?

Es fácil comprender que los enemigos del alma, son demonio y carne, pero cuidado, también el mundo es nuestro enemigo, son tres los enemigos del alma. Y contra ellos hemos de fortacernos.

Digo esto, porque al perderse el sentido grave del pecado, ya no se ve como una causa de daño para nuestra alma como son los entretenimientos del mundo. El fútbol por ejemplo, lo he comprobado, además ya me he referido en otras ocasiones. Es una causa para detener el amor de Dios hacia nosotros, el egoísmo, la soberbia, la superficialidad, las malas conductas... Por eso necesitamos urgentemente estar prevenido para que lo mundano no termine por arrojarnos fuera del plan de salvación de Dios.

Pero volviendo sobre la Solemnidad de los Apóstoles San Pedro y San Pablo, lo que nos enseña San Agustín, también el Papa en la Homilía, y meditemos atentamente.

Del pasado 29 de junio,

Selección  del Prof. Miguel Navarro.
San Agustín Solemnidad de los Apóstoles Pedro y Pablo
Sermón 95
La pasión de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo ha hecho sagrado este día para nosotros. Uno es Pedro, el primero de los apóstoles, amador impetuoso de Cristo, de quien mereció escuchar «Yo te digo, que tú eres Pedro». Él le había dicho: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo», edificaré mi Iglesia. Tú eres, pues, Pedro. Pedro viene de “piedra”, como «cristiano» de Cristo. ¿Quieres saber cual es la piedra de la que recibe nombre Pedro? Escucha a Pablo: «Y la Piedra era Cristo» (1Co 10, 4). He aquí de donde viene Pedro.
Con razón, pues el Señor, después de su resurrección, confió a Pedro el cuidado de apacentar sus ovejas. «Simón, hijo de Juan –le preguntó el Señor– ¿me amas?». Él respondió: «Sí, te amo»
Al interrogarlo por tercera vez, Pedro se entristeció, pero respondió así: «Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo» (Jn 21, 15-19) ¡No le entristezcas, apóstol, responde una, dos, tres veces la confesión en el amor, porque tres veces fue vencida la confesión por el temor.
Desatas con el amor lo que habías atado con el temor. Y el Señor confió sus ovejas a Pedro una, dos y tres veces.
El otro es Saulo, convertido en Pablo; el lobo convertido en oveja; el que fue enemigo, ahora es apóstol; primero perseguidor, después predicador. Cambió el nombre de la soberbia (Saul perseguidor de David), por el de la humildad, pues Pablo significa “pequeño”, “poca cosa”.
Él mismo dice, «Yo soy el menor de los Apóstoles» (1Co 15, 9). El Señor le mostró lo que convenía que padeciese por su Nombre. Luego lo ejercitó en el trabajo. Hubo de sufrir cadenas, y naufragios. El Señor mismo le procuró la Pasión y lo condujo a la gloria.
En un solo día celebramos la pasión de los dos apóstoles, pues ellos dos eran una unidad. Amemos la fe, la vida, los trabajos, los sufrimientos, la confesión y la predicación de la fe, que vemos en ellos, es el amor, no la celebración carnal de las fiestas, lo que nos hace progresar. (Paraula, 1-7-2012. Pág. 28).



Para meditar la homilía del Santo Padre Benedicto XVI:
Homilía en la santa misa de la solemnidad de los Apóstoles San Pedro y San Pablo.

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