El silencio es tan hermoso, cuando lo dedicamos a la oración contemplativa, lejos del ruido del mundo, de las preocupaciones. Sí, necesitamos acallar las preocupaciones temporales, porque el Señor viene a nuestro encuentro que nos ayuda a superarnos a nosotros mismos, a salir de esas vanas inquietudes.
En el silencio es cuando mejor escuchamos a Dios, le hablamos, nos dejamos guiar por el Espíritu Santo.
Si el corazón siente preocupación por la crisis actual, hay remedio, no tiene porque haber crisis espiritual, pues todo lo que tenemos de ganancia material lo vamos a dejar en este mundo, pero si viviemos la vida que agrada a Cristo, en nuestra pobreza y dificultades, no estamos sólos, Cristo está con nosotros, y María Santísima.
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