lunes, 21 de noviembre de 2011

Pérdida del sentido del pecado

Hemos de perseverar en el amor del Señor, es terrible lo que sucede, y cuánta paciencia tiene tantos sacerdotes de soportar comentarios repetitivos y a centenares, en algún blog. Pero las cosas que ofenden al Señor no se puede consentir, porque la dejadez y la indiferencia son algo por el que se tiene que dar cuenta al Señor en el día del Juicio. Hay momentos en que debemos callar, pero cuando se trata de defender los derechos de Cristo, ni siquiera la Iglesia Calla, sino que habla, en su hablar con la misericordia, hay quienes se sienten dolidos. Hablan de misericordia pero no entienden su sentido, hablan de Cristo pero desconocen el Evangelio.

Me causa admiración y respeto esos sacerdotes, esos religiosos, esos hermanos seglares que están llenos de amor de Dios y de la Iglesia Católica, se despreocupan totalmente de las ofensas que puedan recibir, por el contrario, hablan con caridad y respeto de los asuntos del Señor, dan razón de nuestra fe católica, y lo hacen a la medida de la caridad de la Iglesia Católica, según el Corazón de Cristo. Pero todavía hay quienes se sienten gravemente ofendidos y dicen: “muestra más caridad, más misericordia”, son esas pobres almas que no tienen misericordia ni caridad con Cristo.

Supongamos que un sacerdote escribe un mensaje para amar a Cristo, para ayudar a crecer nuestra fe católica, y entonces como respuesta, y bajo la máscara de “anónimos”, quieren ocultar el sentido del mensaje. Yo diría que el príncipe de las tinieblas mueven a algunos para que copien tal mensaje y lo peguen decenas, centenas de veces, siempre lo mismo, y con cada nueva reflexión del sacerdote, repite las mismas actitudes, como movidos por el demonio para que hagan tales cosas. Esta dejadez, llega un momento en que ya nada quiere saber de tal sitio, porque el demonio ensucia y estropea todo cuanto hay a su paso. 
El demonio también se pone disfraz de “anónimo”, que a su vez, puede dar a conocer un nombre que no es el propio. 
Estamos en una  época en que ya no se reconoce el pecado, porque se ha perdido de vista a Cristo con el corazón, pero aunque hay quienes hayan perdido el sentido del pecado, este mal sigue existiendo. Y aquel que lo quiere ignorar, tendrá que reconocerlo, cuando el Señor lo llame para ser juzgado. 
¿Una persona ociosa puede evangelizar sin querer profundizar sobre la vida de Jesús y la fe de la Iglesia?
Se necesita vida de pureza, vida de oración constante, y auténtica, se necesita vaciar el corazón de sí mismo, para hacer que Cristo esté presente. Porque hay quienes hablan de Cristo, pero se predican así mismo, y por la soberbia, no acepta la corrección. Pues bien, aquellos que no se dejan guiar por el Espíritu de Cristo, aunque hablen de Él no son de Cristo. El que habla de Cristo, debe hacerlo conforme a la medida del Corazón de Jesús, como hace la Iglesia Santa, y nuestro Papa Benedicto XVI es un ejemplo a seguir.
La ociosidad nos acarrea manchas en el alma, nos impide la oración, la lectura del Evangelio, la aceptación de Jesucristo en nuestra vida y otros muchos males.  
Para saber más:


Muy recomendable su meditación: del Padre José María Irasburu
  1. (159) De Cristo o del mundo –l. Combate o conciliación



El pecado no tiene límites De Alejandro Bermudez
lunes, 21 de noviembre de 2011

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