Dios
nos ama, todos los sabemos bien, y lo decimos frecuente, pero parece que cuando
decimos esta verdad, esta realidad de que Dios nos ama, mayormente se dice sin
sentirlo desde el corazón, y de ahí sigue, luego el olvido de Dios.
El
amor que Dios nos tiene nos debe llevar por los caminos de Dios, nunca los
nuestros.
La
ingratitud, el egoísmo de nuestra oración, significa que está vacío de amor a
Dios.