Recientemente, he leído de personas que hablan sobre la Comunión, unos defienden que deben ser como quiera hacerlo.
Estas consideraciones no es pensar sobre el
cómo ha de comulgar los que quieren hacerlo de pie y en la mano, sino en
defender los derechos de Cristo, en tener caridad hacia Él, en amarle y
adorarle, no es como quieran hacerlo los irreverentes para su propia perdición,
sino siempre en atención a Cristo nuestro Dios. Pues el que quiere salvarse se
salvará, siempre respetando a Cristo, como Dios nuestro que és en la Divina
Segunda Persona.
No se trata tampoco de un enfrentamiento a
los que comulgan de pie y en la mano, pues les amamos en Cristo Jesús, y son
nuestros hermanos, deseamos lo mejor para ellos, su encuentro personal con
Cristo Jesús, porque es así, con un profundo amor a Dios, cuando todos
comenzamos a comprender, y no justificar el error o errores que llegamos a
justificar actualmente en unas cosas o en otras.
Que no lleguen a verse privado de la Heredad
del Reino de los cielos, por comportamientos y la idea de pensar que no ayuda a
la purificación y santidad personal.
Descubrimos que el modo de comulgar de pie y en la mano, ha dejado de ser cristiano.
Cuanto más el alma es indiferente a Cristo, menos importancia da sobre la Comunión de rodillas y en la boca.
Cuánto más el alma se entrega a Cristo, que quiere hacerse uno con Él más sale en defensa sobre la inmensa importancia de comulgar de rodillas y en la boca.
Para meditar: Lucas 13, 22-30; 1º Co 11, 27-30