viernes, 16 de enero de 2015

Sólo en Cristo somos libres / Que todos sean uno

Dios les bendiga siempre mis buenos hermanos.


Libre albedrío; libertad de expresión, esto no significa que uno se deje dominar por el pecado y ofender a Dios y a su prójimo.
 
La corrupción llega a convencer a algunos, para decir semejantes barbaridades como esta: --"su libertad termina donde comienza la mía"--, la libertad de expresión es respetuosa y educada incluso con quien no tiene la misma fe católica. El Papa Francisco decía que hay un límite de la libertad de expresión, por lo que añado, que si una persona se sale de ese límite, ya no usa libertad de expresión, sino violencia verbal, física, groserías, y otras maldades. Libertad no, sino expresiones de pecado. No hay respeto ni caridad.
 
Son ateos y mundanos, los que piensan así, ¿pueden estar equivocado?, por más que se intente ayudarle a que salgan de sus errores, no quieren, persisten en el mal. No tienen excusas, porque pudiendo conocer la verdad, se rebela contra ella. Son duros de corazón, mente cerrada.
 
La libertad de expresión, yo la aprendí meditando la Sagrada Biblia, y si una persona que hace lo que no debería, no es libre, sino esclavo del pecado, porque así lo ha decidido.
 
Dejémonos iluminar por el Espíritu Santo, es importante, el mundo no necesita de divisiones, sino que todos estemos unidos en la misma fe. La fe que Cristo quiere, solo en Cristo encontramos la paz y la salvación para todos. Necesitamos poner en orden nuestro corazón, no hacer nada que pueda ofender a la Santísima Trinidad. Corramos a Cristo, a los pies del sagrario, que Él nos escucha, estemos siempre pendiente de su voluntad, no demos  nunca ocasión al demonio.


Dios te salve, María, llena de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el Fruto de tu vientre, Jesús.
 
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
 
EL próximo 18 de enero comienza la semana de oración para la unidad de los cristianos, vivamos lo más intensamente este tiempo de oración, es necesario, es importante para que todos estemos bajo la protección de Cristo Jesús, no dejemos de invocar fervorosamente, con toda piedad a la Santísima Madre de Dios.
 
 
 
Haz clic aquí: Jesús le dice: «Dame de beber» (Jn. 1, 4)

 
18-25 de enero de 2015
 
 
 
 

 
Que todos sean uno
 
Para el domingo 18 de enero de 2015 
 
Entre las súplicas más fervientes y apremiantes, la Iglesia implora del Señor que prospere la unidad entre todos los cristianos de las diversas Confesiones hasta alcanzar la plena comunión. Urge y apremia la puesta en común de tantas cosas que nos unen y que son, ciertamente, más que las que nos separan y así testimoniar al mundo la decidida voluntad de todos los discípulos de Cristo de conseguir lo más pronto posible la unidad en la certeza de que "nada hay imposible para Dios".
 
 Ésta es la súplica que, desde la misma noche santa de la institución de la Eucaristía, la noche en que iba a ser entregado por todos, sigue dirigiendo Jesucristo al Padre: "Que todos sean uno". Ante nuestros ojos tenemos el reto de la unidad de los cristianos para que el mundo crea. Es éste un problema crucial para el testimonio evangélico en el mundo.
 
 La llamada a la unidad de los cristianos, que el Concilio Ecuménico Vaticano II renovó con tan vehemente anhelo, resuena con fuerza cada vez mayor en el corazón de los creyentes. Cristo llama a todos los discípulos a la unidad. El Hijo de Dios se ha hecho hombre para reunir en unidad a los que andan dispersos. Él ha entregado su cuerpo para que seamos un cuerpo con Él, y ha derramado su sangre para la reconciliación y la unión de todos los hombres en Él con el Padre por el Espíritu Santo. Él nos ha dado su Espíritu Santo para la unidad, y ha constituido su Iglesia como sacramento de la unión íntima con Dios y la unidad de todo el género humano.
 
 La vocación de la Iglesia es la unidad. Le urge, pues, a la Iglesia buscar con verdadero ardor y empeño la unión de los discípulos de Jesucristo, de cuantos creen en Él, para poder ser lo que es. No es una cuestión de segundo orden o que solo afecte a unos pocos dentro de la Iglesia o de las iglesias. Nos afecta sustancialmente a todos los que somos cristianos. Necesitamos redescubrir la esencia del misterio de la Iglesia que se manifiesta en Pentecostés. Frente a la Babel dispersa y dividida por el pecado, Pentecostés, nacimiento de la Iglesia y sustancia de la Iglesia, es misterio y llamada a la unidad. De que redescubramos esto depende, mucho más de lo que creemos los mismos cristianos, el futuro no sólo de la Iglesia, sino de la fe, de Europa y del mundo entero.
 
 A pesar de esta vocación, hay en la Iglesia terribles pecados contra la unidad. Persiste en ella, desgarrándola, la ruptura de la Edad Media y del comienzo de la Edad Moderna que tan trágicas consecuencias ha traído para la humanidad y particularmente para Europa. La Iglesia se siente llamada a abordar con particular empeño la tarea de la unión de los cristianos. Las divisiones debilitan la fuerza del testimonio cristiano ante la increencia y secularización de nuestro tiempo, ante tanta indiferencia religiosa y mentalidad pagana como nos envuelve, ante el empuje de los fundamentalismos y de las sectas o ante una religiosidad difusa de espaldas al Dios personal. Estos son los grandes riesgos para el hombre de hoy que solamente podrán ser superados desde el cumplimiento de la voluntad del Señor: "Que todos sean uno... Yo en ellos y Tú en mí, para que lleguen a la unión perfecta, y el mundo pueda reconocer así que Tú me has enviado, y que los amas a ellos como me amas a mí". 
 
 "Todos somos conscientes de que el logro de esta meta no puede ser sólo fruto de esfuerzos humanos, aun siendo éstos indispensables. La unidad, en definitiva, es un don del Espíritu Santo. A nosotros se nos pide secundar este don sin caer en ligerezas y reticencias al testimoniar la verdad, sino más bien actualizando generosamente las directrices trazadas por el Concilio y por los sucesivos documentos de la Santa Sede" (S. Juan Pablo II). El momento que vivimos, de manera particular, anima a todos a un examen de conciencia y a oportunas iniciativas ecuménicas. Hay que proseguir sin duda el diálogo doctrinal, pero sobre todo esforzarse en la oración ecuménica. Oración que se ha intensificado después del Concilio, pero que debe aumentarse todavía comprometiendo cada vez más a los cristianos, en sintonía con la gran invocación de Cristo, antes de la pasión: "que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros (Jn 17,21)".
 
 Promover la unidad y sostener el esfuerzo de cuantos trabajan por esta causa será, de modo especialmente intensa, la oración de la Iglesia universal, de nuestra diócesis de Valencia y de todas las parroquias y comunidades durante el próximo Octavario por la unidad de los cristianos, que comenzará el próximo domingo, 18 de enero, y finalizará el 25, conmemoración de la conversión de San Pablo. Sólo en la verdad puede haber verdadera unión. Una unidad en la verdad de la misma y única fe que brota de la aceptación de la misma y única Revelación, que nos ha sido dada de una vez para siempre en el Hijo de Dios hecho hombre. No se trata de modificar el depósito de la fe, ni de cambiar el significado de los dogmas, ni de adaptar la verdad a los gustos de una época. ¿Quién consideraría legítima una reconciliación entre hermanos separados y una unidad lograda a costa de la verdad? La unidad querida por Dios sólo se puede realizar en la adhesión común al íntegro contenido de la verdad revelada.
 
 Nos urge y apremia "promover cualquier paso útil en el difícil y valiente camino de la unidad, tan rico de alegría". Camino difícil, pero no imposible: para Dios nada hay imposible. Nos pone en ese camino la oración incesante que este año debería de ser algo muy prioritario en nuestra diócesis, como vengo insistiendo a tiempo y a destiempo, pues la unidad es un don del Espíritu, es un don de Dios.

 + Antonio Cañizares Llovera
 Arzobispo de Valencia

2 comentarios:

  1. Tenemos que amar al prójimo como a nosotros, ese mensaje nos dejó entre otros, pero es algo fundamental para ser uno y habitar en Él. Muy buena entrada José Luis. Un fuerte abrazo y buen fin de semana. @Pepe_Lasala

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  2. Hola de nuevo amigo, espero que estés bien. Pasaba por aquí a leerte. Un fuerte abrazo y buen fin de semana. @Pepe_Lasala

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