Cómo ya estamos en la segunda semana de Adviento, podemos reflexionar estas palabras; Seguimos la Estrella en el desierto. San León Magno
* * *
Recordando por la década de los noventa, hablando con un santo sacerdote franciscano, le dije que tenía ordenador y también el Catecismo de la Iglesia Católica, y me animaba diciéndome: "lo que tienes que hacer, es escribir todo el Catecismo en el ordenador".
Y empecé, con mis equivocaciones y correcciones. Ahora tengo la oportunidad, que ya he comenzado, a continuar con esta tarea, ayudando a tantos buenos hermanos y hermanas, en pequeñas dosis, a conocer mejor este tesoro de la Iglesia Católica que nos ofrece a cada uno de nosotros. Es verdad que lo podemos encontrar en Internet, pero ¿quién se lo lee entero? Por una cosa o por otra, no es posible, pues puede llegar un momento, que se nos olvide continuar. Pero poco a poco, y con la ayuda de la Gracia Dios, no podemos hacernos el perezoso, e interrumpir esta lectura, por lo que pediremos al Señor que nos de su gracia, para leer el Catecismo completo, y los que lo tenemos en nuestro hogar, seguiremos respirando el oxigeno puro y límpido del Magisterio de la Iglesia Católica.
Fue la segunda edición del Catecismo (1992), la tengo muy estropeada, no tenía añadido la Carta apostólica Laetamur magnopere, 15 de agosto de 1997 [ Juan Pablo II ]...
Me compré otro Catecismo, el pasado 10 de octubre de 2010. En esta nueva edición, ya leemos la Carta Apostólica del Beato Juan Pablo II.
Entre los programas importantes de Radio María, los comentarios del Catecismo del Catecismo de la Iglesia Católica, y otro del Compendio. Aprendí de Monseñor Munilla que el Catecismo extenso, se dice también, Catecismo Mayor.
Y del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, al finalizar este tema, poco a poco, también, si es la Voluntad de Dios, podré también completar. Pero queda claro, que no es doctrina, mis propias reflexiones, porque la doctrina la ofrece nuestros pastores, y la doctrina del Catecismo, nos ayudará a purificar nuestros pensamientos, para que nuestras reflexiones, tengan el mismo sentir de la Iglesia Católica.
El Catecismo tiene un gran respeto por la liturgia tradicional por ejemplo, nos enseña que también nosotros debemos valorar esa tradición de nuestra fe católica.
Entre los programas importantes de Radio María, los comentarios del Catecismo del Catecismo de la Iglesia Católica, y otro del Compendio. Aprendí de Monseñor Munilla que el Catecismo extenso, se dice también, Catecismo Mayor.
Y del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, al finalizar este tema, poco a poco, también, si es la Voluntad de Dios, podré también completar. Pero queda claro, que no es doctrina, mis propias reflexiones, porque la doctrina la ofrece nuestros pastores, y la doctrina del Catecismo, nos ayudará a purificar nuestros pensamientos, para que nuestras reflexiones, tengan el mismo sentir de la Iglesia Católica.
El Catecismo tiene un gran respeto por la liturgia tradicional por ejemplo, nos enseña que también nosotros debemos valorar esa tradición de nuestra fe católica.
Al hablar de Dios, el corazón debe estar lleno de amor y caridad, ternura, dulzura, bondad. El alma suele perder las virtudes cristianas cuando se corrompe con la mundanidad. Dios nos ha creado para ser plenamente espirituales, de ninguna manera nuestra forma de pensar, trabajar y obrar debe ser mundana, San Pablo pide a los cristianos,
«tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús», no los sentimientos según el mundo. Según el mundo, nuestra vida se convertiría en un engaño, en el que terminamos como fracasados ante los ojos de Dios, y perdemos nuestra alma.
Parte de nuestra vida, debe estar complementada: oración, Eucaristía, lectura y meditación de la Palabra de Dios y del Catecismo de la Iglesia Católica, ayudado con la Lectio Divina, y perseverar en este camino hacia la santidad.
En tiempo de Adviento, aprovechemos para estar lo más preparado posible para la del Verbo Encarnado, el Nacimiento de Jesús.
Aficionarse a la mundanidad, es ir muriendo a la caridad cristiana.
Parte de nuestra vida, debe estar complementada: oración, Eucaristía, lectura y meditación de la Palabra de Dios y del Catecismo de la Iglesia Católica, ayudado con la Lectio Divina, y perseverar en este camino hacia la santidad.
En tiempo de Adviento, aprovechemos para estar lo más preparado posible para la del Verbo Encarnado, el Nacimiento de Jesús.
Aficionarse a la mundanidad, es ir muriendo a la caridad cristiana.
IV La estructura de este Catecismo
13 El plan de este catecismo
se inspira en la gran tradición de los catecismos los cuales articulan la
catequesis en torno a cuatro “pilares”: la profesión de la fe bautismal (el
Símbolo), los Sacramentos de la fe, la vida de fe (los Mandamientos), la
oración del creyente (el Padre Nuestro).
Primera parte: la profesión
de la fe
14 Los que por la fe y el
Bautismo pertenecen a Cristo deben confesar su fe bautismal delante de los
hombres (cf. Mt 10,32; Rom 10,9). Para esto, el Catecismo expone en primer
lugar en qué consiste la Revelación por la que Dios se dirige y se da al
hombre, y la fe, por la cual el hombre responde a Dios (Sección primera). El Símbolo de la fe resume los dones que Dios
hace al hombre como Autor de todo bien, como Redentor, como Santificador y los
articula en torno a los “tres capítulos” de nuestro Bautismo –la fe en un solo
Dios: el Padre Todopoderoso, el Creador; y Jesucristo, su Hijo, nuestro Señor y
Salvador; y el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia (Sección segunda).
15 La segunda parte del
catecismo expone cómo la salvación de Dios, realizada una vez por todas por
Cristo Jesús y por el Espíritu Santo, se hace presente en las acciones sagradas
de la liturgia de la Iglesia (Sección primera),
particularmente en los siete sacramentos (Sección
segunda).
- Tercera parte: La vida de fe
16 La tercera parte del
catecismo presenta el fin último del hombre, creado a imagen de Dios: la
bienaventuranza, y los caminos para llegar a ella: mediante un obrar recto y
libre, con la ayuda de la ley y de la gracia de Dios (Sección primera); mediante un obrar que realiza el doble
mandamiento de la caridad, desarrollado en los diez Mandamientos de Dios (Sección segunda).
- Cuarta parte: La oración en la vida de la fe
17 La última parte del
Catecismo trata del sentido y la importancia de la oración en la vida de los
creyentes (Sección primera). Se cierra con
un breve comentario de las siete peticiones de la oración del Señor (Sección segunda). En ellas, en efecto,
encontramos la suma de los bienes que debemos esperar y que nuestro Padre
celestial quiere concedernos.
18 Este Catecismo está
concebido como una exposición orgánica de toda la fe católica. Es
preciso, por tanto, leerlo como una unidad. Numerosas referencias en el
interior del texto y el índice analítico al final del volumen permiten ver cada
tema en su vinculación con el conjunto de la fe.
21 Las citas, en letra
pequeña, de fuentes patrísticas, litúrgicas, magisteriales o hagiográficas
tienen como fin enriquecer la exposición doctrinal. Con frecuencia estos textos
han sido escogidos con miras a un uso directamente catequético.
22 Al final de cada unidad
temática, una serie de textos breves resumen en fórmulas condensadas lo
esencial de la enseñanza. Estos “resúmenes” tienen como finalidad ofrecer
sugerencias para fórmulas sintéticas y memorizables en la catequesis de cada
lugar.
VI Las adaptaciones necesarias
23 El acento de este Catecismo
se pone en la exposición doctrinal. Quiere, en efecto, ayudar a profundizar el
conocimiento de la fe. Por lo mismo está orientado a la maduración de esta fe,
su enraizamiento en la vida y su irradiación en el testimonio (cf. CT 20–22;
25).
24 Por su misma finalidad,
este Catecismo no se propone dar una respuesta adaptada, tanto en el contenido
cuanto en el método, a las exigencias que dimanan de las diferentes culturas,
de edades, de la vida espiritual, de situaciones sociales y eclesiales de
aquellos a quienes se dirige la catequesis. Estas indispensables adaptaciones
corresponden a catecismos propios de cada lugar, y más aún a aquellos que toman
a su cargo instruir a los fieles:
- El que enseña debe “hacerse todo a todos” (1 Cor 9,22), para ganarlos a todos para Jesucristo...¡Sobre todo que no se imagine que le ha sido confiada una sola clase de almas, y que, por consiguiente, le es lícito enseñar y formar igualmente a todos los fieles en la verdadera piedad, con un único método y siempre el mismo! Que sepa bien que unos son, en Jesucristo, como niños recién nacidos, otros como adolescentes, otros finalmente como poseedores ya de todas sus fuerzas... Los que son llamados al ministerio de la predicación deben, al transmitir la enseñanza del misterio de la fe y de las reglas de las costumbres, acomodar sus palabras al espíritu y a la inteligencia de sus oyentes (Catech. R., Prefacio, 11).
25 Por encima de todo la
Caridad. Para concluir esta presentación es oportuno recordar el
principio pastoral que enuncia el Catecismo Romano:
- Toda la finalidad de la doctrina y de la enseñanza debe ser puesta en el amor que no acaba. Porque se puede muy bien exponer lo que es preciso creer, esperar o hacer; pero sobre todo se debe siempre hacer aparecer el Amor de Nuestro Señor a fin de que cada uno comprenda que todo acto de virtud perfectamente cristiano no tiene otro origen que el Amor, ni otro término que el Amor (Catech. R., Prefacio, 10).
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