Mis buenos hermanos hermanas, han pasado ya algún tiempo en que no escribía en este blog.
Bendecimos y adoramos al Señor que nos ha permitido llegar a este día, damos gracias a Dios y a María Santísima por tantos hermanos nuestros han terminado sus vacaciones en gracia de Dios, con el menor pecado posible, pecados que son veniales, y que día a día nos vamos purificando.
Otros, por lo que debemos orar porque ya han dejado la vida presente, y el dolor de su familia, pero fieles al Señor, que es lo importante.
Otros, por lo que debemos orar porque ya han dejado la vida presente, y el dolor de su familia, pero fieles al Señor, que es lo importante.
Damos gracias a Dios por los conocidos y desconocidos que van adelantando en el camino de Cristo, nuestros hermanos y hermanas que son fieles a la Santa Madre Iglesia Católica.
El tiempo de verano, acabándose. Estamos ya en septiembre, mes de la Biblia. Atender a la Sagrada Escritura nos encamina para seguir trabajando por los intereses de Nuestro Señor Jesucristo.
Amar a Jesucristo es mantener
despierta nuestra memoria, estar despejado, y nuestras oraciones superarán las
barreras de las imperfecciones. Insistir en la oración es mejorar nuestro trato
con el Señor. Nada terrenal debe interrumpir nuestra oración.
Amar a Jesucristo es aumentar
nuestro conocimiento en las Sagradas Escrituras, y el demonio ya no podrá
engañarnos. Porque la luz del Espíritu Santo, llena nuestras oscuridades,
oscuridades que se desvanecen, no nos podemos permitir la relajación, ya que nuestro
enemigo infernal se aprovecharía para hacernos recaer en las antiguas malas
costumbres. La oración nos ayuda y nos previene contra innumerables
tentaciones. Las tentaciones no son las mismas para los unos y para los otros,
pero la oración y la Eucaristía, son armas poderosas contra las insidias del
Maligno.
Amar a Jesucristo es habernos
vencidos a nosotros mismos, para que sea Cristo quien guíe nuestra vida. Sin
Cristo seríamos esclavos permanentes, y la oscuridad interior suele arrastrar a
las almas a la desesperación.
Amar a Jesucristo es rezar todos
los días con devoción el Santo Rosario, es crecer en la verdadera devoción a la
Santísima Madre de Dios. Pues sin la Santísima Virgen María, no es fácil vencer
ninguna tentación. Ella, la Llena de Gracia como Madre de Dios intercede para
que el Señor siempre nos mantenga en el buen camino, que no debemos desviarnos,
no debemos hacer lo que queramos. Hacer lo que uno quiera es desviarse del plan
de Dios que nos salva a todos.
Amar a Jesucristo, con el corazón
convencido, pues nada ajeno debe haber dentro de nosotros, apegos, aficiones
mundanas…, idolatrías, amor propio, autoestima, soberbia, vanagloria… Solo
Cristo que nos ayuda a que nuestra vida sea más fácil, ya que el Evangelio es
la vida de los mejores, de los que han superado el pecado de la mundanidad.
Amar a Jesucristo es comprender
que aunque ya caminemos con los pies en la tierra, nuestro corazón y
pensamientos, van mucho más altos que las copas de los árboles. La tibieza
llega a mantener, “hay que tener los pies en la tierra”, pero se queda ahí,
también está el corazón y la mente en tantas cosas terrenales, por eso, nunca
termina diciendo que hay que mirar más alto, buscando a Dios, y el que busca a
Dios, también lo encuentra en su propio corazón, y por eso tiene la necesidad
de perseverar en mantener puro y casto su corazón.
- Amar a Jesucristo: «Perseveraban asiduamente en la doctrina de los apóstoles y en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones. El temor sobrecogía a todos, y por medio de los apóstoles se realizaban muchos prodigios y señales. Todos los creyentes estaban unidos y tenían todas las cosas en común. Vendían las posesiones y los bienes y los repartían entre todos, según las necesidades de cada uno. Todos los días acudían al Templo con un mismo espíritu, partían el pan en las casas y comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y gozando del favor de todo el pueblo. Todos los días el Señor incorporaba a los que habían de salvarse. » (Hch 2,42-47)
Perseveraban en la oración, en la
doctrina de los Apóstoles,
Tenían un solo pensamiento, una sola fe,
Hoy dice, "yo tengo mi
fe", otro dice; "yo también tengo la mía", etc. Y ese que dice
tener fe, lo pasa bien bebiendo su licor, su cerveza, el otro que también tiene
fe, se le encuentra en el cine, en el circo, en campos deportivo, etc. Ni el
menor parecido que los primeros cristianos, y los santos y santas.
Cierto, perseverar en la doctrina
de los Apóstoles es caminar hacia arriba. Hoy día se busca que todos los
pensamientos, ideas son buenas, las novedades, pero al mismo tiempo dejan de
lado la Palabra de Dios, o también, deforman la verdad, para añadir propios
deseos que no proceden del Espíritu Santo.
Perseverar en la doctrina de los
Apóstoles no es nada menos que ser fiel a Jesucristo, que es amar y adorar al
único Dios. Muchos cristianos optan por otros caminos… pero que están al margen
de los intereses de Nuestro Señor Jesucristo.
Amar a Jesucristo es dar
testimonio cristiano, para que otras almas tengan la alegría, cuando nos ven,
corran directamente hacia Jesucristo, hacia la Iglesia Católica.
No es amor a Jesucristo que como
alma cristiana, tienen las mismas inclinaciones de los no creyentes, pues
estos van y justifican el deporte y otros eventos mundanos. No solamente ellos
se alejan de Cristo, también con esa actitud de falso cristiano, más propio de
paganos ateos, Dios es ofendido, y los aleja del camino de la salvación eterna.
a lo había comentado antes, ama
a Jesucristo es ampliar nuestro conocimiento en la Sagrada Biblia, pues es la
Palabra de Dios que nos enseña lo que está bien, y sigamos en ese camino, y
cosas que están mal, para que renunciemos precisamente a cualquier tipo de mal,
incluso que tenga apariencia de bien.
Amar a Jesucristo es sacar todo
lo imperfecto que todavía puede haber en nuestro interior. Dios quiere que
llevemos una vida completamente religiosa, espiritual, y necesitamos obedecer,
porque de otra manera no podemos ser felices. El mundo jamás podrá ofrecernos
la felicidad que el Señor ya nos ha presentado en Jesucristo y la Iglesia
Católica.
La fe, que importante es nuestra
fe, la fe tiene que ser una, pero los carismas, aunque son distintos, deben proceder
de la fe en común. Pues el Espíritu Santo reparte sus dones, sus carismas,
según su beneplacito. Como San Pablo lo explica muy bien, que el ojo no puede
tener la misión de la mano, etc. Pero todos tienen que tener un solo corazón,
sin envidias ni competiciones. En otro lugar, San Pablo también hablaba de
otros que parecían querer competir, que no eran auténticos apóstoles, no eran
verdaderos discípulos de Cristo, y debemos tener mucho cuidado para no caer en
esa trágica conducta. Que falta la misericordia, la caridad, que quieren
suplantar a Cristo, que se inventan frases para atribuirlo a santos, a santas,
al Magisterio de la Iglesia Católica, Cuidado para que el demonio no se salga
con la suya, y el cristiano deje de serlo por sus herejías. Pues un hereje es
un apóstata de la verdad, es un traidor al plan de Dios; a la Sabiduría de
Dios. El hereje por sí, se hace hijo del diablo.
Jesucristo nos amó primero, antes nosotros no sabíamos amar, el odio, la ira, los resentimientos, una vida de pecado nos incapacitaba conocer el Amor que Dios siempre ha tenido a cada uno de nosotros, incluso ya nos amaba antes de la creación del mundo. Pero si el alma termina rechazando a Dios hasta su muerte, no es culpa de Dios que siempre le amó, y no para que permaneciera en el pecado, sino para que disfrutara un futuro de la vida y felicidad eterna, un futuro que el mismo pecador no aceptó, renunció a Dios.
No existe motivo alguno para ofender al Amor de los amores. Pero el demonio engañó a muchas almas. Algunas descubren los engaños del demonio, y se arrepienten de sus extravíos, de sus locuras.
Una de las tentaciones del demonio, es engañar al pecador: "Dios no te ama, y te condenarás", pero el demonio es un mentiroso. Para vencer esta tentación es importante que corramos a los pies de nuestro Señor Jesucristo, no renunciemos a la oración, y recibiremos esa ayuda de la Santísima Madre de Dios, que toda inquietud de nuestro corazón, se desvanecerá rápidamente. Pero confiemos en Jesús y en María Santísima. La lectura atenta es también de gran ayuda para vencer nuestras tentaciones.
Si tienes ocasión, te invito a que compres un libro, las obras de Santa Catalina de Siena, hay muchos detalles que nos ayudará a tener una vida más piadosa, más santa.
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Me alegro mucho de verte de nuevo por aquí José Luis, y de que regreses con fuerzas para transmitirnos la Palabra de Dios, para transmitir sentimiento Cristiano y, como en este caso, para recomendarnos un buen libro. Yo también he regresado y ya he vuelto al mundillo bloguero amigo. Un fuerte abrazo. @Pepe_Lasala
ResponderEliminar¡Bendito sea el Señor!, después de estos meses, de nuevo por aquí. Sí, tengo nuevos libros, ya hablaré en su tiempo de ello.
EliminarJesús y María Santísima te bendiga siempre a ti y a los tuyos.