2º. Corintios 7,1: «Teniendo, pues, estas promesas, queridos míos, purifiquémonos de toda mancha de la carne y del espíritu, consumando la santificación en el temor de Dios.»
1º. Tesalonicenses 4.
3-5: «Porque
esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación; que os alejéis de la
fornicación, que cada uno de vosotros sepa poseer su cuerpo con santidad y
honor, y no dominado por la pasión, como hacen los gentiles que no conocen a
Dios. »
Nosotros no debemos vivir como si Dios no existiera, Dios
nos ha llamado a ser santo, y en este reconocimiento y obediencia y amor
sincero a Dios y a la Iglesia Católica, y al Papa, nuestro camino de santidad,
sigue adelante.
Debemos alejarnos también de los mundanos, pues así también nos los enseña los Santos Padres y Doctores de la Iglesia. ¿Sólo ellos?
Pues la santificación es cortar de raíz con toda la mala conducta que el mundo, los mundanos intentan someter.
Los mundanos quieren ser escuchados, tener amistades, pero no quieren escuchar a Dios, ni a la Iglesia Católica. Por tanto, no valoran el Evangelio de Cristo. Constantemente se exceden en sus expresiones contrarias a la caridad, la brutalidad de su mal hablar, que con frecuencia, pero sin espíritu de enmienda, ni arrepentimiento verdadero, dicen "perdón", pero repiten muchas veces lo malo en sus pensamientos, en sus palabras.
Ha habido cristianos que por no perder la amistad de un amigo mundano, de un ateo, de un protestante, de un hereje, ha terminado por perder la fe, y pensando que iba a ayudar a su amistad libertina, también se hizo enemigo de Dios.
- 1 Cor 15, 33-34: No os engañéis: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres.» Despertaos, como conviene, y no pequéis; que hay entre vosotros quienes desconocen a Dios. Para vergüenza vuestra lo digo.»
- 1 Corintios 5, 9-11: «Al escribiros en mi carta que no os relacionarais con los impuros, no me refería a los impuros de este mundo en general o a los avaros, a ladrones o idólatras. De ser así, tendríais que salir del mundo. ¡No!, os escribí que no os relacionarais con quien, llamándose hermano, es impuro, avaro, idólatra, ultrajador, borracho o ladrón. Con ésos ¡ni comer! »
- 2 Juan 1, 9-11: «Todo el que se excede y no permanece en la doctrina de Cristo, no posee a Dios. El que permanece en la doctrina, ése posee al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros y no es portador de esta doctrina, no le recibáis en casa ni le saludéis, pues el que le saluda se hace solidario de sus malas obras.»
Quien no es portador de la doctrina de Cristo es todo aquel que se rebela incluso contra la doctrina de la Iglesia Católica, esto lo sabemos, pero también, los irreligiosos y mundanos, no son portadores de la doctrina de Cristo. Los católicos que no se toman en serio la propia santidad, no harán caso a nadie, y se molestarán si les dice algo según la Caridad del Evangelio de Cristo.
- San Alfonso María de Ligorio: Evitad la compañía de los escandalosos, Guardaos en delante de dar en delante de dar el más mínimo escándalo, y si os queréis salvar, huid cuanto os sea dado la compañía de los escandalosos. Estos demonios encarnados se condenarán, y si no os apartáis de ellos, también acabarais por condenaros. ¡Ay del mundo a causa de los escándalos!, dice el Señor, para darnos a comprender que son muchos que se condenan porque no se evitan de cuidar la compañía de los escandalosos.– Pero si es amigo mío, a quien debo muchos favores y en quien tengo grandes esperanzas. Si tu ojo te escandaliza, sácalo y échalo lejos de ti: mejor te vale con un solo ojo entrar en la vida que con tus ojos ser arrojados en la genera del fuego. Por tanto, por muchos títulos que os ligaran a persona tan querida. Tendríais que romper con ella y no volver a verla si os fuera ocasión de escándalo, porque más vale perderlo y salvar el alma sin un ojo que entrar con ambos en el infierno. (Preparación para la vida, 18, Castigo con que Dios amenaza a los escandalosos; Peroración 4º., página 75-76. Apostolado Mariano. Sevilla.)
Podemos meditar también:
De la carta de San Clemente I, Papa,
a los Corintios cristianos
Busque cada uno no sólo su propio interés, sino
también el de la comunidad
Escrito está, Juntaos con los santos, porque los
que se juntan con ellos se santificarán. Y otra vez, en otro lugar, dice: Con el hombre
inocente serás inocente; con el elegido serás elegido, y con el perverso te
pervertirás. Juntémonos, con los inocentes y justos, porque ellos son
elegidos de Dios. ¿A qué vienen entre
vosotros contiendas y riñas, banderías, escisiones y guerras? ¿O es que no
tenemos un solo Dios y un solo Cristo y un solo Espíritu de gracia que fue
derramado sobre nosotros? ¿No es uno solo nuestro llamamiento en Cristo? ¿A qué
fin desgarramos y despedazamos los miembros de Cristo y nos sublevamos contra
nuestro propio cuero, llegando a tal punto de insensatez que nos olvidamos de
que somos unos miembros de los otros?
Acordaos de las palabras de Jesús, nuestro Señor. Él
dijo, en efecto: ¡Ay de aquel hombre!
Más le valiera no haber nacido, que escandalizar a uno de mis escogidos. Mejor
le fuera que le colgaran una piedra de molino al cuello y lo hundieran en el
mar, que no extraviar a uno solo de mis escogidos. Vuestra
escisión extravió a muchos, desalentó a muchos, hizo dudar a muchos, nos sumió
en la tristeza a todos nosotros. Y, sin embargo, vuestra sedición es contumaz.
Tomad en vuestra mano la carta del bienaventurado Pablo, apóstol. ¿Cómo os
escribió en los comienzos del Evangelio? A la verdad, divinamente inspirado,
os escribió acerca de sí mismo, de Cefás y de Apolo, como quiera que ya
desde entonces fomentabais las parcialidades. Más aquella parcialidad fue menos
culpable que la actual, pues al cabo os inclinabais a apóstoles acreditados por
Dios y a un hombre acreditado por éstos.
Arranquémonos, pues, con rapidez ese escándalo y
postrémonos ante el Señor, suplicándoles con lágrimas sea propicio con
nosotros, nos reconcilie consigo y nos restablezca en el sagrado y puro
comportamiento de nuestra fraternidad. Porque ésta es la puerta de la justicia,
abierta para la vida, conforme está escrito: Abridme las puertas de la justicia, y entraré para dar gracias al
Señor. Ésta es la puerta del
Señor: los justos entrarán por ella. Ahora bien, siendo muchas las
puertas que están abiertas, ésta es la puerta de la justicia, a saber: la que
se abre en Cristo. Bienaventurados todos los que por ella entren y enderecen
sus pasos en santidad y justicia, cumpliendo todas las cosas sin perturbación.
Enhorabuena que uno tenga carisma de fe, que otro sea poderoso en explicar los
conocimientos, otro sabio en el discernimiento de discursos, otro casto en su
conducta. El hecho es que cuanto mayor parezca uno ser, tanto más debe
humillarse y buscar no sólo su propio interés, sino también el de la comunidad.
[Caps. 46, 2—47, 4; 48, 1–6: Funk 1,
119–123 L. H. Lunes de la semana XIV, pagina
384–385]
Una amistad que no busca el camino de Cristo, aunque comulgue y se confiese, pero no se resuelve a dejar la conducta del hombre viejo, no quiere nuestra felicidad, sino nuestra condenación, y nosotros, debemos seguir los pasos de Cristo, como nos enseña la Iglesia Católica, y el Evangelio de Cristo.
El amor que Dios nos tiene nos debe animar a que en primer lugar amaremos al Señor con todo nuestro corazón, con todas nuestras fuerzas, con toda nuestra alma. Este mandamiento ya no debe ser por obligación, sino por amor y perseverar en ellos cada día.
Cuando en el corazón del creyente, ese amor que dice tener hacia Dios, está corrompido por la mundanidad, y la conducta pagana, no es verdadero amor.
El amor a Dios no es un medio para que nosotros nos disfracemos. Los disfraces yo los veo como una negación a Dios, Dios no quiere que andemos entre disfraces, sino que nos purifiquemos, que nos santifiquemos.
Cuánto más se rechaza a Dios, es cuando el alma será menos reconocida en la hora decisiva de la muerte, más aún, ni siquiera llegan a considerarse dignos de salvación eterna, Pues los que no quieren vivir para Dios en el momento presente, y según como pide la Santísima Voluntad de Dios, más tarde, ni siquiera contará con la Esperanza.
- En la solemnidad de todos los santos, todos nosotros estamos Llamados a ser santos. Y es que Dios no se olvida de ninguno de nosotros. Pero no podemos ser santos, santas de cualquier modo, necesitamos hacer un cambio total de nuestra propia vida, así, que si la lengua, tiene la viciosa costumbre, de proferir palabras altisonantes, esto es no es camino de santidad,
- ¿Quieres una vida de santidad? Pues no es lo mismo decir: “quiero ser santo”, y luego no trabajar por esa santidad. Decimos también, “yo no soy un santo, sino un pecador”. Se supone que todos queremos dejar de ser pecadores. Pero el pecador incorregible, siempre está en oposición con la vida de santidad, todavía está enamorado de sí mismo, de sus expresiones mal sonantes, de sus aficiones mundanas, enamorados de la idolatría y del paganismo. No conocerán estas almas incorregibles el camino de la santidad, porque va apartándose del camino de Jesús, para ir en el suyo propio, que no lleva a la vida de santidad.
La Solemnidad de todos los Santos es una fiesta de verdad, de alegría, no hay tristeza ni angustia, todo es verdadero gozo y dulzura. No podemos dejar este día 1 de noviembre, quedarnos sin hacer nada.
¿Cuál es mi primer pensamiento del día?
¿Hago ofrecimiento de obras al Señor?
¿Ofrezco al Señor mis pensamientos, trabajos, alegrías, y acepto las adversidades en paz y serenidad?
¿Rezo las Tres Avemaría cuando me levanto y antes de dormir de rodillas?
También:
¿qué tal el examen de conciencia?
¿Santo Rosario, meditado y sin prisas? En una comunidad de orantes, no todos rezan en el mismo todo, unos corren demasiado aprisa, atropelladamente, y no es así como debemos orar.
Si una persona que reza mal, se propone, "a partir de hora, comenzaré a rezar bien" Lo conseguirá con la ayuda de Dios y poniendo todo de su parte, evitando las distracciones. Su amor y devoción a María Santísima será también nuestro remedio para superar nuestra tibieza.
Conocemos los Santos que nos habla el Santoral Romano de la Iglesia Católica, pero hay muchos, que aunque no han sido canonizados, están allí, sus almas en la Presencia de Dios, y en espera del último día que es la resurrección de los cuerpos, cuerpos benditos y gratos al Señor. Cuerpos que en este mundo, se han hecho santuarios vivos para Dios vivo y eterno, Santuarios de la Santísima Trinidad.
No existe camino de santidad, si no tenemos amor ni devoción a la Madre de Dios, pues es gracias a Ella que nos va preparando para complacer a la Santísima Trinidad.
A continuación podemos meditar las siguientes reflexiones espirituales, por Néstor Mora, recomendable:
- La belleza de la fiesta de Todos los Santos. San Agustín
- En Halloween hay que ser levadura. San Juan Crisóstomo
También:
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